La crisis del régimen del 78

Politólogos y analistas describen la situación política actual en España como la crisis del régimen del 78 y los esfuerzos del 'establishment' por restaurarlo y evitar que se convierta en crisis de Estado. Y desde luego, es un buen criterio para entender las sesiones de investidura de estos días.

La Constitución del 78 se fraguó a través de cuatro consensos fundamentales: monarquía parlamentaria como forma política del Estado, renunciando la izquierda a su ideal republicano a la vez que la derecha tradicional se desentendía de la monarquía heredera de la dictadura; Estado de las Autonomías como forma de administrar el territorio, renunciando la derecha al modelo unitario y centralista, y la izquierda al federalismo; economía social de mercado, síntesis de la economía liberal de libre mercado y de la economía social planificada; y, por último, la aconfesionalidad del Estado: la izquierda renunciaba al laicismo y la derecha más conservadora al modelo confesional del nacionalcatolicismo de la dictadura.

Y sin duda es esa Constitución del 78 la expresión más clara de la transición entre la dictadura y el nuevo régimen que pretendía ser democrático, y sus consensos la expresión igualmente clara de la renuncia a la ruptura y, por ello mismo, de la permanencia latente de adherencias (y herencias) franquistas. No olvidemos que la Transición y la Constitución misma se hicieron en libertad vigilada, con un permanente ruido de sables como macabra música de fondo.

Los gobiernos de los grandes partidos conservadores (de la UCD de Suárez, primero, y del PP de Aznar y Rajoy después) y del PSOE (de González y de Rodríguez Zapatero respectivamente) encarnan lo más sustancial y genuino de tal régimen del 78 y han sido los que han dado estabilidad al sistema (el 'régimen') que ahora hace aguas.