'Estelades' y libertad de expresión en el Calderón

Seguidores azulgranas exhiben sus banderas en el interior del Vicente Calderón horas antes de la celebracion de la final de Copa del Rey.

Seguidores azulgranas exhiben sus banderas en el interior del Vicente Calderón horas antes de la celebracion de la final de Copa del Rey. / periodico

CARLOS F. MARCOTE / MADRID

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Nadie impidió que las ‘estelades’ se desplegaran en el Calderón. Tampoco que, aunque en mucha menor proporción, fueran paseadas por calles y plazas del centro de Madrid, donde coincidieron y se mezclaron los seguidores de los dos finalistas durante todo el día sin que se produjeran incidentes. Cierto es que por Sol, la Plaza de Oriente, Plaza de España, Plaza Mayor y aledaños las banderas de España ganaron a las enseñas independentistas. Una ventaja que después en el estadio fue volteada.

Hubría ocurrido igual, casi con seguridad, en el caso de que la prohibición decretada en principio hubiese seguido adelante. Así lo indicaban las intenciones de la inmensa mayoría de los seguidores culés, que tenían la idea fija de camuflar las ‘estelades’ e introducirlas como fuese en el recinto. Al final, no hubo que recurrir a ninguna maniobra de distracción para burlar los controles policiales.

GENTE DE PAZ

Lo celebraba a metros escasos de uno de los accesos del primer anillo de seguridad Josep Pomes, un veterano socio de Barça, uno de los pocos que no habría intentado engañar a las fuerzas de seguridad. "Nosotros somos gente de paz. No soy ningún radical", decía a EL PERIÓDICO Pomes, convencido de que haber vetado los símbolos independentistas hubiese sido "hacer el ridículo". "¿Qué democracia tenemos que no puedes exhibir unas banderas? Y es que la ‘estalada’ no es una bandera ilegal y ellos mismos dicen que no incita al odio y la violencia. Hemos ido a todos sitios, a 20 finales y nunca tuvimos ni causamos problemas".

Coincidía en ese planteamiento Guillem, un socio recién llegado de Lleida, aunque él no habría dudado en camuflar la bandera independentista para poder exhibirla en el estadio. "Y si nos la hubiesen quitado, nos la habríamos pintado", terciaba su hija Xus.

"Cuanto más lo prohiban, más lo fomentarán. Tampoco creo que se produzca el efecto contrario, sino el que buscan... Es un movimiento totalmente pacífico. Llevamos 27 finales en diez años, todas con ‘estelades’ y ninguna incidencia", afirmaba Guillem, que justifica también los pitos al himno y al Rey: "Cada uno actúa como cree conveniente. Si sucede, es consecuencia de algo".

LAS REGLAS DEL JUEGO

No lo ve así Juan Diego Camino, socio y accionista del Sevilla, envuelto en la bicolor española, que se encendía al pensar en los pitos que esperaban al Rey y al himno. "Vamos a cantar y a pitar más fuerte que ellos. Es la Copa del Rey y de España y si no les gusta, que no la jueguen. Si no aceptan las reglas del juego, que no vengan", señalaba Camino, que no entiende la marcha atrás de los jueces: "Si es un símbolo que representa a un país que no existe, no le veo sentido. No está legitimada y es un signo de provocación".

No todos los sevillistas son de esa cuerda. "Si no son ilegales, que lo desconozco, me parece bien que lleven las 'estelades'", apuntaba David Navarro, también socio sevillista, quien no se mostraba crítico con los silbidos: "No me gustan, pero en un país democrático cada uno puede manifestarse como crea oportuno". Lo más curioso es que portaba y aireaba con fuerza una bandera española con el toro negro en medio.

"BARCELONISTA Y ESPAÑOL"

Sin astado llevaba la divisa estatal, pero sobre una camiseta del Barça, Rubén González, llegado de Santander para empujar al cuadro azulgrana. "Barcelonista y español", se definía, aunque siempre partidario de que "la gente se exprese como quiera". "Las personas tienen todo el derecho a expresarse y me parece que ha quedado claro que llevar ‘estelades’ no es incitar al odio y la violencia". Lo firma Roger, otro socio y peñista del Barça, que hace dos temporadas fue denunciado en Granada por lucir una 'estelada', aunque no hubo mayores consecuencias después de que airease lo sucedido en los periódicos catalanes. Su amigo Aleix, peñista de L’Ametlla de Mar, solo se planteó lucir la 'estelada' después de que Dancausa la prohibiera.