TÚ Y YO SOMOS TRES

Tras el virus nada será igual, será peor

¿Cómo será el mundo después de la pandemia? se preguntan continuamente en la tele. Quieren animarnos, pero son solo ilusiones

Tras el virus nada será igual, será peor

Tras el virus nada será igual, será peor / periodico

Ferran Monegal

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Durante estos últimos dos meses, en todas las cadenas, en la mayoría de programas, he escuchado y visto que se ha ido repitiendo la misma pregunta: «¿Cómo será el mundo después del coronavirus?». Ha sido una pregunta llena de inquietud. Multitud de tertulianos bienintencionados e ingénuos nos han ido diciendo que el mundo será mejor. Que habrá más solidaridad y conciencia social. ¡Ah! Quisiera contrastar este cúmulo de buenas intenciones con otras opiniones –pocas– que partiendo del estudio de la condición humana nos han advertido en la tele de todo lo contrario.

El profesor José Antonio Marina, expertísimo educador y gran analista del comportamiento de los bípedos implumes, o sea, de nosotros mismos, le decía el otro día a Cristina Pardo (La Sexta): «En la especie humana la solidaridad siempre es epidérmica. Las emociones son efímeras. Hace poco se hizo una campaña en televisión en favor de unos niños abandonados. Hubo un alud de llamadas. No se pudieron atender todas aquel día. Las que se atendieron al día siguiente ya no hubo donaciones. Habian pasado 24 horas. La gente ya no estaba bajo la presión emocional del momento».

En el último Informe semanal (TVE-1) le preguntaron a Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea, cómo ve la solidaridad en la UE. Exclamó: «¡La única solidaridad ha sido obligar a que los países pobres se endeuden más todavía!». Hace  unos 15 días Jordi Évole (La Sexta) conectó por Skype con Rosa María Sardà. Quería saber cómo imagina ella el mundo tras la pandemía. Contestó con tristeza infinita: «No saldremos mejores. Seguirá la explotación del hombre por el hombre».

Acabemos con un golpe que parece humorístico pero que quizá no lo es. En la serie Diarios de la cuarentena (TVE-1) un joven conecta con su novia por video conferencia. Se iban a casar pero les pilló el aislamiento y llevan 60 días separados. Mientras hablan y se miran, por detrás de ella aparece de improviso un guapo pollastre en albornoz. Es decir, ha mitigado el confinamiento con un amante magnífico. No acaba aquí el prodigio. Por detrás del novio también aparece de pronto una hermosa dama con la que ha vivido una cuarentena la mar de sugestiva. ¡Ahh! Al margen de la similitud con el famoso caso del mundo cotilla llamado Merlos Place, se constata que el virus aumenta la condición de farsantes y cornúpetas.