Un catalán en el Mundial de clubs

Ramon Tribulietx dirige desde hace cuatro temporadas al Auckland City de Nueva Zelanda, el equipo más modesto del torneo, que comienza hoy en Marruecos

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PEPE GIL-VERNET / BARCELONA

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En Nueva Zelanda, el país donde el rugby es casi una religión, el número de ovejas es diez veces superior al de habitantes (4,4 millones de personas). Auckland, su principal urbe, ocupa el tercer lugar entre las ciudades con mayor calidad de vida del mundo. El equipo de fútbol más importante es el Auckland City, el campeón de la Champions de Oceanía, que hoy dará el pistoletazo de salida al Mundial de Clubes de Marruecos junto al Moghreb Tetuán, el campeón local. A pesar de ser un equipo semiprofesional, el cuadro neozelandés ostenta el récord de participaciones en la historia del torneo: 6. Su mejor clasificación fue el quinto puesto cosechado en la edición de 2009. Ramon Tribulietx (Barcelona, 1972) es el entrenador del Auckland City y el principal artífice del crecimiento del club en los últimos años, así como de la evolución que está experimentando el fútbol en el país. Desembarcó en Nueva Zelanda por segunda vez en 2008 para formar parte del cuerpo técnico. Antes ya estuvo como jugador. "Nueva Zelanda siempre me tiró mucho. Es un país fantástico. Fui de vacaciones con unos amigos en el 98, conseguí un contacto con un club y me hicieron un contrato".

Una vez retirado, ya como entrenador, dirigió a equipos de Segunda B como el Sant Andreu o el Castelldefels, pero una llamada desde la otra punta del mundo lo cambió todo. Convenció a su amigo Xavi Roca (exjugador de Barça, Espanyol y Sabadell) y juntos hicieron las maletas rumbo a las Antípodas, a más de 19.000 kilómetros de casa. Uno para consagrar su carrera como entrenador y el otro para disfrutar de sus últimos años como jugador. Desde 2010, Ramon es el primer entrenador de un club un tanto peculiar. Se refundó en 2004 y los propietarios son de origen croata, una de las comunidades extranjeras con más peso en el país. En la plantilla hay jugadores profesionales y otros que compaginan su actividad deportiva con sus respectivos empleos. "Esto es lo más complicado del fútbol de aquí. Hay que adaptarse. Entrenamos por la tarde y hay jugadores que piden permiso en sus trabajos para poder viajar. No todos tienen el mismo nivel competitivo".

Estilo contracultural

A estas dificultades coyunturales hay que sumar también otras desafíos. El estilo que quiere imponer Ramon Tribulietx choca con la forma de entender el fútbol que impera en Nueva Zelanda, más relacionada con la Premier League inglesa, la competición más seguida en Oceanía. "Fuimos el primer equipo del país que no jugaba al pelotazo", se felicita Ramon. "Aquí tradicionalmente prima el contacto físico y el juego directo. Nosotros queremos tener la posesión, mover el balón con velocidad y paciencia y practicar el juego de posición. Ha costado mucho cambiar la mentalidad de los jugadores, pero se han ido adaptando poco a poco", explica el técnico, cuyas principales influencias son Cruyff y Guardiola.

Para aplicar con éxito su idea contracultural, Ramon sedujo a una serie de jugadores españoles para embarcarlos en su proyecto. Manel Expósito, curtido en la Masia, y Albert Riera llegaron a Auckland; su aprendizaje y experiencia en Europa estimuló el cambio y ayudó a los jugadores locales a interpretar con éxito esta manera de jugar. Hoy solo queda un español en el equipo, el madrileño Ángel Berlanga. "Ramon es un enfermo de esto. Está 24 horas al día pensando en fútbol", interviene su amigo Xavi Roca, ahora director deportivo del AEK Larnaca de Chipre. "Desde que le dieron protagonismo y es primer entrenador, el club ha crecido mucho. Ha implantado una metodología profesionalizada, mucho más moderna, y ha cambiado totalmente el estilo. En Nueva Zelanda ya le empiezan a imitar otros equipos".

Los resultados avalan su propuesta. Bajo sus órdenes el Auckland City ha cosechado cuatro Champions de Oceanía, un torneo en el que no participan los equipos de Australia, inscritos, como el equipo nacional, en la confederación asiática por la escasez de competencia. De las once selecciones que completan la Confederación de Oceanía, ocho están entre las 30 peores de la clasificación de la FIFA. A falta de nivel, el fútbol en Oceanía ofrece otras posibilidades igualmente estimulantes, tal y como rememora Xavi Roca: "Jugar en islas como Vanuatu o Samoa es una experiencia inolvidable. Esos países son muy pobres y las condiciones muy difíciles, pero viven el fútbol con una pasión tremenda. En Vanuatu nos recibieron como dioses, había más de 15.000 personas en el estadio".

"Más lejos no me puedo ir"

Pero no todo iba a ser bueno: "Nunca olvidaré que ahí jugamos a 40 grados y con una humedad brutal. Jamás lo he pasado tan mal en un terreno de juego. En el descanso había muchos jugadores mareados. Un infierno". En un país dominado por el rugby, el fútbol poco a poco va haciéndose un sitio. Las participaciones del Auckland en los Mundiales despiertan cierto interés en los neozelandeses y en los sponsors y ahora el fútbol es el deporte más practicado entre los menores de 16 años, entre otros factores, gracias al trabajo de Ramon Tribulietx.

Aunque pueda parecer que la exigencia por ganar es menor en Oceanía, el preparador barcelonés lo desmiente con rotundidad: "Si un entrenador no obtiene resultados se va a la calle. En Europa, en Nueva Zelanda o donde sea". En Marruecos, el Auckland City aspira a derrotar a su primer rival, el Moghreb Tetuán, y a mantenerse en el torneo a base de trabajo y de ilusión. "Somos el peor equipo, tanto en calidad como en potencial económico", analiza Ramon con sinceridad, "pero a un partido, a 90 minutos, puede pasar cualquier cosa". La experiencia, al menos, jugará a su favor. A pesar de la distancia que le separa de su familia, Ramon está feliz en las Antípodas, disfrutando de su gran pasión. Cuando se le pregunta si se considera un aventurero, responde con ironía resignada: "Más lejos no me puedo ir".