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Cuando tu hijo no ve bien (y tú lo ignoras)

¿Es cierto que las pantallas dañan tu retina? Mitos y verdades sobre la salud ocular

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La miopía es la principal causa de deficiencia visual evitable en niños y adolescentes.

La miopía es la principal causa de deficiencia visual evitable en niños y adolescentes.

Olga Pereda

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Detectar un problema de visión en nuestros hijos pequeños -desde un defecto de graduación (miopía, hipermetropía o astigmatismo) hasta un ojo vago o el estrabismo- no es fácil. Hay gestos repetitivos que nos puede dar pistas, como entrecerrar los párpados, inclinar la cabeza hacia un lado, tener los ojos rojos o un lagrimeo constante. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los síntomas son tan sutiles que pasan desapercibidos. De hecho, los oftalmólogos estiman que ocho de cada diez padres de niños con problemas de visión ignoran que su hijo no ven bien.

La solución pasa por la prevención y por las revisiones oftalmológicas, especialmente entre los 3 y los 5 años, “la edad crítica para detectar un problema y tratarlo a tiempo”, explica el doctor Javier Fernández, de la Clínica Vila Parc, que recuerda que la visión completa su maduración en torno a los 8 o 9 años.

Los problemas de córnea o las cataratas congénitas son infrecuentes en la población infantil. No ocurre lo mismo con la ambliopía, conocida popularmente como ojo vago. Se trata del problema de visión más frecuente en la edad pediátrica y afecta el 6% de los niños y las niñas. Es una alteración por la que se frena el desarrollo visual de un ojo debido a la ausencia de un estímulo visual correcto. Su detención temprana es complicada ya que el niño compensa con su otro ojo. “Si la detectamos tardíamente no responderá adecuadamente a los tratamientos disponibles y puede limitar la agudeza visual de manera permanente para toda la vida”, explica el médico.

“Si detectamos tardíamente el ojo vago, el paciente no responderá adecuadamente a los tratamientos y su agudeza visual puede quedar limitada"

— Javier Fernández, oftalmólogo

Las patologías no tratadas pueden tener, además, repercusión negativa en el rendimiento escolar. “Un niño que no ve bien deja de prestar atención en clase porque no es capaz de procesar correctamente la información”, destaca el doctor Fernández.

A pesar de que los profesores suelen estar muy atentos a posibles problemas entre sus alumnos y alumnas, en el caso de la visión es difícil que un menor se exprese bien y cuente qué le pasa. No son conscientes de su limitación. “Leen borroso, les cuesta concentrarse en la lectura y no prestan mucha atención. Pero él no conoce otra cosa y piensa que es normal”, recuerda el facultativo.

El mayor reto de la oftalmología es -sostiene Fernández- es controlar el 'boom' de pacientes con miopía que se espera para los próximos años. De padres no miopes, puede nacer un niño miope y de padres miopes puede nacer un niño no miope. El problema con el abuso de las pantallas a edades cada vez más precoces es la cantidad de tiempo que ese niño pasa sin esforzar su visión en larga distancia ni parpadear.

En el reciente ensayo sobre salud visual 'Abre los ojos', la bióloga y doctora en Neurociencias Conchi Lillo asegura que la relación directa entre los dispositivos electrónicos y el hecho de que cada vez haya más niños y niñas miopes no se ha comprobado científicamente. Las pantallas “son cómplices, pero no culpables directas de la miopía”, defecto de la vista que tiene factores genéticos y ambientales. En España, según el INE, el 25% de los menores entre 6 y 15 años son miopes.

Lillo explica que las últimas investigaciones lo que sí han demostrado es una relación directa entre la miopía y la falta de exposición a la luz natural. Los que les pasa a los niños y las niñas que pasan muchas horas con pantallas (o con libros de papel) es que sus ojos no secretan dopamina. Si lo hicieran, se inhibiría el crecimiento del ojo y se evitaría el alargamiento típico producido en la miopía. Conclusión: los niños y las niñas tienen que pasar más tiempo realizando actividades al aire libre.

El doctor Fernández recuerda que los menores de 3 años no deberían usar dispositivos electrónicos. Entre 3 y 6 años el límite debería ser una hora al día y entre 6 y 12 no debería pasar de dos. “Si mejoramos nuestros hábitos, reduciendo el uso de pantallas y realizando actividades al aire libre para no fomentar las tareas en visión próxima, estaremos previniendo futuras miopías", concluye el oftalmólogo.