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"La gentrificación de la Colònia Castells ha traído consigo la mala educación"

Panorámica del futuro parque de la Colònia Castells, en Barcelona, con las obras a punto de concluir.

Panorámica del futuro parque de la Colònia Castells, en Barcelona, con las obras a punto de concluir. / ELISENDA PONS

El 28 de abril a las ocho de la tarde, en el parque de la Colònia Castells fui testigo del odio y fascismo indisimulado por parte de unos padres que, delante de sus hijos acosaron a gritos, insultos ("cerdas") con empujón incluido, a dos vecinas que entraron con su mascota. La jauría las rodeó intentando echarlas mientras les hacían fotos.

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Grandes señales indican que la entrada de perros sueltos está prohibida; otras más pequeñas muestran a perros atados sin la prohibición. También hay señales indicando que patines, bicicletas y pelotas están prohibidos sobre el césped, pero los hijos de la jauría incumplían esa norma ante la indiferencia de sus padres. Las normas son para todos por igual.

Soy bisnieta de la colonia que ya no existe. El ayuntamiento ha eliminado nuestro pasado histórico. Con la muerte de la colonia ha muerto la educación con la que nuestros bisabuelos y abuelos enseñaron a nuestros padres y estos a sus hijos. Los antiguos vecinos de la Colònia han sido víctimas de la gentrificación. Nuevos tiempos han llegado a la Colònia Castells: la mala educación y el fascismo cotidiano.

¿Qué pasará en el futuro con jaurías de padres semejantes a esos? El problema no son los perros.

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