Evolución en una nación estratégica

Panamá ante el abismo

El autoritarismo del presidente Martinelli dispara la tensión en el país del canal e inquieta a EEUU

IDOYA NOAIN / Panamá

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Al buscar Panamá en los archivos, es fácil olvidar que el país existe. Solo es posible hallar alguna información sobre el canal, eje del 6% del comercio mundial y cuya ampliación realiza la española Sacyr, noticias referidas al narcotráfico –el 70% de la cocaína que viaja de sur a norte pasa por su territorio– menciones sobre turismo y paraísos fiscales o recuerdos del pasado durante el juicio a Manuel Noriega. Hoy, sin embargo, muchos ojos están puestos en la pequeña y estratégica nación centroamericana, incluyendo los del Gobierno de EEUU. Y es que, un año después de su llegada al poder, el millonario dueño de supermercados Ricardo Martinelli, presidente por Cambio Democrático, ha colocado al país en una encrucijada.

Mientras Panamá avanza –mejorando índices de crecimiento y viviendo un boom inmobiliario que hace de la capital una réplica de Miami– la concentración de poderes de Martinelli se deja sentir. Controla el legislativo y el judicial. Y es ahí donde se oyen los ecos de la dictadura.

TENSIONES SOCIALES / Una serie de cambios han prendido el fuego de la tensión, avivada al empezar el Gobierno a usar tácticas de represión. La llama fue la aprobación de la ley 30, conocida comoley chorizo.

Era una ley de aviación comercial. En realidad, altera otras nueve leyes y códigos y estipula, por ejemplo, que no será necesario realizar estudios de impacto ambiental para obras de interés nacional. Además, acaba con protecciones a los trabajadores y libra a los policías de la prisión preventiva .

En un país donde los sindicatos tienen gran relevancia, se ha reactivado el movimiento social. Ha habido huelga de los trabajadores del canal y paros generales. Y hace 20 días las protestas en la Bocas Fruit Company fueron reprimidas con violencia. La presión ha obligado a Martinelli a posponer 90 días la entrada en vigor de tres disposiciones de la ley. Es un gesto insuficiente para quienes buscan la derogación, pero necesario para enviar una imagen de normalidad que mantenga las inversiones.

«En un año se le ha acabado la confianza del pueblo. Ha impuesto la represión salvaje», cuenta Saúl Mendez, uno de los líderes sindicales que, como otros dirigentes de movimientos de ambientalistas y derechos humanos, han pasado días en la clandestinidad. También hace menciones a la dictadura el abogado Silvio Quiñones. Usa pocas palabras: «Corea del Sur» y «minería». Es su forma de llamar la atención sobre la negociación de Martinelli con Seúl para explotar Cerro Colorado, la segunda mayor reserva de cobre del mundo. «Entraron millonarios y quieren salir archimillonarios», denuncia.

La preocupación se extiende. En una reciente visita, Arturo Valenzuela, responsable para la región del Departamento de Estado de EEUU, recordó que «un Gobierno democráticamente elegido debe gobernar democráticamente». Públicamente, el Departamento de Estado llama al diálogo. En privado, avisa de que está alerta.