Menores y adolescentes

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Vandalismo en Sants, tras los conciertos de la Mercè 2022

Vandalismo en Sants, tras los conciertos de la Mercè 2022 / Blanca Blay / ACN

Elisenda Colell

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Ni es generalizada ni es nueva, pero preocupa. "La violencia juvenil, y más cuando hablamos de altercados y vandalismo, es cíclica. Veníamos de una década en la que se había reducido muchísimo pero volvemos a ver nuevos episodios"; explica el catedrático de Psicología de la UB Antonio Andrés Pueyo en relación a las peleas y desórdenes públicos más recientes que han protagonizado jóvenes y adolescentes. Manresa, Molins de Rei, Lleida, Sant Feliu de Llobregat o Vic son algunas de las localidades afectadas, aunque tampoco quedan lejos los episodios de La Mercè de 2021 y 2022. Los expertos recuerdan los años de las bandas juveniles y el 'hooliganismo', pero ahora detectan que se producen a edades más tempranas y que presentan tintes de malestar emocional. Educadores sociales y psicólogos coinciden en la falta de límites en la crianza de estos jóvenes pero insisten en que la lógica punitiva y de castigo no resolverá el problema.

Educadores sociales y psicólogos coinciden en que la lógica punitiva y de castigo no resolverá el conflicto

Hace más de 20 años que Pueyo estudia el fenómeno del vandalismo juvenil. En 2005 ya analizó por qué las fiestas de Gràcia acababan a menudo con alborotos y jóvenes detenidos. "En los últimos 15 años, este tipo de episodios habían descendido mucho, pero desde la pandemia se han reactivado y lo han hecho de una forma vinculada a la fiesta. El perfil ha cambiado, son más jóvenes y ya no hablamos de que haya una reivindicación política detrás, pero el formato es el mismo", cuenta Pueyo. Las cifras de los expedientes registrados no hablan de un aumento –aunque los estallidos sí son más estruendosos que tiempo atrás– ni que todos los jóvenes estén en esta situación. "Hay un grupo de chavales que actúa así, pero no podemos extrapolarlo a todos los adolescentes", insiste Pueyo.

Los expertos apuntan a que estos episodios se han reactivado desde la pandemia entre chicos más jóvenes y en ambientes vinculados a la fiesta y con tintes de malestar emocional

Competición con los Mossos

¿Qué sacan estos chavales de romper un escaparate o quemar un contenedor? "Todo el vandalismo tiene una finalidad, aunque no se vea. Estos hechos forman parte de un proceso de entretenimiento y diversión: los adolescentes necesitan afirmar su potencia y demostrar su fuerza. Lo ven como una competición, especialmente contra la policía, que es quien debe impedirlo", sigue Pueyo. El catedrático recuerda que se trata de jóvenes en pleno proceso de maduración. "Necesitan afirmar su identidad en relación a lo que percibe su entorno, especialmente los chicos. Ellos buscan un combate o una lucha competitiva para imponer su autoridad de forma grupal, y la policía es el enemigo perfecto. La violencia les da cierta sensación de placer y de poder, es estimulante para ellos", describe el catedrático.

"Buscan una lucha competitiva para imponer su autoridad de forma grupal, y la policía es el enemigo perfecto", afirma el catedrático Antonio Pueyo

"Estamos ante una juventud con baja tolerancia a la frustración, viven instaurados en un 'carpe diem' constante a golpe de clic", apunta Daniel Ortega, educador y profesor asociado de la Universitat Autònoma de Barcelona y experto en violencia filio-parental en menores. Este especialista ve un efecto de la pandemia en el malestar de los adolescentes, y asegura que la falta de oportunidades laborales y de vivienda de los jóvenes no ayudan. "Hay una olla a presión en los institutos, los chavales tienen mucha rabia acumulada que emerge también con el vandalismo", sigue Ortega.

