ANIVERSARIO DE UNA MASACRE

Vic, 25 años de un atentado en el corazón de Catalunya

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ROGER PASCUAL / BARCELONA

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Ha pasado un cuarto de siglo pero el recuerdo del horror sigue muy fresco. Este domingo se cumplen 25 años del atentado de ETA que acabó en Vic con la vida de 10 personas, cinco de ellas menores. Ese 29 de mayo de 1991 el 'comando Barcelona' dejó una furgoneta con 70 kilos de explosivos y metralla a la entrada de la casa cuartel de la Guardia Civil de Vic, donde los agentes vivían con sus familias. A las siete de la tarde los terroristas deslizaron la furgoneta por la rampa hasta llegar al patio de la casa cuartel (donde varios niños estaban jugando) antes de hacerla explotar provocando, además de la decena de muertes, más de 40 heridos.

La imagen del guardia civil José Gálvez Barragán, con la cara ensangrentada y el cuerpo de una niña herida en brazos, se convirtió en uno de los símbolos de aquella tragedia. Al día siguiente la Guardia Civil logró localizar a los autores del atentado en una

casa de Lliçà d’Amunt. Dos de ellos, Joan Carles Monteagudo –exmiembro de Terra Lliure– y Juan Félix Erezuma, murieron en un tiroteo mientras que el tercero, Juan José Zubieta, fue condenado a 1.311 años de prisión. "ETA ha declarado la guerra a Catalunya", sentenciaba un comunicado de ERC. Ese atentado, el segundo con más víctimas en Catalunya después del de Hipercor en 1987, no solo dejó marcadas a las familias de las víctimas, sino que provocó que toda la sociedad catalana diera la espalda a la banda terrorista, incluso aquellos sectores del independentismo que mantenían hasta entonces un discurso algo ambiguo.

La hermana de Maria Àngels Ribó se había casado con un guardia civil. La pareja vivía en la casa cuartel junto a su hija, Anna, de 20 meses. Maria Àngels se enteró del atentado cuando su marido le llamó para darle la noticia. Puso enseguida la televisión y lo primero que vio fue la lámpara del piso derruído de su hermana. Su marido llegó poco después al lugar del atentado y, sin pensárselo, se adentró en el piso de su cuñados en la casa cuartel; no pudo hacer nada para salvar a sus cuñados, pero logró encontrar a su sobrina. "Escuchó llorar al llegar a casa de mi hermana y es cuando encontró a Anna. Estaba en un armario debajo de los escombros", relata Maria Àngels. La única alegría en un día negro.

"Te cambia la vida de golpe. Si hasta entonces creía que había un Dios, como me habían enseñado, desde entonces pensaba que igual había algo pero no era tan bueno como me habían contado". Desde entonces Maria Àngels, su marido y el resto de la familia se encargaron de cuidar de Anna. Afortunadamente Anna casi no recordaba nada de aquel trágico suceso, pero tenía pánico atroz a las explosiones. "No se acordaba de nada pero cuando llegaba la fiesta mayor de Vic, con los petardos, se escondía debajo de la cama y se ponía a llorar".

HOMENAJES POLÉMICOS

Aunque destaca que "la gente de Vic se volcó muchísimo" con los familiares y víctimas, como portavoz de los afectados de Vic pidió varias audiencias con el alcalde que le fueron negadas. "Los primeros años no me atendieron. ¿Tanto costaba poner una piedra en su recuerdo?". Hasta el 2009, 18 años después, no se pudo consensuar la colocación de una placa y un acto oficial de recuerdo. En el 2011, el alcalde y la mayoría de grupos del consistorio no acudieron al homenaje después de una polémica con la Associació Catalana de Víctimes d'Organitzacions Terroristes (ACVOT), que acusó a algunos partidos políticos de "simpatizar más con los verdugos que con las víctimas".

Como señala Maria Àngels y José Vargas, presidente de la asociación, tras años de tiranteces han encontrado buena predisposición por parte de la nueva alcaldesa, Anna Erra. Así, este domingo se realizará un acto en el que participarán, entre otros, la alcaldesa, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz y el 'president' de la Generalitat, Carles Puigdemont. Por mucho que Theodor Adorno dijera que "escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie", actos simbólicos como el de este domingo sirven para luchar contra el olvido.