Gelatina en movimiento

La empresa familiar Juncà, que superó un concurso de acreedores el 2009, se reinventa

Gelatina en movimiento_MEDIA_1

Gelatina en movimiento_MEDIA_1

EVA MELÚS / BANYOLES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Juncà Gelatinesempresa familiar de Banyoles dedicada a la fabricación de gelatinas colágeno desde 1947, entró en concurso de acreedores en el 2009. Y la cosa aún podía haber ido peor. La apertura del mercado chino a proveedores de otros países multiplicó por cuatro el precio de la materia prima mientras que la crisis reducía el precio de la gelatina de 6 a 3 euros el kilo. El que fue el segundo mayor productor de gelatina de España en la década de los 60 estaba a un paso del abismo.

En noviembre del 2011, el cónclave familiar decidió confiar la misión de salvar la empresa al hijo de uno de los fundadores, el economista Ferran Juncà, que fue nombrado director general. Aplicó un plan de viabilidad y cerró el 2014 con más de un millón de beneficios brutos y exportó un 52% de su producción, gracias a la apertura de mercados en EEUU, Chile o Taiwan. En el 2015 espera exportar el 60% y facturar 23 millones.

La gelatina se obtiene de la piel, huesos y cartílagos de animales. Se usa en alimentaciónfarmacia pegamentos. En plena autarquía franquista, sin posibilidades de comprar productos del exterior, a Salvador Juncà, el tío de Ferran, se le ocurrió ganar algún dinero extra para la familia aprovechando los desechos de las fábricas de curtidos para producir con ellos cola para los carpinteros de Banyoles. Su hermano Enric aportó la primera inversión, 2.000 pesetas (12 euros) que había ganado tocando la trompeta. Como casi todos los Juncà era músico.

Josep, el padre de Ferran, se unió al proyecto  y se convirtió en el encargado de recoger los recortes de las pieles de cordero por las muchas curtidurías de la zona en un carro sin burro, que arrastraba él mismo. Después las limpiaba, piel por piel, en el Estany de Banyoles y las cocía en un bidón de lata, en un fuego hecho con troncos, hasta conseguir una pasta, el colágeno, que los carpinteros usaban como cola, la única que tenían al alcance en aquel momento. «Si no hubiera sido por esa época de bloqueo exterior, Juncà no existiría hoy», afirma su director.

La fábrica fue el gran proyecto familiar y concentró durante más de medio siglo todos los esfuerzos. El actual director general confiesa que tiene muy pocos recuerdos de infancia junto a su padre, ensayando música. «Estaba siempre en la fábrica. Incluso dormía allí muchas veces», recuerda.

Juncà hijo se licenció en Económicas con las mejores notas en 1981. Al día siguiente se incorporó al despacho de Clussa i Cassases, donde participó en proyectos tan variopintos como una propuesta de división territorial de Catalunya o la actual división por distritos de Barcelona. También dio clases universitarias y ejerció como gerente del Col.legi Universitari de Girona, el embrión de lo que luego fue la Universitat de Girona.

Después de probar sus alas, el padre llamó al hijo al despacho y le pidió que se hiciera cargo de la internacionalización de la firma. Juncà formó equipo con su prima y su hermano, que ya estaban en el negocio, y juntos introdujeron sus productos en Europa. Y la empresa desarrolló una nueva gama de hidrolizados de colágeno con aplicaciones dietéticas, el Colvitae.

Pero inversiones fallidas en el exterior y en diferentes proyectos llevaron a Juncà a encadenar pérdidas del 2003 al 2011 y, finalmente, a la total descapitalización. «La competencia hacía apuestas sobre en qué semana cerraríamos».

La empresa tocó fondo. Los Juncà acordaron otorgar la dirección única a Ferran, que emprendió una peregrinación por India e Irán, buscando socios. Con el apoyo financiero de la familia, la empresa consiguió un crédito participativo de 1.150.000 de euros, invirtió en la mejora de procesos y dobló la producción.

«En noviembre del 2011, el rendimiento de la piel de cerdo no pasaba del 15%. En julio del 2013, cuando logramos los primeros beneficios, ya era del 17%. Son 40.000 kilos extra de gelatina al mes con la misma materia prima procesada, el mismo vapor y electricidad, y el mismo personal», explica Juncà, que aspira a subir la rentabilidad en un 18%. Este año va a invertir otro millón en mejoras tecnológicas y prevención. La implantación de un quinto turno, con 10 trabajadores más que completan una plantilla de 85, ha aumentado su productividad.