Florentino, la soledad del ser superior

El presidente, eufórico tras lograr la 'Decima', hace y deshace a su antojo en el Madrid, sin contar con Ancelotti y desencantado de la plantilla, a la que ignora

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EMILIO PÉREZ DE ROZAS / MADRID

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Madrid parece sereno. Más tras el no de Escocia. El Madrid del Real Madrid, que es mayoría, cree que «esto» que le ocurre al Madrid es pasajero. Ha calado que si Carlo Ancelotti lo arregló una vez, lo puede arreglar otra. Pero el madridismo, que mañana vivirá una asamblea apacible, empieza a temer que Florentino Pérez se haya enrocado en sí mismo y empiece a mostrar síntomas de caciquismo. El forofismo da síntomas de inquietud y la prueba más evidente es la división que hay con Iker Casillas, el mito caído. Y los Ultra Sur, cuya facción más agitada ha perdido la batalla frente a la más gamberra y peligrosa, parecen haber encontrado la manera de señalar al presidente, pedir su dimisión en los puentes de la M-30 madrileña y dañarle en los puntos débiles que tiene: el recuerdo imborrable de su desaparecida esposa, María Ángeles Sandoval Pitina, y los beneficios que ACS saca de que su mandamás lo sea también del Real Madrid.

«Para entender lo que está ocurriendo en el Madrid solo hay que atender a la personalidad de Florentino», explica uno de los periodistas que más tiesas se las ha tenido con el presidente blanco pero con quien, últimamente, ha recuperado la relación. «Florentino es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Es un Ibex-35. Tiene origen político y conoce la fontanería de los partidos y cómo conseguir las cosas. Toma decisiones sin pestañear. Y toma decenas al día. Admite muy pocas respuestas y no le gusta ser cuestionado. Florentino siempre ha trabajado en clave de poder y puede que el fútbol le parezca un juego de niños».

Ni Valdano, ni Pardeza...

Lo que parece evidente es que, en el fútbol, Florentino Pérez se atreve a todo. Y va siempre a pecho descubierto. Es más, desde hace tiempo ni siquiera tiene escudos en los que protegerse, desaparecido Jorge Valdano, sentenciado Miguel Pardeza, utiliza a Emilio Butragueño para lo que lo necesita, que es poco. «Con Florentino solo hay dos vías», señala un economista que trabajó un par de años con él. «O eres de los suyos o estás en la lista de los enemigos». Y, frente a esa tesitura, lo más común es temerle, más que respetarle. «Esa manera de imponerse ha hecho que, en los medios de comunicación de Madrid, lo que más impere, alrededor del Madrid y de la figura de su presidente, sea la autocensura», añade un tertuliano radiofónico.

La versión más aceptada en Madrid es que Florentino está muy solo, solísimo. La desaparición, dolorísima «pues era su compañera de toda la vida», de Pitina supuso un duro golpe para él, que se ha refugiado, como entretenimiento, diversión y pasatiempo, en el Madrid. «Si Pitina no hubiese fallecido, estoy convencido de que Florentino hubiera dejado el Madrid tras la conquista de la Décima», indica un veterano redactor blanco. El otro problema que tiene Pérez para seguir en el Madrid es que ha endurecido económicamente (a nivel de avales) tanto, tanto, la pretensión de ser candidato a la presidencia del Madrid, que no hay quien tenga dinero para presentarse y eso puede forzarle a seguir en el cargo aunque no quiera.

La verdad, y eso se respira en cualquier rincón de Madrid, es que la felicidad por la conquista de la Décima ha durado un suspiro. «Todos consideramos», explica Valdano en la Cadena SER , «que fue admirable la búsqueda y persecución que lideró Florentino para encontrar un modelo, jugadores, un equipo, una manera de contrarrestar el fútbol del Barça y su sangría de juego, victorias y títulos. Esa persecución, que se basó en el talonario, dio sus resultados. Pero, cuando has llegado a su altura, cuando los has superado, cuando tienes la fórmula ¿por qué sigues removiendo el modelo? ¿por qué lo destruyes? ¿qué sentido tiene ahora?»

Pues tiene el sentido de creerse, eso, el ser superior,ser superior como lo definió Butragueño. Ser un Ibex-35. Y el negocio. No tener director deportivo (único club de Champions que no lo tiene). No creer en los entrenadores. Desencantarse de los futbolistas. Controlar a los medios a través de sus dueños y no de sus directores (hay periodistas que le llaman Pavarotti por lo mucho que canta y filtra). Tener a los directivos de acompañamiento. Convertir el palco del Bernabéu (tres veces más grande que cuando él llegó) en el lugar donde se cita el todo Madrid, desde jueces hasta celebritys. Convertir el Madrid en un parque temático. Y confiar solo en una persona: José Ángel Sánchez, su mano derecha y director general.

