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La crítica de Monegal: Ana Obregón y el don divino de la ubicuidad

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Ferran Monegal

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Fue prodigioso. El miércoles noche ibas apretando botones del mando a distancia y no paraba de salir Ana Obregón por todas partes. Estaba en TVE-1 con Jordi González celebrando un ‘Lazos de sangre’ sobre Julio Iglesias. Estaba al mismo tiempo en Tele 5 con Carlos Sobera como protagonista de ‘El musical de tu vida’. Y no apareció también en Antena 3 –la tenían como estrella invitada de ‘Joaquín el novato’– porque decidieron emitirlo 24 horas más tarde.

¡Ah! Este don de la ubicuidad, o capacidad para la bilocación o trilocación incluso, de forma sincrónica y simúltanea, solo lo poseían hasta ahora El Supremo Hacedor Dios Nuestro Señor, el Espíritu Santo y, según los manuales hagiográficos de la Iglesia Católica, también unos pocas criaturas muy virtuosas, como aquel humilde dominico peruano, Martín de Porres, el primer santo mulato de América, que fue visto en Francia, en China y en Filipinas, al mismo tiempo, y en una misma mañana. Pero Ana Obregón no está ungida con el divino don de la ubicuidad. Es la tele la que la busca afanosamente como gancho para conseguir audiencia, y le graba programas. O sea, la tienen enlatada. Y las cadenas la sueltan a la vez, para hacerse la competencia y fastidiar al rival.

Lo de Ana en ‘Lazos de sangre’ (TVE1) fue una incrustación para que contase anécdotas de Julio Iglesias, que en breve cumplirá 80 años. La velada, aparte del cotilleo, tenía como ingrediente original un documental que protagonizó Chábeli junto a su hermano Julio José. Es bastante surrealista dedicar un homenaje a Julio Iglesias y que el propio Julio Iglesias no haya participado. Quizá saldrá la proxima semana; han anunciado una segunda parte. Lo de Ana en Tele 5 ha sido una ceremonia dedicada exclusivamente a ella, resaltada con ilustraciones musicales. El pico de audiencia seguramente se consiguió cuando Sobera le dijo: «Eres abuela y madre a la vez, Es una sensación muy completa». Y Ana contestó, emocionada: «¿Qué madre no cumpliría el último deseo de su hijo antes de morir?». Se silenció cualquier referencia a la polémica sobre el uso de un vientre de alquiler como quien contrata un microondas.

En cualquier caso se constata que el don de la ubicuidad televisiva de Ana Obregón no es de origen divino. Es fruto del hambre caníbal que tienen las cadenas. Necesitan engancharnos.

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