La prueba del algodón del empresariado catalán

El desinterés por conocer la publicación de la Historia del Foment del Treball (1771-2011) sucedió el mismo día en que se reunió por la mañana en Barcelona la Unión por el Mediterráneo

37011886 60

37011886 60 / periodico

JOSEP-MARIA URETA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La leyenda de que la historia del empresariado catalán era impublicable por sus pecados inconfesables de más de dos siglos quedó disipada el lunes. El incomprensible agujero documental que permita comprender el comportamiento de las clases dominantes del catalanismo burgués desde el siglo XVIII hasta hoy se ha rebajado así un poco más. Con indiferencia general.

El desinterés por conocer y celebrar en público como se merece la publicación, por fin, de la Historia del Foment del Treball (1771-2011) sucedió el mismo día en que se reunió por la mañana en Barcelona la Unión por el Mediterráneo (Puigdemont saludando a Dastis) y, por la noche, la gran gala del deporte catalán para reconocer a sus ídolos Márquez y Belmonte.

Tres actos en un solo día, con las cuitas para quedar bien con unos y otros (Duran Lleida y Sánchez Llibre saludando compulsivamente antes de que se iniciara el acto de Foment, para salir luego veloces a la gala deportiva, son el síntoma) han dejado en una inmerecida zona gris la presentación de un par de volúmenes de mil páginas que narra los orígenes y gestación del poder político catalán a cargo de dos historiadores de distintas escuelas, Manuel Milián Mestre (14 años de investigación en un archivo de 80.000 volúmenes) y Francesc Cabana, que en 14 meses ha despachado el recuento de actas de reuniones de los empresarios del último siglo. Ambos coinciden en situar como el origen del poder empresarial catalán y sus influencias como lobi político en los industriales que trajeron de Inglaterra las nuevas máquinas de tejer el algodón.   

Se eligió como gran invitado del acto al gobernador del Banco de España, Luis María Linde. Para hacerle honores previos, el presidente de Caixabank, Jordi Gual -que predicó con la excusa, cierta y documentada, de que la entidad que preside tuvo sus orígenes en el Foment-, fue lisonjero con el gobernador y le recordó su erudito conocimiento sobre Josep Pla, a quien dedicó un extenso artículo en el 2003 glosando la descripción del capitalismo del de Llofriu como algo desordenado, caótico e irracional pero a preservar porque es como la misma vida.

Un brindis (¿o espoiler?) de Gual a Linde, de quien todos esperaban (y había indicios de pacto de que iba a ser así) una glosa de lo que debía ser el futuro del empresariado al modo de hace dos siglos, una vez que el actual ha quedado neutralizado por el mandato constitucional de participar en los organismos del Estado. Así deja de ser el lobi empresarial más antiguo de Europa, desde que proponía liberalismo político y proteccionismo económico. El pasaje de cómo los de Foment convirtieron a Prim y le sufragaron su cambio de actitud, narrada por Milián Mestre, es un compendio de qué ha sido y lo que ha conseguido la burguesía catalana.

Linde se limitó, aguando todas las expectativas, a leer un documento del servicio de estudios de la entidad que preside. Parece que quien domina la llamada agenda catalana desde Moncloa decidió que el acto de la unión del Medterráneo no debía correr el riesgo de que un buen historiador hablara demasiado de Pla. El deporte hizo el resto.

Otra vez la prueba del algodón.