Deficiencias en la educación pública de la capital catalana

Familias de escuelas en barracones se organizan para exigir respuestas

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Pese a que la versión oficial es que todo sigue su curso y que no hay ningún proyecto parado, las familias del millar de niños barceloneses que acuden a diario a clase en precarios barracones ya no se fían de nada ni de nadie. «No tenemos ninguna confianza en los políticos. La fecha de inicio de construcción de la escuela se ha dilatado muchas veces y nunca se nos han comunicado; siempre les hemos tenido que perseguir para que nos den alguna respuesta, que después ha resultado no cumplirse», apunta Míriam Hernández, vicepresidenta del AMPA del CEIP Fluvià, en Selva de Mar, escuela en barracones desde el 2007. Esa misma crítica, o una muy similar, es compartida por los padres de los alumnos de la escuela Sant Martí, los de La Maquinista, los de Congrés-Indians y los del Mediterrània, que han decidido unirse en una plataforma única para compartir inquietudes y hacer presión conjunta para lograr lo que consideran justo: una escuela «de verdad» para sus hijos.

Después de varios retrasos, las obras del edificio definitivo del Fluvià -junto al Mediterrània, el que lleva más años en precario en la ciudad-, debían haber empezado el 1 de septiembre, aunque, hoy por hoy, todavía no han visto ninguna excavadora en el lugar. Las últimas noticias del Consorci d'Educació son que empezarán a finales de este mes, que únicamente están pendientes de la licencia municipal de obras.

MALES COMUNES / Incomprensión y falta de compromisos firmes a un lado, los problemas con los que conviven los alumnos de los ocho centros en barracones de la ciudad son muy similares. Espacios comunes insuficientes o nulos, inundaciones cada vez que llueve e imposibilidad de realizar actividades extraescolares en condiciones o de poseer un servicio de comedor propio. «Se les llena la boca hablando de educación moderna, y en nuestras escuelas ni siquiera se pueden dividir los grupos por falta de espacio», lamenta Victoria Giraldo, madre del Fluvià, quien también pone énfasis en la «alarmante» falta de monitores de apoyo para niños con discapacidad.

Y, pese a que han decidido unirse, «ya que se trata de un problema de todos» -una de sus primeras acciones como plataforma será crear un blog en internet, donde compartir los avances de su lucha-, el futuro de los distintos centros corre distinta suerte. Mientras en principio el Fluvià debería iniciar las obras en cuestión de días, La Maquinista, en Sant Andreu, sigue, desde hace dos años, pendiente de una sentencia del Tribunal Supremo, ya que el solar de la calle de Ferran Junoy cedido por el Ayuntamiento de Barcelona para levantar el edificio está en litigio con la propiedad, se trata de una expropiación forzada.

FUTURO INCIERTO / El caso del Congrés-Indians, también en Sant Andreu, es bastante distinto. Son los últimos en sumarse a los barracones -a penas llevan tres meses funcionando-y su trabajo les costó. El consorcio a punto estuvo de no crear el colegio, ni siquiera los barracones. Pero la presión de los padres y de la asociación de vecinos de Sant Andreu sur hizo que finalmente se levantarán los primeros barracones para este curso. Eso sí, la ubicación definitiva está todavía «en estudio, dependiendo de las necesidades de la zona». Es decir, aún no está claro que la escuela se llegue a construir, o si acabará fusionándose con el vecino CEIP Rosa del Vents, como siempre fue la intención del consorcio.

En la misma tesitura -pendiente de un hilo- se encontraba hasta hace poco el CEIP Mediterrània, al que también habían mareado con múltiples fechas de inicio de obras incumplidas. La última versión del consorcio es que finalmente sí se levantará y, es más, que estará listo a finales del curso 2011-2012.

Hasta que los padres vean que todos estos compromisos se convierten flamantes escuelas para sus hijos, prometen luchar. De momento, preparan una sentada popular en Sant Jaume para recibir al futuroconsellerde Educació.