Un ataque de 62 grafiteros en Barcelona deja cuatro trenes de metro vandalizados y afecta al servicio

El asalto de un nutrido grupo de grafiteros a una estación de la L5, el 10 de octubre, es la demostración más evidente de hasta qué punto esta práctica vandálica ha evolucionado en los últimos años. Lo sabe TMB, lo saben los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana y lo viven los responsables de la seguridad del metro, que suelen ser los primeros en intervenir cuando hay un aviso. Años atrás, el perfil podía ser el de un chaval de entre 17 y 20 años que pasaba de las gamberradas clásicas a pintar trenes. Un salto importante que se traducía más en 'tags' (firmas) que en dibujos elaborados. Solían ir en grupos de tres, máximo cinco, y actuaban muy deprisa. La cosa, ahora es mucho más sofisticada. E internacional, porque el grupo que entró en la L5 albergaba personas de distintos países. Y de hecho, la organización de la incursión se fraguó en un país del centro de Europa.

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