La suciedad en Barcelona: L'Eixample

Jordi Otix

Preguntado sobre si temía que aquella calle, antes reservada a los coches y ahora más destinada al disfrute vecinal, se convirtiera en epicentro de botellones y jaleo, el concejal de Sant Martí, David Escudé, dijo que el ayuntamiento no dejará "en ningún caso de transformar la ciudad" por miedo a efectos colaterales poco deseados. Lo expuso el miércoles en la nueva plaza ganada al asfalto en Almogàvers con Zamora. En ese acto, como suele suceder con todo lo que tiene que ver con la filosofía de las supermanzanas, se blandió el ejemplo de Sant Antoni. Ahí, en el Eixample que linda con la antigua Barcelona amurallada, la transformación del mercado y la expulsión del automóvil, amén del nuevo aspecto urbanístico, multiplicó el uso ciudadano del espacio público. Y eso, como era de esperar, ha generado más suciedad, y por eso el entorno de la lonja es uno de los puntos de la ciudad en los que se interviene de manera prioritaria en el plan de choque destinado a limpiar la ciudad.