Violencia de género

Víctima de violencia machista: "Mi ex usa la pulsera de control para perpetuar el acoso"

Una mujer relata que su maltratador ha hecho un mal uso del dispositivo 150 veces en 18 meses

Violencia machista

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El Periódico

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Las pulseras para controlar a los agresores machistas son uno de los instrumentos con los que el Ministerio del Interior quiere atajar la ola de feminicidios de las últimas semanas. Juezas y abogadas consultadas por EL PERIÓDICO han cuestionado la eficacia de este sistema y han admitido sus reparos a solicitar esta medida de protección a las víctimas de violencia de género. Entre los motivos que esgrimen figuran, por un lado, que en demasiadas ocasiones, cuando el agresor quebranta el alejamiento, la policía llega demasiado tarde. Y por otro, que a veces los agresores usan las pulseras para seguir perpetrando violencia psicológica.

Este último supuesto es el que ha sufrido una mujer, que, bajo el nombre ficticio de Berta, ha denunciado su caso en 'El món a Rac1'. La expareja de Berta lleva una pulsera de control desde junio de 2021. Desde entonces hasta ahora, el agresor ha hecho un mal uso del dispositivo, ya fuera quitándoselo o no cargando la batería del mismo en 150 ocasiones. Eso significa que 150 veces, la mayoría de madrugada, Berta recibe la llamada del sistema Cometa o de los Mossos d'Esquadra avisándola y preguntándole si está bien. "Usa la pulsera como una forma de acoso. Yo lo siento así. Un día puedes olvidarte de cargar la batería, pero 150 días ya es intencionado", ha señalado Berta.

"Me machaca psicológicamente"

En su caso, Berta denuncia abiertamente la ineficacia del sistema ideado para protegerla. Esos avisos que la despiertan de madrugada incrementan su angustia. "Me retroalimenta la angustia, los nervios. Me está machacando psicológicamente", ha afirmado desesperada. Relata que vive con miedo. "He puesto rejas en casa. He cambiado de hábitos y paso mucho tiempo fuera de casa porque tengo miedo", confiesa.

Ha explicado que ha presentado seis denuncias contra su expareja. La primera, como víctima, fue la que facilitó que la justicia ordenará el uso del dispositivo. Las otras cinco fueron para denunciar el incumplimiento de la orden de alejamiento. Estas han quedado en nada. "Como es una denuncia de incumplimiento de la orden, el delito es contra el Estado y yo figuro como testigo, cuando en realidad soy la víctima", ha contado.

El caso de Berta avala las tesis de juezas y abogadas que son reticentes al uso de la pulsera porque el sistema tiene fallos. Y de esos fallos, tanto del mecanismo de la pulsera como del seguimiento posterior, se aprovechan los maltratadores.

En el otro extremo, un dato que esgrimen los defensores de las pulseras: ninguna mujer que llevara pulsera ha muerto asesinada.