Hábitos ciudadanos

Llegar al campus de la UAB: 50 años de conquista del transporte público sobre el coche

Desde 2001, el uso del vehículo privado para llegar a la Autònoma ha caído un 37% y el de bus y tren ha crecido un 27%

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uab / Jordi Otix

Carlos Márquez Daniel

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El campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) puede concentrar a diario la misma población que municipios como Esplugues, Gavà, Igualada o Blanes. Mucha gente para un total de 260 hectáreas situadas entre la AP-7 y la C-58, en terrenos de Cerdanyola, patria madre de Bellaterra. La necesidad de albergar en un mismo lugar tal cantidad de facultades e instalaciones no dejó más remedio que alejarse de la gran ciudad, ni que fuera un poco. Lo que generó un reto añadido: el de la movilidad. Un desafío que desde principios de los años 70 ha ido evolucionando de la mano de las nuevas infraestructuras, pero también a través de los nuevos hábitos. Desde 2001, por ejemplo, el uso del vehículo privado para llegar a la UAB ha caído casi un 37%, mientras que el del transporte público ha aumentado un 27% y los ciclistas, aun siendo franca minoría, se han multiplicado por 13.

Los datos salen de la Encuesta de Hábitos de la Comunidad Universitaria que desde 2001 realizan al alimón la unidad de Planificación y Gestión de la Movilidad ( GEMOTT) y la Oficina de la Información y la Documentación (OGID), organismos que forman parte de la propia UAB.

La mejora en infraestructuras y la apuesta de los jóvenes por la movilidad sostenible han sido claves para el vuelco

La evolución de las cifras refleja, al fin y al cabo, el camino que ha seguido el conjunto de la sociedad, aunque en un grado superior en cuanto al tránsito del coche al bus o el ferrocarril. Para valorar los resultados, este diario charla con Carme Miralles-Guasch, vicerrectora de Campus y Sostenibilidad de la UAB y una de las autoras de casi todas las ediciones de esta encuesta bianual (no formó parte del último estudio por incompatibilidad con su actual cargo).

El doble de bus

Si se observa por bloques, la movilidad activa (a pie o en biciceta) ha pasado en estos 22 años del 4% al 5,5%, un crecimiento muy tímido que se explica por la situación geográfica del campus; el transporte público (bus, FGC y Renfe) se ha disparado desde el 52,6% al 67%, y el vehículo privado (coche y moto) ha viajado desde el 43,4% hasta el 27,5%.

Si se observa el detalle, el mayor imcremento porcentual lo registra el autobús, que casi se ha doblado (del 8,4% al 15,8%), mientras que la moto se mantiene exactamente igual (1,3%) y los que comparten coche son ahora la mitad (del 7,9% al 3,6%).

Miralles-Guasch aplaude los últimos resultados y los achaca a una suma de varios factores. Primero, la mejora en infraestructuras. "En estas últimas décadas hemos pasado de una sola estación de tren, y algo lejos, la de Cerdanyola de Renfe, a tener tres, sobre todo la de Ferrocarrils, que es el punto mejor valorado por los alumnos" porque está en pleno campus. Pero también está el cambio de hábitos y de prioridades. Se nota, sobre todo, en la pregunta sobre el carnet de conducir y la tenencia de vehículo propio. "Tiene mucho mérito lo que hemos conseguido, estamos tan aislados como cualquier polígono industrial, y sin embargo, hemos logrado darle la vuelta a la movilidad".

Volquetes de alumnos salen de los vagones de un tren de FGC en la parada de Universitat Autònoma, el viernes por la mañana

Volquetes de alumnos salen de los vagones de un tren de FGC en la parada de Universitat Autònoma, el viernes por la mañana / Jordi Otix

La competitividad de las universidades se basa en muchos aspectos. Calidad académica, publicaciones en revistas, atracción de talento extranjero. La UAB tiene que añadirle la movilidad, pues la dificultad o facilidad de llegar al campus todavía pesa en la elección final. "Este es un desafío que, afortunadamente, todos los rectores han compartido y además los datos nos han servido para reclamar mejoras al Govern en materia de transportes", señala esta experta. Sin ir más lejos, la 'consellera' de Territori, Ester Capella, anunciaba a principios de septiembre el refuerzo de algunas líneas que vienen desde Vic y desde Girona.

