Porno furtivo en las calles de Barcelona

La ciudad es plató habitual de productoras que graban sin licencia y asumen en su presupuesto la multa si son pilladas

Rodajes porno en Barcelona

Rodajes porno en Barcelona / periodico

CARLES COLS / BARCELONA

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"No mantener el orden y no ser capaz de mantener que las cosas sean serias acaba teniendo estos resultados". Esa es la opinión del exalcalde Xavier Trias sobre el hecho de que una pareja copulara en la estación de metro de Liceu. El concejal del PP Alberto Fernández Díaz, muleta del convergente Trias durante el anterior mandato municipal, golpeó sobre el mismo clavo: "Colau no puede convertir Barcelona en un capítulo de Gandía Shore". La política, sin embargo, suele ser una casa con techo de cristal. Barcelona es desde hace años un plató furtivo de vídeos pornográficos en la vía pública, desde tiempos de los últimos gobiernos municipales socialistas y, por supuesto, también durante la etapa Trias.

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Una joven esposada a una vara de madera es azotada en una callejuela del Gòtic. Otra baja medio desnuda las escaleras de la catedral. Lo de medio desnuda merece una precisión. Solo lleva camiseta, y rota. Nada más. Los turistas aprovechan y hacen fotos. En otra escena, una joven es paseada como una esclava por la Rambla. También va como una Eva.

La batería de vídeos y fotografías en los que aparece Barcelona como escenario de porno extremo es larga. Se distingue a la perfección la pasarela del Maremàgnum, la Sagrada Família, la plaza de Catalunya, en la que una actriz exhibe a gatas su anatomía íntima, la calle de Picasso y los jardines que Barcelona le dedicó en su día a Walter Benjamin.

LAS ESCENAS MÁS GRUESAS

Hay más. La cuestión es que la calle suele ser el escenario de los preliminares. Después, las escenas más gruesas suelen rodarse en el interior de algún establecimiento, pero sin excesivo disimulo. No en vano, forman parte de una colección temática bautizada como ‘Public disgrace’, vergüenza pública. Por ejemplo, en uno de los trailers accesibles a través de internet, la mayor parte de la acción transcurre tras el escaparate de una tienda de la calle de Ramalleres, a 20 metros de la sede del distrito de Ciutat Vella.

Detrás de esos vídeos está en parte una de las mayores productoras y distribuidoras del mundo porno extremo, Kink, afincada en San Francisco. Allí es una empresa sobradamente conocida. Nada de clandestinidad y anonimato. La suya es una línea de negocio tan boyante que en el 2006, por 14,5 millones de dólares, compró como sede y estudios un monumento nacional, el San Francisco Nartional Armory, en el distrito de Mission, un imponente edificio que en su día sirvió para rodar parte de la segunda entrega galáctica de George Lucas, ‘El imperio contraataca’. En su interior se recreó el planeta Hoth. Desde el 2006 lo que allí se rueda es otra cosa, por decirlo de algún modo, lo que se practica en los confines de la galaxia del sexo.

Barcelona es uno de los platós preferidos de los clientes de Kink. Al parecer, al público estadounidense suscrito a estos canales le gusta no solo la 'interpretación de los actores', sino también el decorado, sobre todo la arquitectura del Gòtic. Del rodaje se encarga actualmente una productora del este de Europa, uno de cuyos responsables asegura que la mayor parte de imágenes recogidas en este reportaje forman parte de grabaciones del 2009 (el alcalde era entonces Jordi Hereu) y obra de otra productora. Según dice, en el 2009 todo era aún más explícito.

EL REVELADOR 'NO' DE UNA ACTRIZ PORNO

Así lo confirma una actriz y modelo erótica, C. B., que en septiembre del 2009 fue invitada por aquella anterior empresa a participar en uno de sus rodajes, previsto para mayo del 2010. Rechazó la oferta, explica, por tres razones. Porque la remuneración económica era muy baja, porque le exigían trabajar sin preservativo (algo inviable en la California natal de Kink) y, sobre todo, por una tercera razón que viene al caso visto cómo Trias y Fernández Díaz han tocado ahora las trompetas de Jericó tras el vídeo de una pareja copulando en el metro. Según C. B., el equipo tenía previsto hacer una gira por Berlín, Budapest y Barcelona, al parecer tres urbes en las que los transeúntes responden con una laxitud moral sin parangón. En esas ciudades, al menos entonces, la productora no se tomaba la molestia de pedir permiso para rodar. Sencillamente, preguntaba a qué multas se exponía en caso de ser descubierta por la policía local y las asumía como gastos de producción.

El responsable de la productora europea que actualmente suministra los videos de 'Public disgrace' a Kink asegura que los tiempos han cambiado y que ahora solicitan permiso para grabar y que, al menos eso dice, no se contraviene ninguna ordenanza municipal. "En serio, la única multa que nos han puesto ha sido de tráfico", dice.

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Kink, sin embargo, no es la única distribuidora de vídeos porno que exhibe las calles de Barcelona. Hay más, pero suelen buscar lugares menos concurridos, parques menos transitados, y, por supuesto, no solicitan ningún tipo de licencia a la Catalonian Film Comission. Asumen la posible multa como gastos de producción y basta. De hecho, solicitar ese permiso sería un trámite inútil. Las ordenanzas prohíben practicar el sexo en la calle, sea o no con fines comerciales.