Al contrataque

Saltando pantallas

JORDI ÉVOLE

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No me ha sorprendido que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, haya manifestado que "algunas familias no se han reunido por Navidad como hacían cada año porque el proceso catalán les ha dividido". Y el ministro ha añadido: "Lo digo desde el conocimiento de quien vive en Barcelona". Yo también vivo en Barcelona. Y también sé que ha habido jaleos navideños a raíz del proceso catalán. Sé de una familia que sí se ha reunido, pero que la reunión ha estado a punto de acabar como el rosario de la aurora. Y no es una exageración. Pero cuando todo un ministro nos da a entender que Catalunya se está fracturando incluso familiarmente, pienso que debe argumentarlo con datos consistentes. Y no me parece consistente hablar de "algunas familias". ¿Cuántas son algunas? Porque igual son casos aislados. No sé. ¿Y usted? ¿Lo sabe usted, ministro? Si sabe que eso es la norma y no la excepción, le ruego que me informe. Y con eso no quiero quitarle importancia a la excepción, si es que es una excepción, que no lo sé porque el ministro aún no me ha informado.

En el videojuego catalán vamos saltando pantallas. Y parece que la crispación crece a medida que se complica el juego, que de juego cada vez tiene menos. Yo también he visto humo -hasta los que niegan el humo saben que lo hay- pero aún no sé si está ardiendo Troya o es un señor fumando. ¿Está ardiendo Troya, ministro? ¿O por ahora solo podemos vender humo? Sí, ese humo no huele bien, aunque por ahora solo es humo ya que no sabemos nada más. ¿O usted sabe más? Si sabe más, por favor, infórmeme. Porque mientras no den más explicaciones, seguiré teniendo la sensación de que algunos prefieren acojonarnos a seducirnos, persuadirnos, convencernos, fascinarnos o cautivarnos con sus razones. Creo que ustedes tienen el deber de seducir con argumentos a los partidarios del derecho a decidir, incluso a los que reclamamos el derecho a decidirlo todo, no solo lo territorial. Y al revés, claro. A quienes impiden votar, también hay que seducirlos, persuadirlos, convencerlos, fascinarlos o cautivarlos con razones. Y que Dios reparta suerte. Pero Dios me libre de esa gente que está tan convencida de tener la razón que ni se preocupa de convencer con sus razones. Me da igual si son fans de separarse o de seguir casados con España. Yo no quiero casarme con este tipo de gente.

No nos engañemos: todos sabemos quién tiene la sartén por el mango y el mango también. Y yo ya estoy frito de que me saquen la Constitución. Porque yo creía que la Constitución me defendía. Y sí, ya sé que hay que cumplir la ley, pero todo el mundo sabe que las leyes se cambian. Así, es imposible seducir. Por eso, igual hay familias incapaces de reunirse en Navidad a resultas del proceso catalán. Porque en esas familias hay gente que imita demasiado a los políticos, a esos políticos que prefieren la crispación a la seducción.