¿Entrenador? ¿para qué?

Madrid tiene explicación para todas esos temas y más. Otra cosa es que deseen airearlas. Por ejemplo, la creencia de que el Madrid no necesita entrenador. Hay una frase lapidaria de Florentino: «Yo no me pongo el chándal porque no me sienta bien, pero he estado tentado mil veces». Pérez tiene entrenador porque lo exige el reglamento. Ahora tiene a Carlo Ancelotti, acostumbrado a Berlusconi, Abramóvich y jeques poderosos, que le sirve de pacificador y al que ni siquiera consulta. «Si gana, estupendo, mejor para mi; si pierde, lo echará el Bernabéu», suele decir a los suyos. Eso sí, le encantaría que el próximo entrenador fuese su amigo Zinedine Zidane, al que ha obligado a foguearse en el Castilla (sin título ¡menudo lío se ha formado!), para, en un futuro inmediato, colocar al francés cuando los tertulianos merengues le exijan a Michel.

Por ejemplo, su desencanto hacia los futbolistas, a los que ya no dirige la palabra, ni recibe, a no ser que se trate de Cristiano Ronaldo, y aún, y aún. Florentino se enamoró de los galácticos y, a partir de ahí, todo han sido decepciones. «Florentino, en ese sentido», explica un colaborador suyo, muy de escondidas, «funciona por impulsos, por pálpitos, por corazonadas. Es muy forofo en lo futbolístico pero de una frialdad asombrosa y matemática en la gestión. Le gusta verles jugar, disfruta, pero se tira de los pelos cuando, al día siguiente, se presentan en su despacho o envían a alguien pidiendo aumento de sueldo. Y, ahora, Florentino cree que a sus futbolistas solo les interesa el dinero, son todos unos peseteros. Eso dice de todos ellos, no salva a nadie».

Le ha ocurrido con Di María, al que le acusó de pesetero para justificar su marcha al United. Le ha ocurrido con Casillas, que le pidió irse a inicios de temporada. «Ven con la oferta y te vas», le dijo. Y la oferta no llegó. Se vendió a Diego López «porque así tendrás que jugar y enfrentarte al Bernabéu». El finiquito de Casillas cuesta 48 millones. El otro día, tras homenajearle a escondidas por sus 15 años en el club, el meta le dijo a un amigo íntimo, a la salida del Bernabéu: "No voy a perdonarles ni un euro ¡ni uno!» Todo el mundo sabe que, nada más tomar posesión la primera vez, Pérez anunció, antes 10 periodistas en Marca, que quería cambiar «a Casillas por Buffon».

Y, ahora, Florentino explica a todo el que quiere escucharle que está harto de Sergio Ramos. «¡Mira, mira!», les cuenta, «sube a rematar los corners, quiere tirar las faltas…¿sabes por qué?, Porque quiere ser el héroe del Bernabéu, quiere ganar los partidos él, para, al día siguiente, volverme a pedir aumento de ficha. Está en los 8, pero quiere 12».

Mordisco a la cantera

Sin director deportivo, sin apenas técnico, desencantado de los chicos, Florentino ficha lo que quiere, por el Madrid y por ACS. Cuando en el 2011 compró la constructora alemana Hochtief tenía alemanes: Khedira, Sahin, Altintop y Özil. Días después de contratar a James, acaba de saberse que ACS construirá una autopista de 45 kms en Colombia por valor de 692 millones. Tras llegar el mexicano Chicharito, se ha sabido que ACS opta (junto a Acciona, FCC, OHL…) a un pellizco de los 460.000 millones de euros que México se va a gastar en los próximos años en infraestructuras, entre ellos el nuevo aeropuerto internacional de DF.

Hay quien recuerda que los tentáculos de ACS son inmensos y que, dicen, el 70% de su negocio está ya en el exterior y que no hay jugadores en la plantilla blanca de Thailandia, Australia, Perú, Bolivia… donde Florentino también hace negocios. Pero estos días, en Madrid, hay quien no olvida una de sus primeras frases (en la intimidad de la junta) como presidente sobre la grandeza del club y la posibilidad de que sea la camiseta la que gana: «Un día de estos deberíamos de atrevernos a sortear entre los socios la posibilidad de que uno de ellos se de el gustazo de jugar 15 minutos en el equipo. Apenas se notará». Puede ser, sí, que las próximas estrellas blancas sean socios. Niños de la cantera no serán, no, pues Florentino acaba de anunciar, como ya hizo Jesús Gil, que se va a cargar la cantera. O reducirla. Y mucho.