SOCIEDAD

Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico: "La ciencia ya está dando respuestas a las grandes preguntas de la filosofía"

El investigador, descubridor de las neuronas concepto, que juegan un papel clave en el tipo de memoria -y conocimiento- de los humanos que nos distingue de otras especies animales, publica 'Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia'

Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico. Investigador en la Universidad de Leicester (Reino Unido), director del "Centre for Systems Neuroscience" y del "Head of Bioengineering" de la misma universidad. Actualmente, investigador visitante en la Fundació Pasqual Maragall (Barcelona)

Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico. Investigador en la Universidad de Leicester (Reino Unido), director del "Centre for Systems Neuroscience" y del "Head of Bioengineering" de la misma universidad. Actualmente, investigador visitante en la Fundació Pasqual Maragall (Barcelona) / JOAN CORTADELLAS

Ángeles Castellano

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¿Qué nos hace únicos como especie? ¿Puede la inteligencia artificial tener consciencia y generar conocimiento de la forma que lo hace la mente humana? ¿Puede la ciencia leer la mente de una persona o predecir alguna de sus decisiones? Todas estas preguntas se plantean en algunas de las grandes películas de ciencia ficción de las últimas décadas. 2001: odisea del espacio (Stanley Stanley Kubrick, 1968); Blade Runner (Ridley Scott, 1982); El planeta de los simios (Franklin Schaffner, 1968); Matrix (Lana Wachowski, 1999), Robocop (Paul Verhoeven, 1987); Minority report (Steven Spielberg, 2002) o Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997) son algunas de las cintas que, ambientadas en un futuro más o menos lejano, abordan las grandes cuestiones que desde el principio de los tiempos ha planteado la filosofía.

El neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga utiliza estos títulos y algunos más -hasta un total de diez- como hilo en el libro Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia (editorial Debate, 2024) para reflexionar sobre las grandes cuestiones filosóficas que la ciencia comienza a responder. Quian Quiroga, profesor de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) en el Instituto de Investigación del Hospital del Mar en Barcelona, es un investigador en activo cuyo interés científico se centra en los mecanismos neuronales de la percepción visual y la memoria, y en las bases del pensamiento humano y su inteligencia. Gracias a su trabajo sabemos que las personas tenemos un tipo de neuronas, conocidas como neuronas de concepto o neuronas Jennifer Aniston (porque usó imágenes de la actriz en el experimento) que juegan un papel clave en el tipo de memoria -y conocimiento- de los humanos que nos distingue de otras especies animales.

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-Pregunta: ¿De dónde surge la idea de hacer este libro?

Me parecía que en neurociencia están pasando cosas que son espectaculares. Hoy hay avances que son realmente notables y yo a veces sentía un poco una frustración buscando la manera de comunicarlos a la gente ajena a la neurociencia. Entonces pensé que la gente se engancha mucho con las películas de ciencia ficción, así que, en vez de dar una charla explicando que se hacen estos experimentos en ratones y se implanta una memoria estimulante, digo: "¿saben que lo que ocurre en Inception -Origen (Christopher Nolan, 2010)- ya lo están haciendo en un laboratorio?" El impacto es mucho más fuerte. Y entonces en ahí se me ocurrió la idea de ligar un poco los avances de los últimos años de la neurociencia con la ciencia ficción. Pero lo más importante para mí era tratar muchos temas que se vienen discutiendo por siglos en la filosofía. Las películas me dan una entrada para meterme en temas que creo que son muy profundos de la filosofía que fueron tratados en la ciencia ficción y a los cuales yo creo que la neurociencia está empezando a dar algunas respuestas.

-P: ¿No es un poco asombroso descubrir cómo algunas de las cuestiones planteadas en estas obras cinematográficas o literarias del pasado se acercan tanto a la realidad actual?

Yo creo que es sorprendente porque se está dando muy rápido y en muchas subáreas de la neurociencia hay muchos avances que están ocurriendo en paralelo. Entonces, cuando vos juntás todo de repente, yo creo que es una revolución, o sea, no es un avance que va progresivo. Es algo que está explotando ahora, que haya avances en la inteligencia artificial que están ligados con avance de nuestro conocimiento de áreas de percepción visuales, por ejemplo. Para mí lo más interesante, y lo argumento en el epílogo del libro, es que creo que la ciencia está cambiando la filosofía. Por supuesto hay retoques y hay nuevos avances, pero yo creo que está cambiando radicalmente. De repente algunas de las preguntas se empiezan a contestar y empiezan a surgir otras que son totalmente novedosas y que ni nos planteábamos hace 20 o 30 años.

-P: Y desde este punto de vista, ¿qué temas debería abordar la ciencia ficción que se haga ahora acerca del futuro?

Es una pregunta muy difícil. Me cuesta pensar en cosas que son imposibles ahora y que en 20 años podrían ser posibles. Es tan sorprendente lo que se está revelando ahora que me parece que es todo posible. Yo creo que los descubrimientos van a seguir, porque estamos viendo la punta del iceberg. Para mí los grandes problemas en relación a la conciencia de uno mismo como uno de los factores que distinguen a los humanos ya se están empezando a resolver y eso hace 20 años era la gran pregunta. Todo el mundo te decía: no, eso nunca vamos a llegar a entenderlo, nunca lo vamos a llegar a comprender. Y yo creo que sí que lo estamos entendiendo, pero ahora se abren un montón de preguntas ligadas a eso mucho más concretas.

-P: En Cosas que nunca creeríais recoge muchas reflexiones filosóficas que tienen que ver con las grandes preguntas acerca de qué nos convierte en humanos. ¿Son las neuronas de concepto la clave, es lo que nos hace diferentes a otros animales?

