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El pasado del PP se vuelve ahora en su contra

Rajoy, junto a otros miembros del PP, en la sede del partido durante la noche electoral. 

Rajoy, junto a otros miembros del PP, en la sede del partido durante la noche electoral.  / JUAN MANUEL PRATS

Jesús Pichel

Mientras el Partido Popular tuvo mayoría absoluta tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado, entre 2011 y 2015, legisló sin miramientos imponiendo su mayoría como si no hubiera un mañana: embebido en la soberbia de su imbatibilidad en el Parlamento despreció toda negociación con los partidos de la oposición, aprobó en solitario recortes neoliberales y leyes ultraconservadoras, y recurrió ante el TC todo lo que no encajaba con su forma de entender España. Pero resulta que sí había un mañana (un después, un hoy, un ahora), y ahora que necesita negociar para mantenerse en el gobierno, se encuentra solo porque nadie le quiere como socio.

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Para alcanzar 'un acuerdo de mínimos' que permita un gobierno estable 'que pueda gobernar', pide el PP ahora a los demás la moderación, la generosidad y el sentido de Estado que no tuvo ni en la oposición ni en el gobierno. El problema es que se lo pide a quienes tienen sobre sus hombros dos pesadas cargas: lo que pasó en las dos últimas legislaturas, la de la mayoría absoluta y la fallida del 20-D (la soberbia, los recortes sociales, las innecesarias tensiones con los nacionalismos, los recortes de derechos y de libertades, la 'espantá' de Rajoy para la investidura, el suma y sigue de los casos de corrupción, y no sé cuántos etcéteras más), y las consecuencias que tendría ese apoyo en el futuro del país y de sus propios proyectos políticos.

Descartado el acuerdo de gobierno con Unidos Podemos (que Iglesias Turrión ha decidido convertir en 'un partido normal'), la realidad es que el PSOE solo tiene tes caminos: entregarse a la gran coalición con el PP; negociar contrapartidas a cambio de la abstención (o la ausencia) de uno, varios o todos para que gobierne el PP; o provocar unas terceras elecciones. Susto o muerte, vaya.

Mientras todo parece estar en 'stand by', el PNV ya ha puesto sobre la mesa la agenda vasca y el acercamiento de presos, quizá esperando averiguar si Rajoy Sáenz de Santamaría hablan euskera en la intimidad.

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