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"Los etarras brindaron con champán el día de la masacre de Hipercor"

Ferran Cardenal, gobernador civil de Barcelona entre 1982 y 1993, pone en duda que ETA no quisiera causar todo el daño posible con la bomba en el súper de la Meridiana

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Sin justificación 8 Bomberos y policías trabajan en el rescate de las víctimas del atentado de Hipercor.

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Daniel G. Sastre

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El 21 de junio de 1987, dos días después del atentado de Hipercor, en el que murieron 21 personas, ETA afirmó en un comunicado que la acción había sido "un grave error" y admitía la responsabilidad de aquel "triste suceso". Pero la misma noche del día en que un Ford Sierra con 30 kilos de amonal, 100 litros de gasolina y escamas de jabón y pegamento explotó en el aparcamiento del supermercado de la Meridiana y sembró el terror en Barcelona, los tres etarras responsables del atentado lo celebraron con champán en su piso de la calle Mallorca de la capital catalana.

Es uno de los episodios menos conocidos de la trayectoria de ETA en Catalunya, y que ahora Ferran Cardenal confirma en un libro que, desde el título, no se anda con rodeos. 'ETA contra Catalunya' (Universo de letras), escrito por quien fuera primero gobernador civil de Barcelona (de 1982 a 1993) y después director general de la Guardia Civil (de 1993 a 1996), es un compendio pormenorizado de todas las acciones de la banda terrorista en la comunidad. Desde las más leves o fallidas -como el estrafalario intento de dos etarras de rescatar, disfrazados de abogados, a dos militantes de la banda de la cárcel de la Trinitat, en 1981-, a las más desconocidas, como el atentado contra la Campsa de Badalona que un efímero comando etarra de buzos perpetró en 1982. Y también las más dramáticas, como las matanzas de Hipercor o de la casa cuartel de Vic.

Dormir "como un tronco" tras matar a 21 personas

El autor sostiene que Domingo Troitiño, Rafael Caride y Josefa Ernaga, los tres componentes del comando Barcelona que prepararon y ejecutaron el atentado de Hipercor, celebraron aquella noche del 19 de junio de 1987 haber causado "el mayor daño posible", como les había encargado la dirección. "Hubo champán y ningún problema para dormir la noche siguiente", dice el libro. "Brindaron con champán y durmieron como un tronco", detalla el autor, desde el acceso privilegiado a la información que le daba su cargo al frente del gobierno civil en 1987, en conversación con este diario. 

"Después dijeron que no querían causar aquel daño, y que avisaron para no causar aquel daño. Pero justo después del atentado, se reúnen, siguen por televisión las consecuencias de su operación, abren una botella de champán y brindan. Y luego se van a dormir tan tranquilos", desvela Cardenal.

Lo dice para quitar hierro a la falta de previsión policial -porque ETA avisó de que había colocado una bomba 40 minutos antes de que estallase, pero no se desalojó Hipercor- que alegaron los terroristas durante el juicio y que también consignan las sentencias sobre el atentado. En opinión de Cardenal, no es creíble que ETA no quisiera en realidad provocar una masacre. Y a desarrollar esta tesis dedica varias páginas de su libro, en las que recoge argumentos como que se avisó con poca antelación, que en la hora elegida para la acción era evidente que el supermercado iba a estar muy concurrido y que, en todo caso, aunque la policía hubiera logrado desalojar el edificio es casi seguro que igualmente el coche bomba habría causado víctimas mortales.

Los hijos de Lertxundi

Por lo demás, 'ETA contra Catalunya' demuestra una voluntad minuciosa, casi forense, en el acercamiento a la actividad de la banda en la comunidad. Son 74 atentados analizados al detalle, con fuentes que van desde la propia experiencia (el autor tomaba notas que luego ha volcado en el libro) a los atestados policiales y a la prensa de la época. El tono es aséptico en la mayor parte del relato, pero a veces cambia. Y se vuelve airado, como cuando reprocha al etarra Francisco Javier Lertxundi su "repulsivo" comportamiento al haber utilizado "en varias ocasiones a dos de sus hijos, el pequeño y el mediano, con el fin de evitar levantar sospechas" durante sus vigilancias en Barcelona. "Sin comentarios", escribe, elocuente, Cardenal.

Además, usa esa fórmula, "sin comentarios", para lamentar algunos errores policiales, como cuando, en marzo de 1992, a los GEO se les escapan los terroristas de un piso en Tarragona. Por último, el tono neutro también queda al margen cuando el autor se pregunta si es realmente necesario que los políticos se personen en el lugar donde ha sucedido un atentado, o cuando admite: "Los funerales siempre los llevé muy mal".

"Los funerales siempre los llevé muy mal", dice el autor de 'ETA contra Catalunya'

El de la casa cuartel de Vic, por ejemplo, fue duro. Habían muerto nueve personas, cuatro de ellas niñas que jugaban en el patio cuando un coche bomba cargado con 200 kilos de amonal entró por la rampa e hizo explosión. Al día siguiente, casi al mismo tiempo que se despedía a las víctimas, dos de los terroristas cayeron abatidos en un enfrentamiento con la policía y el tercero fue detenido. Cardenal sigue recordando aquel día: "Durante muchos años, cada 12 de octubre, día del Pilar [patrona de la Guardia Civil], dejaba una flor en la placa que hay donde estuvo el cuartel de Vic".

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