Educación

Alumnos de Barcelona tras viajar a Ceuta: "Nadie quiere que se repita Auschwitz, pero dejamos que la gente muera en el mar"

Una cincuentena de estudiantes de bachillerato de los Jesuïtes se desplazan hasta la Frontera Sur de Europa para comprender la complejidad de la inmigración y conocer algunas de las situaciones que impulsan a miles de jóvenes como ellos a emigrar

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A1-162031439.JPG / RICARD CUGAT

Helena López

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Benzú es la última playa de Ceuta por el norte, en la frontera con Marruecos. Allí se levantan dos grandes muros, uno por cada lado, por cada país. "Al llegar, el Guardia Civil que nos recibió nos explicó que hasta el 92 no había valla. Esa valla no es la frontera de España con Marruecos, esa valla es Maastricht, es el blindaje de Europa", explica Virginia Menéndez, una de las profesoras responsables del Proyecto Frontera Sur. "Nos decían que por fin alguien les iba a ver, se sienten solos, haciendo el trabajo sucio de la Península”, añade su compañero, Oriol Jiménez, otro de los docentes que participó en la expedición que el pasado octubre llevó a Ceuta a 51 jóvenes estudiantes de segundo de bachillerato de seis escuelas de los Jesuïtes en Barcelona, de Sant Gervasi a Bellvitge, para comprender la complejidad de la inmigración y conocer de primera mano algunas de las situaciones que impulsan a miles de jóvenes como ellos a emigrar.

Gisela Gázquez es una de las chicas que participó en el viaje en bus de Barcelona a Algeciras, y de allí en ferry hasta Ceuta. Dos meses después recuerda que, hasta que volvió a Barcelona, a su día a día, no fue consciente de todo lo que había vivido. "Te llega muchísima información y no la asimilas. Fue la segunda noche aquí, en mi cama, tranquila, cuando me di cuenta de que todas las personas que habíamos conocido seguían allí, y pensaba en toda la gente que tiene que huir de sus casas porque no pueden estar tranquila en ellas", relata la joven.

"Quieren jugar en el Barça"

Marc Company, otro de los estudiantes, en su caso, de Sant Gervasi, asiente al escuchar a su compañera. Su sensación es muy similar: "Es muy impactante, tú vas allí y sabes que al cabo de unos días estarás en tu casa, pero ellos se quedan, haciendo todo lo posible por poder cruzar para acceder a lo que nosotros tenemos. Ves que todo lo que durante años te han ido explicando en el colegio es real. Está pasando. Le pones cara a chicos casi de nuestra edad, que además están supercontentos de lo que han logrado, llegar a Ceuta, y te dicen que quieren ir a Barcelona y jugar en Barça, y tú sabes que lo tendrán muy difícil para llegar hasta aquí y que, si lo consiguen, no les recibirán con los brazos abiertos como ellos creen. Aquí también hay otras fronteras, como el hecho de no tener papeles", explica Marc, quien asegura que, tras el viaje, su visión de la inmigración ha cambiado mucho. "Mucho", repite.

Coinciden con ellos sus compañeros Sílvia Borràs, joven de Bellvitge -barrio de L'Hospitalet en el se produce la conversación-, y Noa Ricart, de Gràcia. “Ahora ya no puedo ser indiferente. Sé que son personas idénticas a mí porque las he conocido", señala Sílvia. "Nosotros ahora tenemos la voz para contar lo que muchos no pueden explicar -añade Noa-; esta experiencia no es solo para nosotras, tiene que servir par cambiar cosas".

Nuestros muertos

Los cuatro jóvenes subrayan que desde que volvieron de Ceuta no han parado de explicar lo que allí vieron para intentar que el 'clic' que ellos hicieron llegue a cuantas más cabezas posibles mejor. "Ceuta se enmarca en todo un proceso en el que con los chicos estudiamos dónde están nuestros campos de concentración. Todos tenemos claro que no queremos que se repita Auswitch, pero en cambio tenemos los CIE y unas fronteras que provocan miles de muertos en el mar", reflexiona Virginia, quien insiste en la idea de que, al estudiar la Segunda Guerra Mundial, siempre se preguntan cómo pudo pasar sin que nadie hiciera nada. "Nuestros nietos nos preguntarán a nosotros por los muertos en el mar", reflexiona.

El responsable del proyecto en Sant Gervasi, Guillem Fàbregas, apunta la importancia que juega el mar en el proyecto. La primera noche en Ceuta bajan a la playa. Desde allí se ven las luces de la Península, que parecen tan cerca, aunque para tantos jóvenes están en otra galaxia. "El mar tiene muchas caras. Nosotros estamos acostumbrados a vivirlo como un lugar de recreo, pero este mismo mar es también el lugar en el que tantas personas se han dejado la vida para llegar hasta Europa", agrega Inma Torcal, profesora de Bellvitge.

"Uno de los chicos nos explicó que cruzó la valla nadando, y que durante el viaje su compañero murió. Él llegó, pero herido, con picadas de medusa, muerto de frío... Es un gran contraste con nuestra visión del mar como lugar al que vamos a pasárnoslo bien", indica Sílvia, a quien también le impactó mucho la visita al CIE de Barcelona algunos días antes del viaje. Desde el grupo de acompañamiento a internos del CIE de la Fundación Migra Studium organizan cada año una oración frente al centro de la Zona Franca bajo el lema "Construyamos un futuro sin CIE" en la que voluntarios leen los testimonios de personas internas.

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