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Segunda temporada de 'Badalona'

Vecinos de Gorg, ante el solar vacío.

Vecinos de Gorg, ante el solar vacío. / periodico

CARLES COLS

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La primera temporada de 'Badalona', la serie, ha sido trepidante. El último capítulo, con la victoria electoral del protagonista, consciente la misma noche del 24-M de que, pese a ganar, se iba de cabeza a la oposición, fue la confirmación de que habrá segunda temporada, con nuevos actores, nueva alcaldesa, Dolores Sabater, pero con Xavier García Albiol aún en mitad de la trama. No se trata aquí y ahora de anticipar acontecimientos, pero esto promete ser una folie à deux sin pausa. Mañana se estrena la segunda temporada de 'Badalona', con ruidosas protestas en la plaza de la Vila, de los que celebran el cambio y de los que lo rechazan.

Apetece concluir que Badalona es la Baltimore catalana, porque es en esa ciudad estadounidense donde transcurre 'The Wire', serie de culto de la HBO, pero con matices, claro. En los cuatro años de García Albiol ha habido, como en la obra maestra de David Simon, escuchas telefónicas, operaciones policiales e intrigas políticas, aunque los delitos, todo hay que reconocerlo, han sido más bien de calado tobillero. Aquí cuando la policía entraba por la fuerza en una propiedad privada no era en la de un clan del narcotráfico, sino en la de una hermandad rociera que no pagaba el alquiler. Y las escuchas, grabadas por un paquistaní al que extorsionaba un cargo de confianza del alcalde, eran un poco de chichinabo, pero, qué caray, rodaron cabezas.

Total que la primera temporada de 'Badalona' han sido cuatro años de buenas audiencias. Uno de los más solventes periodistas de la zona lo resumió un día a la perfección: «A mí este alcalde me ha pagado las vacaciones a Puerto Rico». Que nadie se precipite en las conclusiones. Ese corresponsal metropolitano era lo que los finolis de este empleo llaman un free lance, lo que en verdad significa que se va a tanto la pieza, o sea, precariedad e incertidumbre, salvo que uno encuentre una mina de oro del tamaño de Albiol, un Potosí.

Si Sabater será El Dorado periodístico está aún por ver, pero, sintomáticamente, el nuevo gobierno tripartito de la ciudad con el que gobernará la alcaldesa ha desencadenado ya una pequeña crisis antes incluso de tomar posesión del cargo.

Las 2.000 viviendas

El pasado jueves por la tarde se juntó en mitad de la más absoluta nada, en la zona del barrio del Gorg donde está previsto que se construyan más de 2.000 viviendas, una representación de los futuros vecinos de esos aún inexistentes pisos que ya han dado una paga y señal a las constructoras. No les toca la camisa al cuerpo desde que escucharon decir al nuevo tripartito local que aquel proyecto será reconsiderado, que el albiolato ha terminado y, con él, sus planes faraónicos.

Buen punto de partida para la segunda temporada de 'Badalona'. De entrada, porque el lugar en que transcurre esta primera parte de la historia ofrece extraordinarias localizaciones. Entre el puerto deportivo de la ciudad y la estación de metro de Gorg lo que hay son un par de decenas de solares y, entre ellos, un apunte de lo que está previsto que un día sea un canal navegable, en una suerte de pequeña Empuriabrava metropolitana. «Lo único que pedimos es que no generen incertidumbre. Este es un proyecto que no le cuesta ni un euro a la ciudad. La construcción del canal la pagan las empresas inmobiliarias». Nervioso pero muy solvente en las explicaciones, Manel Rejón fue el encargado de dar la cara en nombre de las aproximadamente 300 familias afectadas.

Mañana, en resumen, puede que lo normal sea prestar prioritariamente la atención a Ada Colau. Barcelona es siempre una superproducción. Pero todo buen seriófilo no debería ignorar 'Badalona'.