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La sequía de Catalunya, mas allá de Díaz Ayuso
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La sequía que sacude a Catalunya ha alcanzado la categoría de debate a nivel estatal. Algunos dirigentes políticos, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), han criticado la gestión del Govern, quien sugirió que en la capital española no hay sequía porque se gestionan mejor los recursos hídricos. Pero, ¿son comparables la situación de Catalunya y la de Madrid? Lo explicamo
Uno de los mantras repetidos para quitarle importancia a la situación de sequía que puede vivirse en España es que este es un país en el que siempre ha habido sequías. Efectivamente, la península Ibérica, y más específicamente la vertiente mediterránea, son espacios proclives a sufrirlas. Pero la sequía que hoy sufre Catalunya no tiene precedentes. Es, de acuerdo a los registros históricos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología, la más grave en términos de extensión, duración e intensidad. Lleva lloviendo menos de lo normal desde 2021. Es lo que ha llevado al Govern a declarar la situación de emergencia por sequía en el sistema Ter-Llobregat, que abastece a más de 200 municipios de la provincia de Barcelona y Girona, en el cual vive la mayor parte de la población de Catalunya.
Esta situación contrasta con la de comunidades como la de Madrid, en las que tanto 2021, como 2022 y 2023 han sido años entre normales y húmedos respecto a los valores normales para la región. Este régimen de lluvias favorece que actualmente los embalses estén casi al 75% de su capacidad, frente al 15,5% de los catalanes.
Además de que no existen precedentes de la situación actual, esta crisis ha llegado antes de lo previsto. Así lo indica a Verificat David Saurí, profesor de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y experto en la gestión de recursos hídricos. “Estamos hablando de situaciones que pensábamos que sucederían dentro de 20-25 años", añade.
Se ha dado además la circunstancia de que, cuando ha llovido, no ha sido de manera prolongada, añade a Verificat Xavier Sánchez Vila, director del departamento de ingeniería civil y ambiental de la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC). Al haber llovido la mitad de lo que toca y de una manera tan irregular, sigue, los recursos hídricos “han bajado a prácticamente el 0%”. Un ejemplo es el embalse del Sau, en Barcelona, que en los últimos cinco años ha contenido una media de 105 de hectómetros cúbicos de agua. Hoy, no llega a seis.
El calor lo pone más difícil (todavía)
Otro de los agravantes de esta sequía, quizá más desconocido para el público general, es precisamente el calor, que complica aún más la captación de agua en los pantanos: “Cuando llueve, parte del agua que precipita se evapora, se filtra, o es consumida por la vegetación”, explica a Verificat Javier Martín-Vide, experto en climatología y catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona (UB).
“Sabemos que la parte del agua que precipita, que se acaba convirtiendo en caudal de los ríos y pantanos, es cada vez es más pequeña, es decir, tiene que llover más de lo que llovía antes para que la misma cantidad llegue a los pantanos”, indica el experto. Eso explica, por ejemplo, “cómo en el verano de 2022 llovió en Catalunya, pero prácticamente no se notó nada a nivel de reservas hídricas”, añade. Hay que recordar que, en España, 2023 fue el segundo año más cálido desde el comienzo de la serie, en 1961, por detrás tan solo de 2022.
Soluciones para un año de sequía
Otro aspecto a considerar son las soluciones presentes hasta ahora, que han demostrado haber quedado obsoletas en un contexto de agravamiento de una sequía imprevista. “Teníamos soluciones que permitían estar durante un tiempo con sequía, pero no tanto tiempo con sequía”, indica Sánchez Vila.
“Recursos y demanda están prácticamente igualados”, añade Saurí, aclarando que, según datos de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), la demanda en las cuencas internas catalanas corresponde en un 66% a usos domésticos e industriales mientras que el 34% restante es para el riego agrícola, aunque las cifras no incluyen ni la desalinización ni las aguas regeneradas.
La sequía actual está produciéndose en un escenario en el que el cambio climático antropogénico derivado de la quema de combustibles fósiles —petróleo, carbón y gas— genera fenómenos extremos cada vez más intensos. Un informe del IPCC, el grupo de expertos del cambio climático más reconocido a nivel mundial, indica, con "alto nivel de confianza" que el cambio climático promovido por el ser humano, ha incrementado, probablemente, "la frecuencia de oleadas de calor y sequías simultáneas a escala mundial".
Así, cada vez más estudios prevén un aumento de la duración e intensidad de los episodios de sequía en el sureste europeo —y especialmente en España—. Un estudio de la Universidad de Munich sitúa a los Alpes, Francia, la zona costera del Mediterráneo y la Península Ibérica como “puntos calientes en los cuales la frecuencia de sequías extremas podría incrementarse en más de un 50%” en 2099. Del mismo modo, los modelos climáticos más modernos, empleados por el IPCC para llevar a cabo los últimos informes, también señalan a España como un punto caliente por el aumento de la frecuencia e intensidad de las sequías.
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