ANÁLISIS

Dólares norcoreanos

ROSA MASSAGUÉ

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El país más hermético y aislado del mundo lo es mucho menos cuando se trata de tráficos clandestinos y de falsificaciones. Encerrada en su delirio dinástico-comunista, Corea del Norte es el principal fabricante del mundo de billetes falsos de 100 dólares. Y lleva unas dos décadas haciéndolo. El resultado es tan perfecto y el engaño tan difícil de detectar que a estos billetes se les conoce como superdólares.

El material para imprimirlos procede de lugares tan distintos como Suiza, Austria y Japón (maquinaria), Hong Kong (papel) o Francia (tinta). Y desde luego, los dólares falsos no tienen ningún problema para encontrar vías de salida de aquella cárcel.

Naturalmente, en un país donde tener iniciativa privada es poco recomendable, la falsificación de moneda no es cosa de unos individuos al margen de la ley. Está bien documentada la fabricación de los dólares con el rostro de Benjamin Franklin en instalaciones directa o indirectamente controladas por el Partido Comunista.

La falsa moneda no es la única especialidad del régimen de Pyongyang. Le sigue la fabricación de cigarrillos. Hace un tiempo los Camel norcoreanos eran un chollo, pero la línea de producción cambió a Marlboro. La mayor parte de la industria farmacéutica produce anfetaminas para el mercado japonés y Viagra para otros mercados.

En realidad y excepto los dólares, muchas de las falsificaciones que produce Corea del Norte las hace como una especie de subcontratación de China, el país experto en imitaciones de todo tipo. La Administración de Bush luchó para que Pekín ayudara a combatir la falsificación de dólares, pero fue un vano intento. Según el periodista Misha Glenny, gran experto en delincuencia internacional, la fabricación fraudulenta tiene un efecto colateral inesperadamente positivo, «paradójicamente, hace de Asia un lugar más estable», porque a China no le interesa que «un vecino nuclearizado tan impredecible vaya por libre en una región que está cambiando a marchas forzadas». Mejor convertirlo en un satélite económico.

Corea del Norte ha resultado ser un alumno aventajado de China en el arte de la falsificación. Quizá demasiado. Se rumorea que las imprentas clandestinas norcoreanas son capaces de falsificar los mismísimos billetes chinos de renminbi.