Ciencia y sociedad

Las matemáticas pueden descifrar el futuro

En el Siglo XIV ayudaron al Gran Maestre Templario a sentenciar la vida de un rey y de un Papa

Jacques de Molay.

Jacques de Molay. / Bibliotheque Nationale de France

Eduardo Costas, catedrático de Genética, UCM

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La histórica maldición de Jacques de Molay, el Gran Maestre templario, puso de manifiesto en 1314 cómo los conocimientos avanzados pueden anticipar el futuro de un rey y de un Papa sin necesidad de adivinarlo: basta una buena base matemática para conocer cuándo van a morir con una alta probabilidad de ocurrencia.

El 18 de marzo de 1314 moría Jaques de Molay, el último Gran Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios. Fue quemado vivo en una monumental hoguera frente a la Catedral de Notre Dame. Miles de personas presenciaron el evento, presidido por los 2 principales artífices de su desgracia: el Rey Felipe IV de Francia y el Papa Clemente V.

Por entonces Jaques de Molay apenas era una sombra del impresionante caballero que había sido. Sometido a atroces torturas, subió al cadalso mutilado, con los huesos fracturados, las articulaciones descoyuntadas, quemado, castrado y a ciegas pues incluso le habían arrancado los ojos.

Pero cuentan las crónicas de la época que justo cuando las llamas alcanzaron su cuerpo maldijo al rey Felipe IV y al Papa Clemente V con su poderosa voz de antaño: “Labrasteis mi ruina, pero antes de que termine este año habréis muerto y os reuniréis conmigo en el Tribunal de Dios. También maldigo a la extirpe real de los Capetos que pronto desaparecerá de la faz de la Tierra para siempre”.

Tan terrible maldición se cumplió rigurosamente. El Papa Clemente murió transcurrido poco más de un mes (el 20 de Abril de 1314). El Rey Felipe IV también falleció ese mismo año (el 29 de Noviembre de 1314). Pocos años más tarde murió Carlos IV, hijo de Felipe IV, sin un hijo varón que pudiera sucederle. Como predijo Jaques de Molay, la dinastía de los Capetos se extinguió y una nueva dinastía -los Valois- se apropió del trono de Francia.

Por si fuera poco, la prohibición de la Orden de Temple se dictó un viernes 13. Desde entonces se asocia el número 13 y los viernes con la mala suerte.

El que se cumpliese al pie de la letra la terrible maldición proferida por el último de sus Grandes Maestres ayuda a que los Caballeros Templarios hayan atraído la fascinación de miles de personas a lo largo de la historia.

Infinidad de sesudos estudios académicos tratan sobre la intrincada y arcana historia de la Orden del Temple, pero también se han hecho decenas de documentales, videos, artículos en diarios y semanarios, así como numerosas novelas y películas más o menos fantasiosas. Por supuesto, los Caballeros Templarios son también protagonistas esenciales de multitud de teorías conspiranoicas a cada cual más descabellada.

Las matemáticas pueden ayudarnos a anticipar el futuro.

Las matemáticas pueden ayudarnos a anticipar el futuro. / Tumisu en Pixabay.

¿Cómo conocer el futuro?

Parte de los expertos sugieren que la Orden del Temple era tan poderosa que, pese a su prohibición, muchos de sus integrantes pasaron a la clandestinidad y se ocuparon de que la maldición dictada por su Gran Maestre fuese efectiva.

Fundada en 1119 por Hugo de Payns tras su vuelta de Tierra Santa, la Orden del Temple contó inicialmente con un núcleo central de 9 caballeros franceses (3 veces 3, lo que representaba la máxima perfección por la relación del número 3 con la Santísima Trinidad).

A lo largo de sus casi 2 siglos de historia, los Templarios crecieron desmedidamente, destacando como excelentes militares que no se arrendaban ante nada. Fueron célebres por entrar en combate bajo el lema “Y si me dices que son muchos los enemigos yo te contesto: el fuego no se deja impresionar por la cantidad de leña que tiene que quemar”.

También resultaron ser hombres de negocios y prestamistas extremadamente avezados. De hecho, fundaron el equivalente al primer gran banco multinacional de la historia, lo que les hizo ser extremadamente ricos e influyentes. Eso les valió grandes enemistades y envidias.

Historiadores reputados coinciden en que su riqueza fue la principal razón de su prohibición por parte del arruinado rey Felipe IV, quien debía una enorme fortuna al Temple. También el Papa Clemente V veía con ojos codiciosos la riqueza del Temple. De hecho, tras la prohibición de los templarios, las grandes riquezas de la Orden fueron repartidas entre la Iglesia católica y el rey Felipe IV. Varios nobles consiguieron también su parte.

