Que sea ecológico no es sinónimo de sostenible: así puedes comer siendo responsable con el planeta

El consumo de procesados y de carne son responsables de buena parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)

El producto de proximidad y de temporada es una de las mejores soluciones para reducir los efectos negativos de la industria alimentaria

Una mujer, en un puesto de frutas y verduras en un mercado de Barcelona.

Una mujer, en un puesto de frutas y verduras en un mercado de Barcelona. / ELISENDA PONS

Xavier Oliva

Xavier Oliva

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La sociedad está acostumbrada a ir al supermercado y llenar el carro hasta arriba de todo tipo de productos. El actual modelo de producción y consumo de alimentos, fruto de la globalización, ha logrado que el calendario de temporada de frutas y verduras, por ejemplo, ya no sea un problema. Pero, en realidad, esa facilidad para acceder a productos alimentarios fuera de temporada o en un ámbito geográfico que no le pertenece sí que lo es para el bienestar del planeta.

Según un estudio publicado en 2021 en la revista ‘Nature Food’ para la Emissions Database for Global Atmospheric Research (EDGAR), más de un tercio de las emisiones de gases contaminantes están relacionadas con la alimentación. La refrigeración y el transporte de estos, además de su desperdicio, son las principales causas detrás de esa huella de carbono. Pero, además, la producción de alimentos emplea el 40% de la tierra y también consume el 70% de los recursos hídricos de agua dulce, según los datos de la FAO.

“Hemos incorporado alimentos exóticos a nuestras dietas porque son súper saludables, pero luego resulta que han atravesado medio planeta para llegar hasta nosotros”, asegura la divulgadora y activista ambiental Yve Ramírez. En su caso, la maternidad despertó una conexión muy fuerte con la naturaleza que desembocó en una vida ligada al activismo ambiental.

Comencé a conectarme con la naturaleza por aquella cosa tan animal que es tener un hijo

Yve Ramírez

— Activista ambiental

“Comencé a conectarme con la naturaleza por aquella cosa tan animal que es tener un hijo. Y también fue ahí cuando comprendí que, por ejemplo, por no darle un potito y darle ese producto exótico estaba descuidando mi huella de carbono. Para cuidar a mi hija también necesitaba tener una visión global del planeta”, explica la activista. Además de su blog, se ha embarcado en el mundo del pódcast con 'Flores en el asfalto', en 2019 publicó el libro ‘Residuo Cero. Comienza a restar desde casa’ y, en 2016, fundó junto a su amiga Tere Castillo la tienda Usar y Reusar, que actualmente gestiona Magui Caviglia.

La alimentación: primera parada de una vida sostenible

Dar el primer paso hacia una vida sostenible parece complejo, pero, en realidad, los pequeños gestos pueden marcar la diferencia. “Cuando quieres iniciarte en un cambio de vida sostenible hay algunos frenos. Te planteas, por ejemplo, que lo que tú haces es algo pequeño y sin impacto. Pero este planeta está hecho de miles de millones de personas. Te van a decir que la responsabilidad es de las empresas y no de los individuos, pero cada uno tiene que asumir la suya”, apunta Ramírez.

En este sentido, la activista ambiental afirma que hay que poner el foco en lo más rutinario. “Cuando empiezas a preocuparte por vivir de forma sostenible, hay que comenzar por lo más fácil. Sea alimentación, transporte, la forma en que vistes, el consumo en general... Aquello que más te duele va a ser lo más fácil que puedas cambiar”, afirma.

Una persona comprando fruta en el mercado de la Boquería, en Barcelona.

Una persona comprando fruta en el mercado de la Boquería, en Barcelona. / David Zorraquino / Europa Press

Apostar por el producto de proximidad y evitar los procesados

El producto de proximidad es, sin lugar a dudas, la mejor opción para reducir la huella de carbono que genera, sobre todo, el transporte de alimentos. Muchas veces se consumen productos cultivados en otros continentes a los que, incluso, se les cataloga como ecológicos. Según un estudio de la Universidad de Sídney (Australia) publicado también en ‘Nature Food’, el 19% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) relacionadas con la alimentación, estarían vinculadas al transporte.

Comer productos locales y también de temporada son dos soluciones fáciles de aplicar y con muchos beneficios. “Consumir productos de proximidad en comercios de barrio, por ejemplo, da una visión holística: cuidamos de nosotros y de los otros”, asegura Ramírez.

Hay que consumir alimentos de verdad y evitar los procesados

Yve Ramírez

— Activista ambiental

La activista ambiental también advierte que los alimentos ultraprocesados, más allá de suponer un problema para la salud, también tienen un impacto muy negativo para el planeta. “Hay que consumir alimentos de verdad y evitar los procesados. Los aditivos que llevan y los procesos que se siguen en su producción generan una huella de carbono mayor. No solo cuidaremos de nosotros, también del planeta”, apunta.

Cosecha de alcachofas en el Parc Agrari del Baix Llobregat

Cosecha de alcachofas en el Parc Agrari del Baix Llobregat / Gemma Sánchez / acn

Reducir los alimentos de origen animal

Los alimentos de origen animal también generan un impacto negativo para el planeta. El 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector alimentario provienen de este tipo de productos, según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Illinois (EE.UU). En total, y con datos extraídos del Informe de Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, el sector agrario supuso el 11,9% de las emisiones en España. Pero no solo eso, se calcula que para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua.

“Sería ideal tener una dieta vegana. Pero entre esta y la de un europeo medio hay un abanico inmenso. Contra menos carnes se consuma, mejor. Se reduce la huella de carbono, el consumo de agua y se hace uso eficiente de la tierra. Luego ya estarían todos los otros aspectos éticos”, explica la activista ambiental.

Una Nueva Forma de Vivir

La lucha contra la crisis climática nos apela a todos. Se trata de un cambio colectivo que necesita de pequeños gestos individuales que vayan sumando. Una Nueva Forma de Vivir es un proyecto de Prensa Ibérica en colaboración con Endesa para mostrar a los lectores que hay cambios pequeños con los que se puede sumar mucho a lucha contra el cambio climático. A través de seis historias personales se tratarán temas como la economía circular o la biodiversidad, entre otros.