Un negocio que va a más

La escuela de surf con más solera en BCN ha doblado el número de alumnos en un año

La tienda Boardriders Barceloneta.

La tienda Boardriders Barceloneta.

C.M.D. / BARCELONA

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Barcelona no es el Hawái del Mediterráneo. No da olas que uno pueda disfrutar en Youtube con música de Jack Johnson de fondo. La ciudad sí es una de las capitales mundiales del skateboard gracias a su arquitectura de plazas duras, de mobiliario robusto y curvado. Pero el surf... El surf hace lo que buenamente puede en las playas de Sant Sebastiàla Barceloneta y el Fòrum, amén de varias zonas del Maresme y del Garraf, donde también es habitual encontrar tablas en el agua sin que, por cierto, la policía se interponga. No somos el Hawái del Mediterráneo, pero seguro que aquí el surf ha crecido mucho más que en las remotas islas del Pacífico. Bastan dos detalles: una de mas mayores marcas del sector abrió hace dos años una megatienda, y una de las escuelas de surf con más solera ha doblado los alumnos en un año.

Pukas es una de las escuelas más reconocidas del país. Solo tiene una academia fuera del País Vasco, y está junto al Club Natació Barcelona desde hace cuatro años. Andrea es la joven al mando, y cuenta que el surf en Barcelona «está creciendo a un ritmo espectacular». Dice que solo en octubre ya tienen cerrados cerca de 130 alumnos, la mayoría de aquí, gente que quiere empezar. «Hemos doblado respecto al año pasado, no paramos de crecer». Barcelona es un destino turístico de primer orden. No se vende como ciudad surfera, pero los que practican este deporte no dudan en alquilar tablas en alguno de los puntos de la zona. «¿A quién no le gusta tener olas a solo 15 minutos del centro de una gran ciudad?», destaca Andrea. Por eso no entiende que la Administración no se dé cuenta del potencial económico de este deporte, que en ciudades menores, aunque con mejores condiciones de mar, llega a dejar varios millones de euros cada año.

En julio del 2013 se inauguró la Boardriders Barceloneta de las marcas Quicksilver, Roxy y DC. La megatienda ofrece, al margen de todo lo que se puede necesitar para surfear o patinar, tablas para alquilar, y si hay olas, es casi imposible dar con alguna libre. Estos días, la espera era de cerca de hora y media. No muy lejos de ahí, el Surf House Barcelona, un restaurante que se define como «nacido del estilo de vida californiano, fast food pero healthy (saludable) y de mucha calidad». Además de comida, propone actividades vinculadas con el surf y el paddle surf, como salidas nocturnas paseos a remo durante la puesta de sol.

Sin olas para el astro

Jordi Forner, surfista y propietario de Locals Barceloneta, donde uno puede guardar su tabla y demás enseres, recuerda que una vez hizo de anfitrión de Benjamin Sanchis, un primera espada internacional del surf. El chico se sorprendió de que aquí hubiera olas, y se dispusieron a bajar a la playa. Jordi llamó antes a su padre para ver cómo estaba la cosa. El mar estaba estupendo, apto para que Benjamin pasara un buen rato y pusiera la ciudad en el mapa surfero mundial. Pero había una pega: la policía estaba echando a los surfistas. Y no pudo ser.