El paisaje en la fábrica

Han pasado 60 años desde la aparición del ensayo de Jaume Vicens Vives Noticia de Catalunya, en el que el historiador (y mucho más) resume así un rasgo de la sociedad catalana: «La força essencial de Catalunya és el redreçament». Término cercano a otros comunes como restablecer, recuperar o resurgir.

Cuatro años más tarde, en 1958, Vicens impulsó el Cercle d'Economia, y con el afán de recuperar el espíritu emprendedor del siglo XIX apeló a los «capitanes de industria». La expresión hizo fortuna. Algunos creen hoy que es un término anticuado, en la era digital, la nueva economía. Pero sociedad posindustrial es expresión errónea, según el economista francés Daniel Cohen: «Se designa al mundo por lo que ya no es y no por aquello en que se ha convertido». A veces es lo contrario y cuando un sector pretende presentarse como sólido recupera el término: industria turística, industria financiera...

Tres historiadores de la talla de Jordi Nadal, Josep M. Benaul y Carles Sudriá dirigieron hace dos años la monumental obra Atles de la industrialització de Catalunya (Vicens Vives). Al presentar estos dos siglos y medio de actividad fabril, los autores constatan el contrasentido de enfrentar industria y servicios en términos de «supeditación y declive». Advierten: «Puede haber una industria potente con unos servicios deficientes, pero no a la inversa».

Este atlas, con sus mapas y gráficos, aporta el qué y el cómo de la historia. Y a partir de esta semana tendrá un complemento ideal, el quién. En formato innovador: la versión de hijos y nietos de los 50 capitanes de industria símbolo de este sector en Catalunya.

El editor Xavier Cambra ha impulsado Capitans d'Industria (Mobil Books) lejos de los catálogos de próceres próximos a la publicidad encubierta. El libro, de lectura asequible, se inscribe en el periodismo de empresa, con textos documentados del escritor Francesc Canosa. Preguntado por el hilo conductor, explica: «La mayoría de capitanes surgen de la nada. Producen con lo que tienen cerca para satisfacer una necesidad del momento. Si Josep Pla decía que la gastronomía era el paisaje catalán en la cazuela, los industriales son el paisaje catalán en la fábrica».

Veamos seis historias emblemáticas del redreçament contadas por hijos o nietos.

«Yo dormía sobre la fábrica y me despertaba cuando la maquinaria paraba», dice Jordi Gomà-Camps, de la empresa del 1758 (La Riba, Alt Camp) que superó dos incendios y hoy es líder en papel tissú y el reciclado. «En lugar de biberón me daban jarabe», ironiza Antoni Esteve sobre la herencia de padres y abuelos, innovadores en medicamentos contra infecciones y en antibióticos (les visitó Fleming). La misma necesidad pero en alimentación cárnica es la que soluciona la familia Nogareda en Amer (La Selva), desde donde innovan para todo el orbe en vacunación animal.

«Imprimir libertad» es lo que hizo Antonio Asensio, el principal renovador del periodismo catalán progresista durante la transición, de quien su hijo, Antonio Asensio Mosbah, explica que aprendió a ser «intrépido y creativo» y hoy mantiene su firme apuesta por «estar más presente en el mundo digital».

Saber reorientar el negocio es lo que hizo Josep Maria Lloreda, que eligió un elemento secundario de su orfebrería -«trabajar con material valioso, el oro, te enseña a poner atención»-, un líquido de limpieza, para convertirlo en un innovador «detergente y disolvente suave», el KH7, líder del mercado.

De recuperación se aprende con la familia Martí, que pasa del transporte urbano en Sabadell (unir barrios y fábricas) a una especialización en movilidad de rueda grande (autobús interurbano) o pequeña (concesionarios de coches).

A la espera del segundo tomo dedicado al comercio, Capitans d'Indústria se vende a partir de mañana solo en la red de Bon Preu, de los capitans de la distribución Joan y Josep Font. Buen precedente.