BODA REAL EN LONDRES

Dos besos en el balcón de Buckingham sellan el enlace de Guillermo y Catalina

Los novios se exhiben ante la multitud de personas que les aclaman durante el paseo

Catalina y Guillermo, en la carroza que les ha llevado al palacio de Buckingham.

Catalina y Guillermo, en la carroza que les ha llevado al palacio de Buckingham. / STN

EL PERIÓDICO / Londres

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Guillermo y Catalina ya son marido y mujer. Los nuevos duques de Cambridge hicieron su último acto público del día con el tradicional beso en el balcón del palacio de Buckingham, paso previo a la celebración privada de la recepción de la reina y posterior fiesta ofrecida por el padre del novio, el príncipe de Gales.

Lejos de la timidez de la difunta madre del novio, Diana, que casi robó el beso a su recién estrenado marido en 1981, la duquesa Catalina y príncipe Guillermo mostraron su solidez como pareja con un ósculo decidido y entrenado que no dudaron en repetir momentos después.

Acompañados por sus familiares más cercanos, los novios compartieron escenario con seis pequeños pajes que con su espontaneidad robaban planos a la pareja con bostezos, saludos y manos en las orejas contra el ensordecedor griterío.

Una escuadrilla de la RAF surcó el cielo sobre el palacio y dejó tras de sí una estela de humo con los colores la Union Jack, la bandera británica.

Recorrido por Londres

La pareja real había llegado a Buckingham antes que la reina y el resto de invitados a la recepción real. El recorrido ha seguido también el protocolo. La reina y el duque de Edimburgo han llegado antes que la carroza que llevaba a los padres de los contrayentes, que han compartido vehículo. Mientras, el resto de invitados esperaban pacientemente a los autocares que les desplazaran al acto.

La nueva duquesa de Cambridge pasa a ser conocida ahora como Catherine (Catalina en castellano), por el protocolo real.

Guillermo y Catalina no han dejado de sonreír a lo largo del recorrido que les ha llevado desde la abadía de Westminster, donde han contraído matrimonio, hasta Buckingham ni de prodigarse miradas de complicidad que demuestran su especial sintonía a lo largo de ocho años de noviazgo. 

Tregua meteorológica

El tiempo, que amaneció nublado, ha dado un respiro a la pareja y ha permitido que no se mojaran los trajes ni la carroza, un modelo 1902 State Landau, cedido por la reina. Y la festividad del día --declarado no laborable por el Gobierno británico-- ha permitido que muchos curiosos pudieran acercarse al recorrido real, anunciado desde hacía días por la prensa británica y rodeado de numerosas medidas de seguridad.

El nuevo matrimonio Guillermo y Catalina y sus familiares se han dirigido entonces a uno de los salones del palacio para iniciar la sesión de fotos familiares que suelen acompañar a este tipo de eventos. Mientras, Scotland Yard había levantado el cordón policial que preservaba la plaza que hay frente a la verja de Buckingham Palace con objeto de que la multitud pudiera acercarse para ver el beso de la pareja.