Taller para afrontar el duelo

Tener que irse de casa y otros dramas de la orfandad y la viudedad: "Hay cero empatía, te quedas solo"

Perder a la madre siendo un niño: "Me cuesta entender la rabia"

La ayuda de los grupos de duelo para afrontar la muerte de un ser querido

Menores participantes junto a sus padres al finalizar el taller donde aprenden a gestionar emocionalmente el duelo dentro del programa de Atenció Integral a Personas amb Malalties Avançades de la Fundació La Caixa

Menores participantes junto a sus padres al finalizar el taller donde aprenden a gestionar emocionalmente el duelo dentro del programa de Atenció Integral a Personas amb Malalties Avançades de la Fundació La Caixa / JORDI COTRINA

Elisenda Colell

Elisenda Colell

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por si no fuera bastante perder a un padre, una madre o la pareja, en muchos casos hay que añadir una caída en picado en el ascensor social tras el fallecimiento. Una situación, lamentan los psicólogos y confirman las familias, que no hace más que dificultar la gestión del duelo, especialmente entre los más jóvenes. "Muchas familias no pueden seguir pagando el alquiler y las acaban desahuciando o teniéndose que ir de casa", explica Silvia de Quadras, psicóloga especialista en duelo adolescente. "Los niños dejan el hogar que habían compartido con el fallecido y tienen que cambiar de instituto -sigue la especialista-. Son pérdidas que van acumulando y que aún hacen más difícil superar la muerte".

De Quadras habla de una realidad que ve a menudo, ya que hace más de 10 años que trabaja en terapias de grupo tras una muerte traumática en niños y adolescentes. "Cada vez nos llegan más casos en los que, al morir un progenitor y perderse un sueldo, la situación económica familiar se desmorona. Y cada vez vemos a más chicos que han perdido a los dos padres, con lo que la situación es ya terrible", sigue. Esto implica lo que la especialista califica de "pérdidas secundarias": la vivienda o los amigos del colegio son las más importantes. "Obligamos a vivir a estos niños lejos de sus recuerdos, lo que tiene graves consecuencias", explica la psicóloga.

Algunos de los padres que llevan a sus hijos a terapia comparten este calvario. El de Yolanda Martínez, que perdió a su hijo, empezó tan solo pisar el hospital de Granollers. "Como mi hijo no había muerto en el centro médico me dijeron que no nos podían atender. Me dieron una hoja larguísima con lugares privados adonde llevar a mis hijos, algo que no puedo pagar", explica. Después de enviar una carta al ayuntamiento y otra al centro hospitalario, los niños fueron derivados a la terapia grupal financiada por La Caixa. "Me decían que si a causa del duelo mal llevado tenían adicciones o intentos de suicidio, entonces sí los podrían atender", critica la madre.

Ni conciliación ni ayudas

Roger Martínez se vio, de un día para otro, al frente de una familia monoparental. "Hay cero ayudas y cero empatía, te quedas solo", critica. La pensión de viudedad corresponde al 80% de la pensión de jubilación que le correspondería a la persona fallecida, mientras que la de orfandad es del 40%. "Es injusto, porque los que más lo necesitan son los que menos reciben", cuenta Elisabet, huérfana de madre de 19 años. Martínez cobra 500 euros de viudedad, y su hijo percibe 200 euros por orfandad. "Y además el carnet de familia monoparental no sirve de nada, es un sinsentido", se queja.

Otro problema que hay que sumar en estos hogares es la conciliación. "Mis padres tienen 80 años. ¿Cómo te apañas?", lamenta. Él agradece las facilidades que le ponen en su trabajo. "Nosotros somos tres en casa y mi familia está en Andalucía", explica Miguel Gámez, cuya mujer ha fallecido recientemente. "Lo peor es que en el momento en que más lo necesitas estás perdido en un abismo y no sabes qué hacer", explica. Vanesa Hurtado, que perdió a su marido, asume que está sobrecargando a su hija mayor. "Se hace cargo de su hermana, hace de madre. No es lo que necesita, pero no hay otra", lamenta. Dante Terreiros, también viudo, tuvo que traer a sus padres de Perú. "Entré en una depresión y trabajo de noche, no tenía a nadie que me ayudara con el niño".

"Hay examen y te jodes"

Los hijos adolescentes, además, lamentan que los profesores tampoco les ponen las cosas fáciles. "La sociedad te obliga a seguir con la rutina, como si no hubiera pasado nada", cuenta Miranda, que ha perdido a su hermano. "Quieres estar concentrada y ser buena estudiante, pero no puedes", sigue la chica, que estudia en la Universitat Autònoma de Barcelona. Ainoha tuvo que hacer un examen cuando su padre ya estaba moribundo. "Me dijeron que si no me presentaba me tocaría ir a recuperación. No hubo comprensión, hay examen y te jodes", explica.

Ahora Ainoha ha dejado los estudios. Está intentando aprobar el examen teórico de conducir. "Pero soy incapaz, no me puedo concentrar". Se trata de la dificultad de concentración habitual, apunta la psicóloga, debido al trauma que arrastran. El resto de adolescentes de su grupo asienten. "Tienes que esforzarte el doble, no entiendo nada de las lecciones y en dos días tengo un examen", explica Elisabet, que estudia en la universidad. "No hay nadie que te ayude, no hay un trato humano: voy al límite, suspendo, me frustro, tengo rabia... ¿Por qué todo el mundo dice que lo siente pero no hacen nada?", se queja Adrià, que perdió a su madre hace un año.

Suscríbete para seguir leyendo