GENTE DE NOU BARRIS

Ricard Fernández: «El transporte es un trofeo vecinal»

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SARA GONZÁLEZ
BARCELONA

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El 18 de marzo de 1971 circuló por Barcelona el último convoy del viejo tranvía. Ricard Fernández, un geógrafo apasionado de los transportes, nació dos meses después. No pisó aquellos vagones, pero los conoce al detalle, Su devoción le ha llevado a reconstruir la historia de los transportes del distrito de Nou Barris, en la que juega un papel vital la reivindicación vecinal. Su libro se titulaDestinació: Nou Barris.

—Sobre ruedas o sobre raíles, lo suyo son los transportes...

—Pues sí, aunque casi nunca como conductor. Tengo el carnet pero conduzco muy poco. Por la ciudad prefiero desplazarme sobre ruedas para poder observar el paisaje, por eso soy usuario habitual de autobús. Cuando se trata de viajar fuera de la ciudad, soy partidario del tren.

—¿De dónde le viene esa pasión por trenes, metros y autobuses?

—La tengo de nacimiento. Cuando era niño siempre quería ir en el primer vagón del metro, iba por la calle fijándome en los diferentes tipos de autobuses y me encantaba mirar planos de la red de transportes. El Scalextric y el Ibertren eran mis juegos preferidos. Además, estudié en la escuela Timbaler del Bruc, cerca de las cocheras de la avenida de Borbó, y cada mediodía me pasaba más de un cuarto de hora viendo cómo entraban y salían los autobuses.

—Me imagino su casa como un museo del ferrocarril.

—En mi habitación tengo placas de metro y autobús antiguas, postales, billetes, una gorra de tranviario y hasta un trozo del raíl del tranvía del tramo de paseo de Gràcia. Y tengo que confesar que en los 80 robé placas de trenes para desguazar.

—Destinació Nou Barris. ¿Porqué este destino y no otro?

—Ningún distrito ha luchado tanto como Nou Barris por tener un buen transporte. Aunque la gran expansión fue a partir de los años 50, en los 30 había ciudadanos que reclamaban transporte público. Y ese espíritu luchador aún se conserva.

—¿En los años 30?

—Sí, es uno de los episodios que más me ha sorprendido. Isidre Carandell, un líder vecinal, encabezó una manifestación para reclamar que los autobuses llegaran a Nou Barris. Fue a Sant Jaume y entregó a Francesc Macià firmas de los vecinos y un manifiesto para que aprobara un plan de extensión de la red de buses.

—¿Cuándo empezaron a verse los frutos de la reivindicación vecinal?

—Sobre todo a partir del verano de 1974. En los años 60 la población había crecido muchísimo. Llegaba el metro y el ferrocarril, pero no había conexiones entre los barrios periféricos y los autobuses solo llevaban los pasajeros hasta las estaciones. Los vecinos pedían que el autobús de la línea 11 llegara hasta la parte más alta de la barriada y para que el ayuntamiento les hiciera caso secuestraron el autobús cuatro veces en dos meses. Fue un secuestro pasivo y festivo. Y efectivo. La línea 11 y dos líneas más llegaron hasta allí.

—¿Y cómo es ahora la red de transportes de Nou Barris?

—Tras mucho esfuerzo, Nou Barris tiene ahora una buena cobertura territorial en transporte público.

—¿Es el transporte el espejo de la situación social de un barrio?

—En Nou Barris vivía gente con una capacidad económica limitada que no podía comprar un coche y por eso el distrito apostó por el transporte público. Insisto: es un trofeo vecinal fruto de muchas luchas.