"Necesitamos padres que supervisen y conozcan a sus hijos"

Daniel Ortega

— Educador

Ortega trabaja desde hace 10 años en Justícia Juvenil con menores que han cometido delitos de desórdenes públicos. Una década atrás acostumbraba a tratar a menores de bandas juveniles y grupos vinculados al fútbol que se organizaban como grupos criminales. "Ahora veo a chicos que van en grupo pero no pertenecen a ninguna organización. Les han expulsado de todos los sitios donde han estado, repiten patrones y no encuentran su lugar. Empiezan a consumir marihuana desde prepúberes y sus familias no les han puesto límites jamás", sigue Ortega, que habla directamente de una negligencia parental. "Necesitamos padres que supervisen y conozcan a sus hijos", insiste.

"Hay una olla a presión en los institutos, los chavales acumulan mucha rabia que emerge también con el vandalismo", apunta el educador Daniel Ortega

Anomia adolescente

La psicóloga forense Elena Garrido ve necesario introducir el concepto de 'anomia', planteado por primera vez por el sociólogo Émile Durkheim. "Cuando un joven percibe que la sociedad le pide más de lo que él puede ofrecer se genera un grado de frustración que conlleva una respuesta. Cuanto más jóvenes son, mayor es la frustración porque más sienten que poseen la verdad absoluta", cuenta Garrido, también presidenta de la sección de Psicología Jurídica del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya.

 "Cuando un joven percibe que se le pide más de lo que puede ofrecer se genera una frustración que lleva a una respuesta", explica la psicóloga Elena Garrido

"Lo que me sorprende con estos chicos más jóvenes, de 14 años, es que aún no han experimentado la frustración del mundo laboral o las dificultades de la emancipación, pero ya tienen la percepción inculcada de que todo está mal y que la sociedad no les pertenece", sigue Garrido. La psicóloga también habla de una alta percepción de impunidad ante cualquier figura de autoridad: desde familias y maestros hasta policías. "Las perciben como represivas", explica. "Cuando trabajas con ellos no ves chavales desarraigados, ni de una determinada clase social: son niños que se dejan llevar por la influencia del grupo –añade–. Entienden el vandalismo como una forma de responder a esta sensación de represión y no tienen conciencia de gravedad".

Aislamiento social e impunidad

Desde el Col·legi d'Educadors Socials, Daniel Martínez sí ve unos condicionantes sociales en la rabia que estalla entre estos menores. "Viven en contextos de mucha violencia, malestar emocional y sufrimiento que ya está generando un caldo de cultivo", dice Martínez. "No tienen espacios donde participar de la sociedad y se encierran en grupos de su misma edad muy cerrados entre ellos: existe un aislamiento social endogámico y mucho malestar emocional, acumulan mucho rechazo y no encuentran su lugar", explica Martínez. Para él, esta violencia gratuita también tiene un significado oculto. "Necesitan apropiarse del espacio público, hacerse visibles".

"No tienen espacios donde participar y se encierran en grupos de su misma edad, pero necesitan apropiarse del espacio público", afirma el educador Daniel Martínez

Martínez reclama salir de la lógica punitiva para atajar esta situación. "No lo vamos a controlar a través del castigo y la coacción: está demostrado científicamente que esto no hace que se eviten conflictos ni genera un cambio real en la vida de estas personas", insiste el educador social, que pide prevención, al igual que Ortega.

"No hay espacios de ocio, socioeducativos, y gratuitos para todos los adolescentes, necesitamos que participen en actividades y se involucren en la sociedad". Para Garrido, también hay que hacer un cambio de chip social. "El problema no son ellos, el problema es que nuestra sociedad ha validado el vandalismo como respuesta de la disconformidad social". Y Pueyo reclama un plan preventivo. "No está pasando nada extraordinario, pero sabemos que es un fenómeno cíclico; hay que elaborar una forma sistemática de trabajarlo en vez de trabajar a golpe de titular".

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