LA CRISIS AZULGRANA

"¡Xavi sí, Laporta no" (con silbidos)

Laporta se cansa de Xavi

Xavi intenta sofocar la crisis: "Nada ha cambiado, la confianza del presidente está intacta"

Laporta y Yuste en el palco de Montjuïc durante el Barça-Rayo.

Laporta y Yuste en el palco de Montjuïc durante el Barça-Rayo. / Jordi Cotrina

Albert Guasch

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Montjuïc abrió un referéndum de aquellos propios del viejo Camp Nou en épocas convulsas. Pero como todo en Montjuïc, de baja estofa, licuado, de pulsión limitada. “¡Xavi sí, Laporta, no!”, se vociferó en diversas ocasiones, partiendo del fondo de animación. Unos les secundaron y otros, silbaron. Ni una ni otra opción hicieron furor, pero por primera vez desde que es presidente, Laporta escuchó gritos de descontento.

El partido ante el Rayo perdió en atención con el pulso que se ha abierto entre el mandatario y el entrenador. Laporta, filtrando que va a improvisar de nuevo y que planea despedir a Xavi. Este, no dándose por aludido. “No sé si hago mala cara o no, pero estoy muy tranquilo. Con la conciencia tranquila, dando todo para que esto funcione y con ilusión para seguir trabajando y para que empiece la próxima temporada”, dijo a DAZN antes de que empezara el partido. Tan cómplices que eran y así están, lanzándose mensajes de forma explícita o implícita.

Tras el partido se vieron cara a cara al fin. Apenas cinco minutos y después de la rueda de prensa en que Xavi repitió eso de que para él, nada ha cambiado. Se emplazaron a hablar una vez concluya la Liga, pasados al menos siete días. Todo de forma breve y fría. La sensación que desprendió es que nada ha cambiado en los planes del presidente de cambiar al titular del banquillo azulgrana.

Laporta había optado por sentenciar a Xavi por vía interpuesta, disimulando. No acalló el ruido en Zaragoza antes de la final de la Copa de la Reina del sábado ni tampoco permitió que Deco, el director deportivo, o Rafa Yuste, el amigo de infancia al que le ha regalado el cargo de vicepresidente deportivo, hicieran declaraciones a la cadena con derechos, como es costumbre. Ni ratificar ni desmentir lo que se sabe, que Laporta se ha indignado con Xavi y ya no lo quiere. Apenas tres semanas después de ratificarlo.

Xavi, durante el Barça-Rayo en Montjuïc.

Xavi, durante el Barça-Rayo en Montjuïc. / Jordi Cotrina

Como hiciera con Ronald Koeman, Laporta ha dejado en vilo a Xavi. Dos leyendas, humilladas públicamente, obligadas a manifestarse ante los diferentes micrófonos y en ruedas de prensa sin la información que el mínimo decoro exige. Ha tomado el mandatario una decisión que, por lo que parece, ni siquiera ha consensuado con Deco, ya de regreso de Portugal y presente en Montjuïc. Todo a golpe de vehemencia, la continuidad y la salida.

Y es el respeto a la leyenda lo que pareció reclamar la grada. Si el "Xavi sí, Laporta no" generó división, en cuanto se optó por aclamar al entrenador, sin el presidente en la ecuación, el estadio se unió. "¡Xavi Hernández!", se coreó al unísono. ¿Servirá para que Laporta vuelva a enmendarse? Váyase a saber. Pero quedó claro que el técnico de Terrassa cuenta con predicamento popular. Una satisfacción para él en estas horas amargas. Al menos este domingo Xavi le ha podido ver la cara y escuchar el tono de su discurso.

Antes del encuentro con el presidente Xavi mantuvo un mensaje institucional tras las consignas coreadas a su favor y en contra de Laporta. "Eso no me gusta", dijo. "Siempre busco la unión, el consenso, somos de grupo y más en el Barça. No me ha gustado esta situación, estos cánticos contra el presidente, es desagradable, ojalá la podamos reconducir".

E insistió Xavi en la ilusión que tiene sobre la próxima temporada. "Tenemos que estar unidos todos en el club. En ilusión, en ambición… La mía no ha cambiado". Los cánticos generales a su favor le dieron fuerza. "Siempre he tenido la estima de la afición. Muy emocionado", dijo.

Quizá en los reproches de la grada también interviene la sensación de improvisación en el ámbito institucional, con la economía hecha trizas y el escándalo de los avales. Difícil de saber en un estadio repleto de turistas y la masa social titular en casa. De nuevo, baja asistencia. Apenas 35.000 asistentes en Montjuïc.