Lacra social

Faltan medios contra la violencia machista: "Hay mujeres que vuelven con su agresor por las listas de espera"

Hasta un mes para una primera cita, mes y medio para recibir atención psicológica y hasta tres meses para acceder a una vivienda

Un cartel en una concentración contra la violencia genero.

Un cartel en una concentración contra la violencia genero.

Elisenda Colell

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En menos de dos meses, 18 mujeres han muerto asesinadas por sus parejas o exparejas en España, cuatro de las cuales en Catalunya. Unos de los meses más mortíferos desde que hay registros. Las pulseras que advierten la localización del agresor, una de las soluciones que señala el Ministerio del Interior, no funcionan correctamente. Y además dejan de lado al 80% de las víctimas mortales que jamás denuncian.

Los expertos afirman que es clave potenciar los servicios sociales que acompañan y ayudan a salir de la situación de violencia. Es el punto débil del sistema: los profesionales denuncian que les faltan medios y personal. Hay listas de espera de hasta tres meses para casas de acogida y hasta de un mes , visitas psicológicas y grupos de terapia. Las rentas sociales no cubren sus necesidades y faltan profesionales en el ámbito de la inserción laboral. "Las mujeres no pueden aguantar tanto tiempo, muchas terminan volviendo con su agresor", explican trabajadores de estos servicios.

Actualmente hay 18 mujeres con sus hijos esperando acceder a una casa de acogida

"¿Dónde voy con los niños?". Es la pregunta, en mayúsculas, que se hacen las mujeres cuando deciden escapar de su pareja maltratadora. Porque a parte de las palizas o el terror que sufren, el aislamiento y la dependencia económica de su agresor es un denominador común para muchas. "Es un salto al vacío, muchas denuncian cuando hay una situación límite, especialmente contra los niños. Pero no tienen ni saben dónde ir, llevan años encerradas", señala Ester Garcia, abogada especialista en violencia de género que asesora gratuitamente a algunas mujeres al ver que la red pública tiene largas listas de espera. Muchas imaginan que el 'mosso' que las atienda en comisaría las va a escuchar al momento y les va a ofrecer las llaves de un piso para empezar una vida nueva. Pero no funciona así.

"¿Dónde voy con los niños?". Es la pregunta, en mayúsculas, que se hacen las mujeres cuando deciden escapar de su maltratador

Independientemente de si han denunciado o no, hay una red de servicios gratuitos de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona a la que pueden acceder. Pero éstos tienen lagunas. Lo constatan las oenegés. "La mayor parte de las mujeres que nos llegan ya han pasado por estos recursos pero no han encontrado respuesta. Es muy habitual que técnicas de estos servicios en Barcelona y alrededores nos deriven casos. Falta presupuesto y lo cubrimos nosotras como podemos y con míseras subvenciones", advierte Elisa Covelo, coordinadora de la asociación Helia. "Como sociedad, les decimos que llamen, que denuncien. Pero luego, cuando dan el paso, se tienen que esperar. En el primer momento las mujeres necesitan rapidez, debemos ser congruentes", pide Silvia Moreira, técnica de la entidad.

"Como sociedad, les decimos que llamen, que denuncien. Pero luego, cuando dan el paso, se tienen que esperar. Es una incongruencia" 

Los mismos profesionales denuncian a EL PERIÓDICO la falta de medios y de personal, que provocan una saturación de casos y obliga a que las mujeres deban esperar semanas, incluso meses. Dana Machado es miembro del Col·legi de Treball Social de Catalunya, y trabajadora de esta red pública de atención a las víctimas. "Damos una respuesta individual porque cada mujer tiene distintas necesidades: pero hay elementos comunes, como el aislamiento social, la dificultad de obtener ayudas, dificultades de inserción laboral y la falta de una red propia que le ayude. Hablamos de mujeres que llevan años aisladas y controladas por sus agresores", subraya Machado.

"Hace un año, las mujeres esperaban una semana para ser atendidas en un primer momento. Ahora se está alargando a un mes", sigue. "Debemos resolverlo, la demora de la primera cita debería ser de una semana, diez días, pero no de un mes", asume Laia Rosich, directora general por la erradicación de la violencia de género de la Conselleria d'Igualtat i Feminismes.

Ayudas económicas y empleo

Los grandes problemas que señala Machado son la dificultad de acceder a ayudas económicas o al empleo para muchas supervivientes del maltrato. "Es vital para poder reconstruir su vida: en muchos casos dependían económicamente del agresor", destaca. La RAI, la ayuda que depende del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), no llega a los 500 euros. "Es insuficiente", insiste. "En algunos casos lo logran complementar con la Renta Garantizada, pero no a todas se les concede", sigue. Y el caso más grave es el de las mujeres migrantes sin permiso de residencia ni empleo ('sin papeles'), que no tienen derecho a prácticamente ninguna prestación.

