Muerte de un Papa emérito

65.000 fieles desbordan la basílica de San Pedro para dar el último adiós a Benedicto XVI

La afluencia de ciudadanos supera las previsiones del Vaticano, que mantendrá abierta la capilla ardiente hasta el miércoles

"Ha sido el papa más grande de todos los tiempos", decía una mujer romana en la cola para despedirse del emérito

Centenares de fieles dan su último adiós a Benedicto XVI

Centenares de fieles dan su último adiós a Benedicto XVI /

Irene Savio

Irene Savio

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El Vaticano ha abierto este lunes sus puertas para que decenas de miles de personas rindan su último homenaje a Benedicto XVI, fallecido en la mañana del sábado. Ha iniciado así la serie de rituales fúnebres organizados para despedir al papa emérito, lo que (aunque de manera bastante más discreta) ha tenido como primer efecto la repetición de imágenes que no se veían desde hace 18 años, cuando murió Juan Pablo II y su cuerpo también fue expuesto al público.

Lágrimas, emoción y curiosidad han sido desde primera hora de la mañana los sentimientos más comunes en la basílica de San Pedro. Allí se ha instalado a las siete de la mañana la capilla ardiente de Benedicto, después de permanecer por dos días en el convento Mater Ecclesiae. Su exposición pública empezó exactamente dos horas después, tras de una breve misa presidida por el cardenal Mauro Gambetti, el arcipreste de la basílica.

Armados de paciencia, los primeros fieles han empezado a desfilar para acercarse a los restos mortales del difunto papa emérito, pese a que muchos ya llevaban en la cola diversas horas. Aunque en cantidades bastante inferiores a las de Juan Pablo II, la escena recordó en lo inmediato lo ocurrido con el difunto pontífice polaco. 

En un lecho dorado

Con los teléfonos móviles en una mano, centenares de jóvenes, seminaristas, sacerdotes de todas partes en el mundo -algunos con banderas alemanas-, han avanzado milímetro a milímetro, primero en los alrededores de la columnata de San Pedro, en las afueras de la basílica, y luego continuando en dirección de la nave central de la iglesia. Rodeado por dos guardias suizos, Benedicto XVI les esperaba ahí, sobre un rígido lecho dorado, vestido con los paramentos pontificales y un crucifijo entre las manos pero sin sus célebres zapatos rojos. 

En este clima, las autoridades italianas han desplegado el amplio dispositivo de seguridad anunciado en los días previos y han canalizado el recorrido de las filas con vallas a través de la Vía de la Conciliación, la calle en territorio italiano que conduce a la basílica vaticana, ahora reconvertida en una especie de vía de la conmoción. Está previsto que las colas continúen a lo largo de tres días, hasta el miércoles, antes del cierre del templo al público para los solemnes funerales de Benedicto del próximo jueves.

65.000 fieles

Nadie sabe exactamente cuántos pasarán a dar el último adiós a Benedicto, pero las cifras de este lunes han superado las previsiones. El prefecto de Roma, Bruno Frattasi, había estimado que unas 35.000 personas pasarían por la capilla ardiente cada uno de los tres días en los que estará abierta. Solo este lunes y hasta las 19.00 horas, habían pasado 65.000 personas, según datos del Cuerpo de Gendarmería de la Ciudad del Vaticano.

De momento, la mayoría de los fieles proceden de Roma o han llegado de otras ciudades italianas, aunque también hay grupos de peregrinos de algunos países europeos y personas que han decidido acudir pues ya se encontraban en Italia de vacaciones.

Eso sí, muchos de los que han venido se dicen devotísimos del papa alemán. "Fue el más grande Papa de todos los tiempos", comentaba una mujer romana. "Estaba aquí cuando lo eligieron y quiero estar aquí hoy, para rendirle este último homenaje", continuó. "Era un gran teólogo", opinaba una pareja originaria de Lecce y que ha viajado durante seis horas para despedir al emérito.

En cualquier caso, entre los que han querido despedir a Joseph Ratzinger, unos de los primeros fueron el presidente italiano, Sergio Mattarella, y la primera ministra del país, la ultraderechista Giorgia Meloni. Ambos acudieron a la basílica antes de que esta abriese al público.