La barriga de Ferrocarrils

Joan Carles Salmeron, historiador y director del Centro de Estudios del Transporte (CET), es la persona ideal para hurgar en el pasado. Primero, el ferrocarril. La parada Cerdanyola-Universitat de Rodalies no se puso en funcionamiento hasta 1995. Por la parte norte, Ferrocarrils tenía estación en Bellaterra en su línea del Vallès de toda la vida hacia Sabadell, y no fue hasta 1984 que se creó un ramal con terminal en el campus. Aquello no tenía demasiado sentido, y en 1995 el ramal se unió al trazado y la parada de Universitat Autònoma ya es una más de toda la red. Basta con mirar Google Maps para darse cuenta de que la línia, que antes iba recta -tramo que ahora es un paseo que se distingue con facilidad- traza una generosa barriga justo en ese punto.

Bicicleta aparcada junto a la entrada de una de las facultades de la Autònoma, el viernes

Bicicleta aparcada junto a la entrada de una de las facultades de la Autònoma, el viernes / Jordi Otix

En esa primera década en la que tan siquiera había parada en el campus, se hizo famoso el camino desde la estación de Bellaterra hasta el complejo universitario. Existían línea de bus, con matrícula PMM (parque móvil ministerio) hasta que con los años llegaron unas unidades cedidas por parte de TMB y en 2007 ya se hizo un concurso público para cubrir el servicio que ahora funciona desde la parada de Rodalies.

Los 'charlies' universitarios

Pero aquel itinerario a pie, que todavía se mantiene, forma parte de la historia del campus. Era la ruta Ho Chi Minh. Era y es, porque junto a la estación de Bellaterra, justo donde empieza el sendero, hay un cartel que mantiene esta denominación. "No está claro el origen, pero mucho tuvo que ver la guerra de Vietnam y el comunismo", señala Salmerón. No debía ser fácil cubrir esos cerca de 700 metros de caminito en pleno invierno, por la tarde, sin iluminación alguna.

Uno de los aparcamientos para coches, en el campus de la UAB

Uno de los aparcamientos para coches, en el campus de la UAB / Jordi Otix

Habría sido muy interesante realizar la encuesta de movilidad antes de 1995, cuando se produce la revolución ferroviaria en la UAB, a la que en 2001 se unió la no menos beneficiosa integración tarifaria. Lo más probable es que antes de todos estos cambios el coche fuera con diferencia el primer medio de transporte para llegar a las aulas. Ya no, con diferencia, pero para Miralles-Guasch hay un dato todavía más importante, que es el que además arroja algo de luz sobre cuál puede ser la evolución al margen de que mejore la frecuencia, sobre todo, de autobuses interurbanos que conecten con el campus.

En 2009, tenían licencia de conducir el 72,5% de los alumnos; en 2023, la cifra baja al 63,8%

Poco propietario

El dato revelador está en la evolución del carnet de conducir y sus derivadas. En 2009 (no hace falta bajar al 2001) disponían de licencia el 72,5% de los alumnos, por un 63,8% en 2023. Pero si se observa el comportamiento de los más jóvenes (estudiantes de grado, máster y postgrado) que son casi el 80% de la población del campus, se ha decrecido desde un 69,9% hasta un 53,8%, una caída de 16 puntos porcentuales en una gráfica que no ha más que caer.

La UAB confirma la tendencia de la sociedad en general: a los chavales no les interesa tanto tener coche propio: porque quizás no puedan mantenerlo y porque prefieren compartirlo o usar el transporte público. De hecho, en 2009 tenían acceso a un automóvil el 50,9% y a día de hoy son el 43,8%. Si se observa el caso de los estudiantes de grado, los benjamines del campus, la cosa sucumbe desde el 46,7% hasta el 35,1%. Confiesa la vicerrectora que tanto joven sin carnet les preocupaba, conscientes de que la situación geográfica "sigue siendo un 'handicap' de la UAB. "Pero el hecho de estar lejos de todo parece que está dejando de ser un problema", sostiene Miralles-Guasch.

Como último dato 'spin off' vinculado con el coche, la encuesta analiza la movilidad de los estudiantes que aseguran tener acceso a un automóvil. A pesar de poder conducir (o que les lleven), el 37,5% usan el transporte público (29,2% en 2011) por un 58,8% que mantienen la apuesta por el vehículo privado (66,8% hace 12 años). El bus y el ferrocarril suben año a año. Y el coche, poco a poco, va perdiendo terreno.

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