Grandes conocimientos

Indudablemente, la Orden del Temple tuvo el poder para ejecutar la postrera amenaza de Jaques de Molay. Pero es probable que Jaques de Molay no necesitase ninguna ayuda para que su maldición se cumpliese.

A fin de cuentas, los Caballeros Templarios fueron poseedores de grandes conocimientos, especialmente en matemáticas y arquitectura. Un conocimiento que recogieron de los clásicos y que en la atrasada Europa del medievo se habían perdido, pero que los Templarios consiguieron recuperar a través de sus contactos en Tierra Santa con el islam.

A pesar de que buena parte de sus construcciones fueron destruidas, aún hoy en día se mantienen en pie impresionantes edificaciones militares y religiosas. En España tenemos, entre otras obras templarias, los castillos de Peñíscola, del Bierzo, de Jerez de los Caballeros, de Monzón, de Tortosa, de Caravaca de la Cruz, de San Servando, así como la impresionante Iglesia de Santa Maria de Eunate o la Iglesia de San Juan.

Pero para intuir la esencia de la Orden del Temple no es necesario contemplar sus grandes construcciones. Basta con acercarse a la modesta ermita de la Vera Cruz de Segovia (llamada Iglesia del Santo Sepulcro en los tiempos del Temple). Su nave de planta dodecagonal, en cuyo centro se sitúa un edículo de dos alturas destinado a los complejos ritos iniciáticos de los templarios, no se parece en nada a los edificios religiosos que estamos acostumbrados a ver.

Esta humilde ermita se construyó siguiendo el patrón de la Mezquita de la Roca de Jerusalén (cuya planta es octogonal). El edículo central se inspira en el de la Basílica del Santo Sepulcro que obsesionó durante décadas a Hugo de Payns el fundador del Temple. La geometría de la ermita de la Vera Cruz sorprende a iniciados en matemáticas. Elementos geométricos fundamentales, geometría euclideana, razones áureas…, la ermita del Santo Sepulcro es un canto a los elementos de Euclides (que, según parece, todo caballero templario debía dominar).

Pero también durante el anochecer y amanecer de los solsticios y equinoccios pueden observarse notables hitos astronómicos a través de las estrechas ventanas de tan peculiar ermita. Incluso cuenta con curiosas propiedades acústicas: uno puede hablar bajo en un vértice y ser escuchado en otro vértice opuesto, pero no en el centro, ni siquiera a unos pocos pasos.

Quienes la construyeron sabían lo que hacían. A pesar de que, tras la prohibición del Temple, a esta ermita se la añadieron 3 ábsides, una sacristía semicircular y un torreón de planta cuadrada en un intento de “normalizarla” con otra iglesias católicas, la verdad es que en poco se parece a un templo habitual. Mas bien se trata de un monumento al conocimiento geométrico y astronómico.

Los conocimientos avanzados permiten descubrir lo que probablemente ocurra.

Los conocimientos avanzados permiten descubrir lo que probablemente ocurra. / Rostislav Uzunov en Pixabay.

Hombres sabios

Probablemente estos conocimientos matemáticos hicieron que el caballero Jaques de Molay lanzase su acertada maldición. Solo, aislado y destruido por la tortura, sabiendo que miles de caballeros templarios habían sido asesinados, al menos podía contar con su sabiduría.

E indudablemente Jaques de Molay sabía que en la Edad Media muy poca gente conseguía vivir muchos años. En 1314, la media de edad de las personas muertas en un determinado año era muy baja. De hecho, entre los nobles franceses apenas alcanzaba los 35 años. Y era extraordinariamente raro superar los 45.

El Rey Felipe IV tenía ya 46 años y venía de una larga estirpe muy consanguínea. Empleando datos de las escasas tablas de edad disponibles para la alta sociedad francesa de su tiempo, puede estimarse que la probabilidad de que muriese durante el siguiente año estaría alrededor del 36%. El Papa Clemente V era aún más viejo (ya tenía 50 años) y no era célebre por gozar de buena salud. Así, la probabilidad de que muriese durante el siguiente año sería de alrededor de un 43%. Por tanto, la probabilidad de que ambos muriesen durante el año 1314 sería de algo más del 15%.

Visto así no parece mucho. Pero 8 de cada 10 españoles juegan a la lotería de Navidad totalmente convencidos de que les tocará al menos algún premio. Y la probabilidad real de que eso ocurra es de solo el 15,304%, similar a la de que tanto Rey Felipe IV como el Papa Clemente muriesen en 1314. Probabilidades de éxito cercanas al 15% le parecen suficientes a la mayor parte de la gente.

