críticas

'La vida en tiempos de guerra', un mundo desolador

Q. C.

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Todd Solondz ha tomado prestado el título de una memorable canción de Talking Heads, Life during wartime, pero lo que cuenta, y como lo cuenta, pertenece por entero a los dominios expresivos y temáticos de tan peculiar director, un auténtico rara avis en el panorama cinematográfico estadounidense, independiente pero extraño, provocador pero iconoclasta, fiel a sus ideas y sin necesidad de plegarse a las de Hollywood.

Solondz vuelve en cierta forma a una de sus mejores y virulentas obras, Happiness, rodada en 1998. Los personajes de La vida en tiempos de guerra se llaman igual que los de aquel filme, y también los actores que los encarnan, distintos, parecen estar reproduciendo el mismo molde.

Hay de todo, como siempre en la acostumbrada coralidad de Solondz, aunque ceñido básicamente a tres hermanas. Una ha roto con su pareja, un joven negro con aficiones y aflicciones demasiado comprometidas. Otra está separada de su marido, encarcelado por pedofilia. La tercera parece evadirse de todo desde su atalaya de celebridad cinematográfica, pero está tan sola y desamparada como las demás. Amigos, madres, hijos, nuevos amantes y hasta el fantasma de un marido muerto revolotean alrededor de estos tres personajes proporcionado esa visión entre ácida y grotesca, entre divertida y muy dantesca, que Solondz tiene de las relaciones humanas.

Si la anterior película del director se titulada Palíndromos, esta podría verse como una especie de palíndromo de Happinees. Es tanto una variación como una prolongación al revés en la que los personajes siguen anclados en una andadura patética. Divertido, a veces, pero siempre terriblemente desolador.