"Cada vez llegan más mujeres y las listas de espera se incrementan"

"Muchas mujeres lo que necesitan y quieren es trabajar", añade Machado. Y este es uno de los mayores agravios de la red. En 2014, con los recortes del Govern de Artur Mas, los SIES prescindieron de la figura del insertor laboral. "Es imprescindible, porque muchas mujeres llevan años sin trabajar, sin formarse, sin buscar empleo... estaban totalmente controladas por su agresor y necesitan alguien que las acompañe en la inserción laboral", insiste. Por su parte, Rosich explica que esta labor ya se practica desde el Servei d'Ocupació de Catalunya (SOC), pero admite que quizás haya que "revisar el modelo".

Atención psicológica

En la atención psicológica las listas de espera también son habituales. "Para una primera visita estamos dando citas en un mes o un mes y medio. Muchas mujeres necesitan una atención más rápida, sobre todo en el primer momento", expone Clara, psicóloga del SARA, el servicio de atención a las violencia machista del Ayuntamiento de Barcelona. Este servicio cuenta con una cuarentena de profesionales para atender a todas las mujeres de la capital catalana. "No está dimensionado, cada vez llegan más mujeres y las listas de espera se incrementan", añade Àlex, trabajador del SARA. Estos profesionales se manifestaron hace dos semanas en una comisión municipal para pedir mejoras del servicio.

El drama de la vivienda

En Barcelona, y en el resto de Catalunya, las mujeres que están en riesgo grave tienen acceso a una vivienda alternativa, aunque precaria. "Se pueden quedar tres meses en una pensión, solas, esperando. Hacemos lo que podemos para hacer seguimiento pero claro que hay mujeres que se hartan y desaparecen", cuenta Gemma, trabajadora social.

Es importante destacar que el ciclo de la violencia lleva un periodo de ambivalencia en el que la víctima contacta con su agresor. "Pero estas demoras aún lo agravan más, no ayudan", sigue Gemma. El Ayuntamiento de Barcelona argumenta que la financiación que les proporciona la Generalitat es "insuficiente" y asegura que está ampliando la red de viviendas para llegar al centenar. De momento, hay 58.

Pero el problema de la vivienda es común en toda Catalunya. "En nuestro servicio en principio están seis meses, pudiendo renovar seis más. Pero todos los servicios están saturadísimos. Hay mujeres que deciden volver con su agresor porque les dicen que van a encontrarles un lugar donde empezar una nueva vida pero luego no es así", lamenta Jordi Garcia, miembro del Col·legi d'Educadors Socials de Catalunya y trabajador de una de las ocho casas de acogida que hay en Catalunya.

Según el Govern, hay 18 mujeres con sus hijos esperando para entrar en estas casas. "El problema que tenemos es la salida: no hay pisos para ir después, en el área de Barcelona esta todo saturadísimo. Hay mujeres que tienen que irse, pero nosotros sabemos que no tienen ayudas, ni trabajo, ni piso al que ir", explica Garcia.

La Generalitat lo rebaja. Según Rosich, hay 35 pisos de autonomía y 8 casas de acogida, con más de 300 plazas. "En los pisos siempre encontramos un hueco. Las casas no son nuestro modelo pero debemos repensarlo", apunta la directora general.

Garcia señala dos problemáticas más. Una, el padrón. "Las mujeres que viven en las casas no se pueden empadronar en el pueblo y los servicios sociales no les permiten acceder a ninguna ayuda municipal". El otro, "que los SIES van saturadísimos con la atención psicológica".

Listas de espera y 'burnout'

Las críticas también llegan desde una coordinadora de trabajadoras que agrupa profesionales de algunos SIE, los servicios especializados de violencia machista en Catalunya. "No damos abasto, hay listas de espera en casi todos los servicios, también el de los grupos de recuperación psicosocial. Atendemos a las mujeres como podemos, pero nos faltan muchísimas manos. Y las trabajadoras ya no podemos más, estamos quemadas", describe Magda Jou, trabajadora. "Esto tiene un impacto en la calidad del servicio que damos, y en la recuperación de las mujeres: a algunas las perdemos", añade otra profesional, Liliana Carballo.

La Conselleria de Feminismes admite que faltan recursos y anuncia un plan de evaluación y mejora de los servicios

Otra de las redes a mejorar es la de la detección. Los servicios sociales, las escuelas o los sanitarios pueden detectar y derivar los casos. Pero eso "depende de cómo de colapsado esté el centro y cómo de formados estén los profesionales", señala Vanesa Sáez, trabajadora social del Ayuntamiento de Barcelona y delegada de CGT. En los barrios más vulnerables y con más demanda, la detección se hace mucho más difícil. Fuera de la capital, la saturación de los servicios sociales es crónica en la mayoría de municipios.

Proyecto de mejora

La directora general de feminismos no esconde que la situación debe mejorar, y rápido. "El sistema de atención y recuperación es clave para combatir las violencias machistas. La mayoría de las mujeres no denuncia y esta es la forma de acompañarlas", admite. Anuncia que la 'conselleria' ha iniciado un plan de evaluación de todos los servicios para determinar qué funciones corresponde a cada uno, qué ratio de personal es la necesaria y cómo se debe financiar.

Rosich hace una reflexión final sobre la situación. "Es una moneda de doble cara. Cuando nacieron estos servicios vino una crisis y una política de recortes que frenó su evolución, pero ahora el cambio es indudable: hemos duplicado servicios, tenemos más información, más conocimiento y profesionales... Pero evidentemente debemos mejorar".

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