Controversia en plena sequía

El Govern no regulará las polémicas pistas de hielo y delega la decisión en los ayuntamientos

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Unos niños disfrutan del patinaje en la pista de hielo de L'Hospitalet, en noviembre del año pasado.

Unos niños disfrutan del patinaje en la pista de hielo de L'Hospitalet, en noviembre del año pasado. / RICARD CUGAT

Guillem Costa
Àlex Rebollo
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A priori, una pista de patinaje sobre hielo es más típica de los países nórdicos que de los mediterráneos. Sin embargo, desde hace años, es habitual que estas instalaciones proliferen por los pueblos y ciudades españoles durante cada campaña de Navidad. Esta vez, ante la grave sequía que afecta a las cuencas internas de Catalunya, sobre todo al área de Barcelona, han arreciado las críticas a estas instalaciones por el consumo de agua, y sobre todo, por el alto dispendio de energía que implica poder patinar sobre hielo a 25ºC.

Es cierto que algunas pistas, como la de Barcelona o la de Manlleu, están hechas a base de poliuretano, un material sintético. Pero también es verdad que otras sí utilizan grandes cantidades de agua. El Departament d'Acció Climàtica recuerda que el Plan Especial de Sequía (PES) no específica estos usos del agua. Por lo tanto, consideran fuentes de la conselleria consultadas por este diario, debe ser cada ayuntamiento quien decida si es necesario instalar estas pistas en una situación tan grave como la actual.

El Govern insta a los ayuntamientos a valorar si una pista de hielo es necesaria en plena sequía

En caso de que decidan seguir adelante, el Govern sí insiste en la importancia de que el consumo de la pista de hielo no les impida cumplir con las dotaciones máximas permitidas por la fase del PES en la que se encuentre cada localidad (excepcionalidad, preemergencia o emergencia). Algunos municipios han optado por renunciar a la pista de hielo por la sequía, pero varios alcaldes (y los hay de todos los colores) no han dudado en apostar por este reclamo navideño.

Medidas de ahorro

En Manresa, por ejemplo, se consumen unos 20.000 litros de agua. En Sant Feliu de Llobregat, 25.000. En esta ciudad, el montaje de la pista (ha costado 47.000 euros) en plena situación de emergencia climática ha levantado ampollas entre los grupos de la oposición. El Ayuntamiento es quien asumirá las aportaciones de agua necesarias para el funcionamiento de la infraestructura. Los ‘comuns’ de Sant Feliu han anunciado una denuncia ante la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) para que verifique el estado actual de la instalación y evalúe de “las posibles responsabilidades del gobierno municipal y de la empresa”.

Desde el equipo de gobierno defienden que la pista responde a un ejercicio de “dinamización económica del municipio y del tejido comercial”, al tiempo que sostienen que la pista no supone “el incumplimiento de ninguna norma o ley”.

Hay alcaldes de todos los colores políticos que han optado por mantener estas pistas de patinaje invernal

Algunas de las ciudades que han instalado estas pistas ya han informado de que reutilizarán el hielo y lo trasladarán a una depuradora. En Vilafranca del Penedès utilizan agua no potable procedente de un pozo, igual que en Platja d'Aro. En Girona, la pista será menos gruesa de lo que era habitual, lo que permitirá ahorrar un 40% del agua que se solía usar. En Olot, otro ejemplo, han apostado por el agua regenerada.

La mayoría de empresas y ayuntamientos se han puesto las pilas para intentar que el consumo de agua fuese más bajo que el de otros años y ahorrarse así la polémica. Otros, como Terrassa o Reus, han decidido no montar las pistas porque consideran que son un equipamiento incongruente en tiempos de crisis climática.

"¿Qué pensarán los ciudadanos?"

La plataforma Aigua És Vida ya se ha pronunciado de forma crítica ante todas estas instalaciones. "Una pista de hielo consume lo mismo que 233 personas a lo largo de un día. No es una cantidad espectacular. Pero el problema es el simbolismo. ¿Qué va a pensar la ciudadanía si mientras se le pide que ahorre agua su ayuntamiento llena una pista de hielo?", reflexiona su portavoz, Dante Maschio.

Insiste en que este tipo de situaciones dan poca credibilidad al grave contexto de la sequía. Además del gasto de agua, está el consumo energético, de más de 35.000 kilovatios hora en algunos casos. Una cifra equivalente a la que consumen una cincuentena de viviendas.

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