Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: El único futuro de esta niña es huir

Escena de ‘La ley del mar’

Escena de ‘La ley del mar’ / TVE

Ferran Monegal

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Discrepo de las críticas que ha recibido TVE por haber emitido de golpe los tres capítulos de la serie ‘La ley del mar’. Su éxito de audiencia les avala. Con un tema tan poco ‘divertido’ como es la tragedia de una patera llena de africanos a la deriva, consiguieron liderar la noche televisiva del domingo, durante dos horas y media seguidas.

La teoría de que la audiencia ya tenemos el corazón como el caparazón de una tortuga y cambiamos de canal cuando vemos a pobres migrantes en el mar intentando llegar a nuestras costas, esta teoría –que algo tiene de cierta, sí– esta vez no se ha cumplido. La historia, verídica, del pesquero de Santa Pola ‘Francisco y Catalina’, ocurrida en 2006, y que auxiliaron a 50 africanos a la deriva, es el objeto de esta producción. La protagoniza Luis Tosar como patrón del pesquero. Está como siempre suele estar: perfecto. También Blanca Portillo borda su papel como embajadora de España en Malta. Entre los migrantes quisiera destacar al actor senegalés Lamine Thior, a quien vemos de vez en cuando en ‘El intermedio’ en clave de afilado y punzante humorista.

En esta serie tiene momentos profundos. Le cuenta al patrón que lleva dos años caminando por desiertos, golpeado por policías, explotado por las mafias, vejado por sátrapas y caciques. Se enriquecen desangrando la ‘negritud’. Dentro de lo que cabe tuvo suerte este grupo: dieron con un patrón humanista que sabe que la ley del mar consiste en auxiliar al náufrago y darle ayuda. Y en los ojos de una niña que también iba en la patera con su madre, se dibujó entonces un brillo, un repunte lumínico. Esta niña, de tres años de edad, fue salvada, pero ha aprendido que el único futuro de un africano es huir. En esta serie escuchamos a los marineros hablar en catalán-alicantino. Con toda naturalidad. Es una normalización que celebro.

Estos tres capítulos retratan solo un tramo de la trágica diáspora africana. Queda por hacer la serie completa. Desde que salen de su país, su largo y dramático trayecto, hasta que llegan a Europa. Los que sobreviven. Y seguir, y ver cómo en Europa les recibimos. No reclamo una producción hollywoodiense tipo ‘Raíces, Kunta Kinte’. Con solo seguir lo que ha vivido esta niña, y lo que vivirá en el ‘paraíso’ europeo, habría suficiente desgarro. Una serie ‘verité’. Una mirada necesaria. Que se nos caigan, de vergüenza, las pupilas.

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