JORNADA DE PROTESTA

Lepe, Antonio, la Barraquer y la huelga del taxi

Barcelona se vuelve a quedar sin chóferes en el tercer paro del gremio en cuatro meses

Carlos Márquez Daniel

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Menudo es Antonio. Suenan a su alrededor tracaspetardoscohetes. Y el hombre, que tendrá entre 80 y 85 años, ni se inmuta. No porque tenga problemas de oído, sino porque ha vivido ya mucho como para alterarse con según qué cosas. Lo que sí tiene son problemas de vista. Y por eso está en Barcelona desde el lunes: este miércoles tiene visita en la Clínica Barraquer. Viajó desde Lepe con una reducida comitiva familiar, formada por su esposa y su hija. Dice que le encanta esta ciudad. 

Antonio se apoya en un bastón y no está muy gallardo en cuanto a movilidad. Por eso pretendía coger un taxi en la plaza de Catalunya para subir a la calle de Muntaner con Madrazo. Están hospedados en Arenys de Mar porque ahí vive otro hijo, y han venido en tren a la capital. "En Lepe hay muy pocos taxis, no creo que estén hoy de huelga", se ríe este simpático hombre. Cuenta que en una ocasión hubo una manifestación en el pueblo a la que acudieron 15 personas. "La Guardia Civil los mandó a todos 'pa' casa y ahí que se fueron". Isabel, la hija, se troncha. Una agente de los mossos no puede evitar sonreír.  

VIAJERA ABANDERADA

La única opción que les queda entre las 10 y las 14 horas es llamar a Taxi Amic, la emisora que sí funciona los días de paro del sector porque se encarga de transportar a las personas con discapacidad. Al llamar para pedir un servicio, la telefonista informa de que no se aceptan peticiones porque los coches de tres conductores han sido atacados y dañados. "Han llegado casi a pelearse".

Un sonoro tiro en el pie del gremio, pues los asaltantes eran compañeros de profesión. Al final, como todavía no ha empezado la manifestación prevista hasta la Delegación del Gobierno (unos 800 asistentes), los taxistas se organizan y uno de ellos saca su auto para llevar a la familia hasta la Barraquer. A los cinco minutos, todos montados en el Skoda, pero sin marcar tarifa en el módulo del techo, no fuera también a pringar el voluntarioso chófer. Al pasaje le encasquetan una bandera de una de las organizaciones del sector para que la ondee por la ventana y evite pasar por 'esquirol'. Poco imaginaba Antonio que revisar sus ojos llevaría tanto lío. Menos suerte han tenido los turistas que se han quedado sin Aerobús y les han mandado a la parada de Gran Via con Balmes. 

La jornada de protesta del taxi en Barcelona -han salido a la calle en numerosas ciudades de España- ha tenido momentos curiosos y anecdóticos. Pero no es eso lo que busca este colectivo que se siente amenazado por los vehículos de alquiler con conductor, los conocidos como VTC. Y no por los que ya están, sino por los 3.000 que en pocos meses podrían estar circulando por la calle si el Supremo da la razón a los propietarios de esas licencias que, por ahora, son virtuales. En marzo, el taxi la tomó con el Parlament y el ayuntamiento. Hoy le ha tocado a la 'casa' de Enric Millo, delegado del Gobierno en Catalunya. Es, de hecho, la visita que tiene sentido, pues la regulación de todo el asunto de las VTC está en manos de Fomento. 

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Al finalizar la marcha, entre los taxistas se respiraba cierta coincidencia de que esta protesta ha sido un éxito de seguimiento, pero inocua. Que si quieren defender lo suyo, tienen que levantar "barricadas de verdad y no dar paseos por la ciudad con una pancarta". "¿Quién se apunta a reventar el Mobile del 2018?". Esto va para largo.