CLEOPATRA

Un verano que nunca acabe

Cleopatra De retorno  a Roma Un verano que nunca acabe_MEDIA_1

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EMMA RIVEROLA

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Hablo seis idiomas. Domino todas las áreas del saber: matemáticas, medicina, ciencias políticas, literatura, astronomía y música. He sobrevivido a las intrigas de mis hermanos. He cautivado a hombres poderosos y engendrado cuatro hijos. He sentido la adoración de algunos y el odio de otros. He vivido la opulencia, y también el exilio. Pero mis días de gran reina de Egipto se acaban. Alejandría está a punto de caer. Ni yo ni Marco Antonio sobreviviremos a este verano. Antes de convertirme en esclava, moriré. Pero todo esto llegará mañana. Ahora quiero perderme en el recuerdo. Buscar refugio en la felicidad de la memoria. Podría rememorar los días de lujo y banquetes, cuando surcaba el Nilo en un barco de velas púrpura y remos de plata que centellaban tanto como mis vestidos bordados de oro. Pero nada de eso, en la actualidad, me sirve de consuelo.

Necesito una ofrenda del pasado. Un instante de felicidad tan íntimo que nadie me pueda arrebatar. Y sé cuál es ese momento. Fue tras la muerte de César, cuando estaba refugiada en Tarsos. Marco Antonio me ofreció 200.000 manuscritos de la biblioteca de Pérgamo en compensación por los rollos quemados años atrás en el incendio de Alejandría. Recuerdo cuando asistí a su selección. Revivo la emoción, el olor, el tacto del conocimiento. Con mis manos extendí y leí alguno de los pergaminos. Nunca me sentí tan colmada como entonces. Si ahora pudiera, volvería a sumergirme en los pensamientos de los viejos filósofos. Y dejaría que el verano se eternizara entre sus letras.