Cambio en las ayudas de la UE

El nuevo sistema de tarjetas monedero amenaza un cierre masivo de los bancos de alimentos

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EDITORIAL | Bancos de alimentos en vilo

Diez años del supermercado social en Trinitat Vella

Diez años del supermercado social en Trinitat Vella / FERRAN NADEU

Elisenda Colell

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La escasez hace meses que se nota con la leche, pero esta es solo la primera parte de las consecuencias que los bancos de alimentos temen que se produzca el año que viene con el cambio del sistema de ayudas de la Unión Europea para la alimentación de los más vulnerables. A partir de 2024, los alimentos que lleguen de la UE dejarán de ser en especie y se implantará el uso de tarjetas monedero con las que los usuarios podrán ir a comprar directamente a un supermercado. Un cambio de modelo que, según los bancos de alimentos catalanes consultados por EL PERIÓDICO, llevará a muchas entidades al cierre.

A partir de 2024 la UE dejará de entregar comida en especie e implantará el uso de tarjetas monedero

"El panorama es muy negro, nos veremos obligados a dejar a la gente abandonada", advierte el presidente del Banc dels Aliments de Barcelona, Lluis Fatjó. La Generalitat promete redoblar la inversión para que esto no ocurra: "No dejaremos a nadie fuera", aseguran desde la Conselleria de Drets Socials.

El Banc dels Aliments avisa de que las tarjetas solo llegarán al 10% de las familias que hoy reciben ayudas 

El sistema de ayudas alimentarias para las familias más vulnerables se sostiene con varias aportaciones. El Banco de Alimentos y la Cruz Roja son las dos entidades que pilotan el grueso de donativos, porque son las encargadas de gestionar el Fondo de Ayuda Europea para los Más Desfavorecidos (FEAD). Cada año, Europa aporta aproximadamente 4.000 toneladadas de alimentos a los bancos de alimentos catalanes. Esta aportación se hace con alimentos en especie, comprados fuera de lo canales del mercado y, por lo tanto, a un precio mucho menor del que se encuentra en un supermercado.

El Govern destinará dos millones de euros extra y asegura que nadie quedará sin alimentos básicos

A raíz de la pandemia de coronavirus, las instituciones europeas se plantearon la necesidad de cambiar el modelo de la gestión de estos fondos. Apuestan por las 'tarjetas monedero': que las familias puedan tener una tarjeta con dinero para poder comprar en el supermercado. La idea es evitar la estigmatización que provocan las colas del hambre, dar más libertad a las familias vulnerables y sobretodo asegurar la compra regular de fruta, verdura, carne, pescado o productos de higiene íntima, que no llegan con tanta frecuencia a los centros de distribución de alimentos de las entidades sociales. El plan se tenía que empezar a aplicar en 2022, pero se decidió posponerlo hasta 2024.

Diferencial enorme

La aplicación de este nuevo modelo preocupa, y mucho, a los bancos de alimentos. "Será un año negro para nosotros", aventura Fatjó. Según sus cálculos, las tarjetas monedero solo llegarán al 10% de las familias que están siendo atendidas en la actualidad. "Cuando sustituyes la entrega de productos, obtenidos en una subasta con precios bajos, por tarjetas monedero para ir a comprarlos al supermercado a precio de mercado, el diferencial es enorme", subraya. Asegura que la misma cantidad de comida conseguida con un euro en la subasta de precios fuera de mercado se eleva hasta a tres en un supermercado. "Cada mes las tarjetas tendrán unos 400 euros, [pensando en una familia de 4 miembros] cuando los productos aportados a día de hoy por la UE cuestan 50 euros por persona al año", señala Fatjó.

Para conseguir la misma comida que la UE logra por un euro en subasta, se necesitarán tres en el supermercado

La consecuencia, pues, será que habrá que reducir el número de personas atendidas. No habrá tarjetas monedero para los que a día de hoy acuden a las colas del hambre. En la provincia de Barcelona, el Banc dels Aliments atiende a 130.000 personas. "Nos han dicho que las tarjetas podrán llegar, como máximo, a 10.000 familias, y que serán de uso temporal, unos 6 meses como máximo", se queja Fatjó, que lleva meses de conversaciones con el Ministerio de Derechos Sociales y con la Conselleria de Drets Socials.

El 'Banc' está ahora encuestando a todas las entidades que reparten comida en Catalunya para saber cúales podrían aguantar esta reducción de la aportación de alimentos en especie. "Hay muchas entidades que tendrán que cerrar. Sólo aguantarán aquellas con más donativos y fondos propios", avisa. Recuerda que el 70% de las entidades combinan la entrega de alimentos con proyectos de inserción social. "La entrega de alimentos permite mucha regularidad, y ayuda también al trabajo comunitario para empoderar estas personas y ayudarles a buscar empleo", explica el director del Banc.

La Generalitat, que es quien va a gestionar estas ayudas a partir del año que viene, niega la mayor. "No dejaremos ni una familia sin acceso a los alimentos básicos. Para cubrir los efectos de los cambios en las directivas españolas y europeas estamos trabajando en nuevas líneas de ayudas", explican desde Drets Socials. Anuncian una aportación extra de dos millones de euros en subvenciones, que supondrá un aumento del 25% de los fondos que se destinan en la actualidad.

Asfixia y lista de espera

Este cambio de modelo llega en un momento en que los bancos de alimentos ya se encuentran asfixiados. En 2023 la UE ya ha retirado la aportación de leche y aceite, los dos productos más demandados. La inflación no tan solo ha traído más familias a las colas del hambre, sino que las obliga a comprar menos productos con el mismo dinero. En Madrid, durante el primer trimestre del año ha habido un repunte del 2,6% de personas atendidas respecto al mes de diciembre. En Barcelona fue del 0,7%. Los aumentos no son mayores porque las entidades están generando largas listas de espera ya que no pueden atender a todos los que lo necesitan.

"Hemos tenido que decir hasta aquí. No podemos llegar a todo el mundo. Preferimos alimentar bien a 10 familias que alimentar mal a 20", explica Gemma Rodríguez, coordinadora del centro de distribución de alimentos De Veí a Veí, en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. Cada mes atienden a 112 familias, cuando el año pasado eran 141. Como a todas las entidades, le preocupa el cambio del modelo para el año que viene. "Puede ser un desbarajuste pero seguiremos repartiendo lo poco que tengamos...", dice Rodríguez, que confía en la solidaridad vecinal y los proyectos solidarios en el barrio para poder seguir a flote.