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¿Como evitar que otro virus de los murciélagos cause un brote pandémico?

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El cambio climático se está acelerando

Dos estudios presentan la secuencia más detallada del salto a humanos y está relacionado con la deforestación de los bosques

CUADERNO MURCIELAGO de ferradura mediterrani (R.euryale).FOTO JORDI BAS

CUADERNO MURCIELAGO de ferradura mediterrani (R.euryale).FOTO JORDI BAS / Jordi Bas

Michele Catanzaro

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Proteger y reconstruir el hábitat de los murciélagos es probablemente la medida más eficaz para evitar que un virus salte de ese mamífero a otras especies (entre ellas los humanos), como ocurrió en el caso del covid-19.  Así lo sugieren dos estudios, que describen este proceso con una precisión sin precedentes. Son la crónica de decenas de saltos del virus de Hendra desde el zorro volador negro (un murciélago australiano) a caballos y humanos, a lo largo de 25 años.

Las grandes inversiones en respuesta a la pandemia se están concentrando en el desarrollo de vacunas, pero hay que apostar por la prevención.

El factor clave es la merma de comida, vinculada a fenómenos climáticos y a la desforestación. Ambos empujan los murciélagos hacia campos y huertos, causando más contagios a los caballos y de estos a los humanos. Cuando los bosques que les proporcionan comida están en buena salud, los brotes desaparecen.  “Las grandes inversiones se están concentrando en el desarrollo de vacunas. Pero tener una vacuna unos meses después del primer brote no va a parar una pandemia. Hay que apostar por la prevención”, afirma Peter Hudson, investigador de la Pennsylvania State University y coautor de los estudios. 

El covid-19

Todas las teorías sobre el origen del covid-19 comparten un hecho: el virus salió originalmente de los murciélagos. Estos mamíferos, igual que los roedores y muchas aves, son portadores de numerosas infecciones. “Son animales muy coloniales, que viven apretados, muy buenos en transmitir virus respiratorios”, explica Hudson. Estos últimos son los virus cuyo contagio es más difícil de controlar.

“Estos virus los tienen desde siglos o milenios. Si siempre han circulado, ¿por qué aumenta el riesgo de que los transmitan? Los murciélagos no han cambiado. Lo que ha cambiado es nuestra actividad”, afirma Jordi Serra-Cobo, biólogo de la Universitat de Barcelona, no implicado en los trabajos.

El virus de Hendra

Australia

La combinación delcambio climático y desforestación acerca los murciélagos a los humanos y causa brotes.

Los investigadores recopilaron 25 años de datos (de 1996 a 2020) sobre los brotes, las poblaciones de murciélagos y las fuentes de su comida, el néctar de las flores de algunos árboles. “Es un trabajo muy bonito. Reunir 25 años de datos es muchísimo en comparación con lo que se suele tener”, afirma Benjamin Roche, investigador en el Instituto de Investigación para el Desarrollo de Montpellier, no impicado en los trabajos. 

La secuencia del contagio

néctar de los árbolesse mudan a huertos y campos,

Sin embargo, en los últimos 20 años, la dinámica ha cambiado. Cada vez más, los murciélagos se quedan de forma estable en campos y pueblos. La talla de sus grupos declina. Ya no vuelven al bosque, porque hay cada vez menos: entre 1996 y 2018, un tercio ha sido talado en la zona de Australia analizada. 

En este tiempo, los brotes de Hendra se han multiplicado. Los investigadores han conseguido explicarlos con un modelo informático que tiene en cuenta las variaciones en el clima y la desforestación. “La interacción del cambio climático y de la destrucción de su hábitat cambia el comportamiento de los murciélagos. Se concentran en áreas con presencia humana en la busca de comida y eso causa los brotes”, explica Hudson. La explicación alternativa - que un individuo concreto vaya en el bosque, entre en contacto con los animales, y se lleve el virus de vuelta - sería demasiado simplista.

¿Ocurre lo mismo con otros virus?

La películas de los brotes de Hendra encaja con la historia de otros virus. Por ejemplo, el Nipah en Asia. “Por ejemplo, después de la pérdida masiva de bosques en Bangladesh, puedes ver los murciélagos cerca de las ciudades. La gente va a coger zumo de palma que se puede contaminar con sus excrementos”, explica Hudson. Otra vía sería la implantación en tierras desforestadas de granjas de cerdos, en las cuales se refugian los desahuciados murciélagos, explica Serra-Cobo.

Las medidas ecológicas, como reforestar o asegurar la presencia de ciertas especies, serían las más eficaces para prevenir pandemias.

También los brotes de Ébola fueron precedidos, en Sierra Leona y Liberia, de una destrucción de hábitat para plantar palmas de aceite. La conexión con el Covid es más dudosa, ya que los murciélagos que traían el coronavirus comían insectos, no néctar. El marco se podría aplicar también a otras enfermedades, pero Hudson advierte que habría que verificar en qué medida. 

¿Qué podemos hacer?

Hudson y sus coautores sugieren que las medidas ecológicas son las más efectivas para prevenir el salto de virus. En el caso del Hendra, sería suficiente con plantaciones estratégicas de árboles que actúen de comedores para murciélagos, para que no se acerquen tanto a los asentamientos humanos. “Eso es mucho más efectivo que aplicar vacunas muy caras a la población de caballos. Esas se deberían reservar a caballos de valor especial”, observa Hudson.

Otro ejemplo de medida ecológica es la introducción de langostinos en Senegal para controlar unas caracolas que transmiten la esquistosomiasis. “No hay soluciones sencillas. Necesitamos un arsenal de enfoques, incluyendo también el ecológico. Pero de momento no se está priorizando y por ello el perfil de inversiones contra las pandemias es equivocado”, concluye Hudson.

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