Opinión | Club de Educación y Crianza

Olga Pereda

Olga Pereda

Periodista

"Toledo está en Andalucía" y otros dramas del sistema educativo

Las políticas educativas no se deberían hacer en los despachos, sino pisando la calle para percatarse de que hay chavales de 15 años que piensan que Toledo está en Andalucía

Pasarela de Plentzia, en Vizcaya.

Pasarela de Plentzia, en Vizcaya. / O. P.

Precioso pueblo de la costa de Vizcaya, Plentzia tiene un puente peatonal sobre la ría que cada verano atrae como un imán a los chavales. La ‘pasarela de Plentzia’ es el lugar donde los preadolescentes y adolescentes terminan su jornada de playa. Aprovechando la marea alta, se tiran al agua desde lo alto. Son varios metros. Un subidón de adrenalina vetado desde 2012, cuando el Ayuntamiento, a instancias de EH Bildu, prohibió por decreto esos peligrosísimos chapuzones. Da igual. Los chavales se siguen tirando. Lo hacen entre risas, aplausos y fotos.

El pasado fin de semana, en una escapada a Plentzia, vi a varias cuadrillas de preadolescentes en lo alto de la pasarela. Siempre los he visto ahí y nunca les he dicho nada. Me indigno y me preocupo en soledad. El miércoles fue diferente. Atravesando el puente, le dije a mi hijo que me iba a acercar donde estaban los niños para decirles lo peligrosa que era su actitud. Muerto de vergüenza, mi hijo me rogó que no lo hiciera, que les dejara en paz, que me arriesgaba a que me llamaran vieja amargada. Sabiendo mi determinación, mi hijo se alejó unos metros para dejar claro que con él no iba a la cosa.

No me llamaron vieja amargada. No me insultaron. Es más, me atendieron. Me acerqué a uno de ellos -un chaval que tendría 14 o 15 años- y con una sonrisa le dije: “¿No es un poco peligroso lo que estáis haciendo?”. Me miró atentamente y me contestó: “Qué va, si lo hacemos con la marea alta. Caemos al agua”. Estaba emocionado. No comprendía que yo no entendiera el subidón de adrenalina. Varios chavales -más de una docena- se acercaron y participaron en la conversación.

Les dije que, aunque la marea estaba alta, la ría puede arrastrar troncos y otros elementos. “En el Hospital de Parapléjicos de Toledo cada año ingresan varias personas que se han quedado sin movilidad en las piernas por un chapuzón así de temerario”, les expliqué. Uno de los chavales me dijo con extrañeza: “Yo no sé nada de Andalucía”. Le miré y le dije que no me refiera a Andalucía, que les estaba hablando de un hospital especializado en lesiones medulares que está en Toledo. El chavalín -me derrumbó su inocencia- se me quedó mirando fijamente y me dijo: “Ni idea, ni idea”.

El chaval no sabía dónde estaba Toledo. No era una broma. Le dije que no pasaba nada, que eso no era lo importante. Que lo importante de verdad era que no se jugaran la vida saltando a la ría. Me intentaron convencer de que no era peligroso, que miraban siempre por el otro lado del puente para saber si venía una embarcación, que tomaban precauciones. Sabiendo que iban a hacer caso omiso de mi charla de madre coraje, les dije que, por favor, nunca se tiraran de cabeza sino que lo hicieran con las manos por delante. “Siempre lo hacemos. De cabeza, nunca”, me respondieron.

-¿Habéis visto 'Mar adentro'?

-¿No, qué es?

-Una película de Amenábar, protagonizada por Javier Bardem.

-¿Está en Netflix?

-Pues no lo sé, pero imagino que sí. Si no, estará en otra plataforma. Buscadla.

-Vale. ¿De qué va?

-De un chaval como vosotros que se tira por unas rocas para darse un chapuzón y termina tetrapléjico. Está basada en hechos reales.

-Qué fuerte.

Me despidieron con una sonrisa. Y yo les devolví otra todavía más grande. Seguí mi camino. Cuando llevaba unos pasos, miré atrás y les vi saltar al agua. Mi hijo me miró con guasa y me soltó: “Ya veo el efecto que han tenido tus palabras, ama. Muy bien, ¿eh?”.

Los adolescentes no le temen a nada. Ni a su propia muerte. Están en la edad de comerse el mundo y beberse la vida. Pero es peligroso que se salten al agua así. E igual de peligroso es desconocer qué es y dónde está Toledo.

Las políticas educativas se debería hacer pisando la calle, no los despachos. Los políticos deben ser conscientes de que hay chavales de 15 años que creen que Toledo está en Andalucía.