Alex Ricardo , coleccionista de coches antiguos, opina sobre la nueva normativa para reducir la contaminación en Barcelona

JORDI COTRINA

Circular por Passeig de Gràcia en un Jaguar Mk de 1948 el primer día de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) es como encenderse un Montecristo en la cafetería del Hospital Clínic: puestos a transgredir qué menos que hacerlo con clase. Este modelo de gasolina con salpicadero de madera y una dirección asistida fina como las compuertas de un submarino fue construido antes del 2000 (y antes de 1950 también) y, en consecuencia, es un auto prohibido para las calles de Barcelona a partir de este 2 de enero. Pero a su paso no despierta ninguna mirada de reprobación entre los ciudadanos. Todo lo contrario, a sus 80 años mantiene intacta su capacidad de seducción y levanta solo miradas de deseo. Mientras ha durado el trayecto de esta mañana ningún agente de la Guardia Urbana de Barcelona le ha dado el alto a Álex Ricardo, su conductor, para advertirle de que está incumpliendo la nueva normativa contra los coches contaminantes y que a partir del 1 de abril eso le va a costar 100 euros de multa.