Sin duda es mucho más atractivo pensar en una oscura conspiración para llevar a la práctica la maldición del caballero Molay. Pero Jaques de Molay pudo lanzar su terrible maldición sobre la misma base probabilística por la que la mayoría de la gente decide jugar a la lotería.

Por otra parte, la Teoría de Juegos, aún no formulada en su época, también le da la razón. Morir sin más, resignado a su situación, no le hubiese reportado beneficio alguno. De haberlo hecho así hoy en día seguramente nadie estaría hablando de los caballeros templarios. Pero lanzar una terrible amenaza -que tenía una probabilidad bastante aceptable de cumplirse- era una estrategia excelente. Y acertó.

Extinción dinástica

En todo caso, el Gran Maestre Jaques de Molay había lanzado otra amenaza cuya probabilidad de que se cumpliese era prácticamente segura: la extinción de la casa de los Capetos.

Hay una razón científica tremendamente sólida para ello. A lo largo de la historia las dinastías reales tienden a casarse entre familiares más o menos consanguíneos. Aunque suelen evitar la consanguinidad excesiva (por ejemplo, casarse entre primos carnales) sí suelen hacerlo con primos algo más lejanos. El problema está en que la consanguinidad va así aumentando poco a poco a lo largo de las generaciones. Y los seres humanos toleran muy mal la endogamia.

El propio rey Felipe IV era bastante consanguíneo. Su hijo Carlos IV lo era aún más y lo que es peor tuvo una extraña fascinación por sus primas carnales. Su primer matrimonio con Blanca de Borgoña fue anulado por el Papa Juan XXII por consanguíneo, pero luego se casó con Juana de Evreux que también era prima suya.

Como era fácil prever, sus matrimonios consanguíneos no lograron dar el fruto anhelado de un hijo varón y así se extinguió la Casa de los Capetos, una casa real que desde que llegó al trono en el año 987 había ido acumulando consanguinidad.

No es algo raro. La endogamia acabó con numerosas casas reales a lo largo de la historia. La extinción por consanguinidad de los Austrias que reinaron en España está especialmente bien documentada. La dinastía de los Habsburgo reinó en nuestro país desde 1516 pero, con la muerte sin descendencia de Carlos II, la línea se extinguió en 1700 y la monarquía española pasó a la dinastía de los Borbones.

¿Conocían la Navaja de Ockam?

Aún hoy en día los Caballeros Templarios ejercen una extraordinaria fascinación en la gente incluso entre los científicos y los historiadores. Por ejemplo, a alguno de mis colegas con grandes conocimientos matemáticos le gusta pensar que los Grandes Maestres Templarios conocieron el principio de la Navaja de Ockam incluso antes que el propio Ockam lo formulase.

Pero lo más sorprendente que se escribe sobre los Templarios es que ante todo resultaron custodios del más extraordinario descubrimiento de la cristiandad que supuestamente realizó el fundador de la Orden, el caballero Hugo de Payns en Tierra Santa: el Baphomet.

Entre sus complejas ceremonias de iniciación antes de ser armados caballeros, parece ser que los aspirantes a templarios pasaban una noche en vela meditando junto al Baphomet, una extraña cabeza embalsamada muy antigua. Entonces les revelarían el gran secreto de la Orden: el Baphomet sería nada menos que la cabeza embalsamada del propio Jesucristo, lo que estaría contradiciendo la creencia en su resurrección. Como es natural entre los cristianos, no es popular esta versión, pero incluso la Wikipedia recoge la versión de que el Baphomet puede ser la cabeza embalsamada del propio Jesucristo. Esta visión está mucho más aceptada entre los estudiosos judíos o musulmanes.

Sin duda los Templarios nos atraen con su misterio. Pero seguramente deberíamos estudiarlos usando la Navaja de Ockam: la explicación más sencilla es la más probable. Y Jaques de Molay pudo lanzar una maldición sin más que asustar. Pero tenía una elevada probabilidad de acertar. Y acertó.

Referencias

Alvarez G; F. C. Ceballos and C. Quinteiro. 2009. The Role of Inbreeding in the Extinction of a European Royal Dynasty. PLOS ONE. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0005174

Barber, M. The New Knighthood: A History of the Order of the Temple. Cambridge University Press, 1994

Bretthorst, G. Larry (ed.). Probability Theory: The Logic of Science. Cambridge University Press. ISBN 978-0-521-59271-0.

Burman, E. The Templars. Knights of God. Crucible, 1986. ISBN 0-89281-221-4