Las neuronas de concepto es una de las componentes fundamentales de lo que nos hace humanos. Probablemente, no la única, pero hasta el día de hoy yo creo que es la que está clara que es exclusiva de humanos. Parte de mi trabajo en el laboratorio es tratar de cuantificar eso, tratar de explorarlo, ya no tanto como un tema filosófico, sino como una pregunta científica. Es decir, yo argumento que son distintas a las que tienen otros animales y ahí te empiezas a plantear qué te permite hacer estas neuronas que no podrías hacer si no las tuvieras, o qué características tienen estas neuronas y cuantificamos qué tan distintas son de las características que se ven en monos o en ratas y a partir de ahí ver qué se puede hacer con un tipo de neuronas y qué se puede hacer con el otro. Comparamos los modelos de cómo funciona el área de memoria en un mono o en una rata comparado con el humano. La pregunta que yo me hago en mi laboratorio ya no es ciencia ficción, es ciencia de todos los días.

-P: Y ligado a estas neuronas está el lenguaje. En el capítulo dedicado a El planeta de los simios habla sobre experimentos hechos en relación al lenguaje con chimpancés y bonobos, que son capaces de aprender lengua de signos, por ejemplo, pero los humanos tenemos la capacidad de usar un lenguaje abstracto, de conceptos, ¿no es cierto? ¿Es esto lo que nos distingue de los animales?

Claro. Yo lo que digo es que no es que si vos hablás tenés estas neuronas y si no hablás, no las tenés. Más allá de si vos tenés lenguaje, pensás en términos de conceptos, porque las palabras son conceptos, son abstracciones. Pensar a través de las palabras genera un pensamiento más abstracto, más rico en detalles específicos. Yo creo que la evolución durante los últimos tal vez 100.000 años haciendo uso del lenguaje ha generado una representación explícita a nivel neuronal de abstracciones, de conceptos que por la falta de lenguaje no se ha dado en otras especies.

-P: En el libro reflexiona también sobre los límites éticos de la ciencia. ¿Dónde deberían estar esos límites?

Bueno, a menudo me preguntan, por ejemplo, si va a ser posible leer la mente. Y realmente ya es posible hacerlo, lo cuento en el libro. Yo demuestro que podemos predecir lo que el paciente va a pensar dentro de un espectro muy limitado de cosas, es decir, es posible leer la mente. Pero no lo voy a hacer, no porque no puedo hacerlo, sino porque tengo una limitación ética que nunca la voy a cruzar. Mis limitaciones éticas principales son dos. Primero, no está bien que yo me meta en los pensamientos privados de una persona. No debo hacerlo. Y la segunda es que para hacer eso yo necesito registrar muchísimas más neuronas, con las que registro no me alcanza. Pero no tengo una justificación clínica o ética para registrar más neuronas. Yo registro la cantidad de neuronas que me permite la el proceso clínico que se hace a estos pacientes para tratar de curarlos de epilepsia. Yo no puedo poner más electrodos y registrar más neuronas simplemente para contestar mi pregunta científica. No se puede hacer eso. Entonces, yo siempre estoy limitado y está bien que así sea, por motivos clínicos exclusivamente clínicos.

-P: Tradicionalmente, en las investigaciones científicas, no se han tenido en cuenta las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y se han tomado por universales los datos recogidos de hombres, con una consecuencia negativa en la salud de las mujeres. No sé si es algo relevante en su área de estudio.

En lo que yo estudio es exactamente igual, no hay diferencia. A mí me vienen pacientes, mujeres y hombres, y encontré exactamente lo mismo. Encontré el mismo tipo de neuronas, el mismo tipo de respuestas y el mismo tipo de comportamiento en hombres y mujeres. En mi área específica, al menos hasta donde yo llego, no veo diferencia alguna.

-P: En el libro sostiene que el cerebro no busca almacenar datos, y de hecho en general almacena muy pocos, sino entender y conectarlos y generar un pensamiento propio, que es uno de los elementos justamente que impide que la inteligencia artificial pueda competir con la humana. ¿No debería ser esto, pues, el elemento principal del sistema educativo, que es al final, el proceso de entrenamiento principal del ser humano?

Sí, yo creo que sí. Yo no soy un experto en educación, solo doy un dato de neurociencia, que recordamos muy, muy poco. Tenemos la impresión de que recordamos mucho más de lo que realmente recordamos. ¿Por qué? Porque en general, gran parte de lo que creemos recordar lo estamos inventando, lo estamos construyendo. Y la construcción puede que sea más o menos certera, no necesariamente cerrada, pero porque usamos el sentido común. Por ejemplo, ponele que yo te haya visto en un congreso de neurociencia. Yo recuerdo que primero almorzamos y después cenamos, pero realmente no recuerdo eso. Lo asumo porque no vas a cenar antes de almorzar. Hay mucho de lo que creemos recordar que en general lo estamos asumiendo, que lo estamos infiriendo. El sistema educativo, sin embargo, está muy orientado a almacenar datos, y el cerebro no almacena tanto. Yo recuerdo cuando era chico que, cuando estudiaba, que no era mucho en mi caso pero cada tanto estudiaba, te decían: faltó el profesor, se pasa la prueba para la semana que viene. Y yo me quería matar, porque me olvido de todo, hay que estudiarlo todo de nuevo. El sistema educativo a veces nos incita a repetir información de memoria y a olvidarla. Es como que estudias, das el examen, te olvidas, estudias algo nuevo, das el examen, te olvidas... Creo que es mucho más útil tratar de quedarse con mucho menos conocimiento, pero tratar de afianzarlo generando asociaciones, generar un contexto. Como científico, a veces los grandes descubrimientos surgen de hacer asociaciones entre cosas que a nadie se le ocurrió antes.