El Periódico

Manteros, el otro corredor del Mediterráneo

La actividad se extiende por la costa, de Girona a Cádiz propiciada por la masa compradora y el escaso control policial

RAMON CURTO

Entre el pillaje, la permisividad y la tragedia humana, así se mueve el fenómeno de la venta ambulante. Aunque sin llegar a las cifras de Barcelona, hay mantas, cartones que se pliegan en un pispás, manteles, sábanas o trozos de tela sin más en todo el litoral mediterráneo. La actividad está presente todo el año, pero es con la llegada del buen tiempo cuando toma totalmente la calle. Aunque la venta ambulante ilegal es -tras la última reforma del código penal impulsada por el PP, que entró en vigor el 1 de julio del 2015- de nuevo un delito que puede acarrear una pena de prisión de seis meses a dos años, hay manteros en todos los centros vacacionales.