Los retos de la educación

Catalunya apuesta por una educación con jornada partida

Alumnos de secundaria del IE Antaviana de Barcelona, en clase por la tarde.

Alumnos de secundaria del IE Antaviana de Barcelona, en clase por la tarde. / Ricard Cugat

Montse Baraza

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El adelanto de la vuelta al cole el próximo curso 22-23 en Catalunya comportará la introducción, solo en septiembre, de la jornada continua en infantil y primaria, jornada que ya funciona habitualmente en la secundaria (de 08.00 a 14.30). La medida ya ha disparado alertas entre familias y docentes, que temen que este horario escolar se instaure, como ocurre en buena parte de España. "No será así. La primaria seguirá en jornada de mañana y tarde", asegura a EL PERIÓDICO Núria Mora, secretaria de Transformación Educativa del Departament d’Educació.

La 'conselleria' de Josep Gonzàlez-Cambray no es partidaria de extender la jornada continua, sino todo lo contrario. Su apuesta es la de extender la jornada partida en la ESO en los institutos escuela.

El Departament d'Educació ha ordenado, y así queda recogido en la orden de calendario para el próximo curso, que todos los institutos escuela --donde conviven infantil, primaria y ESO-- que ya estuvieran en funcionamiento el curso 20-21 "deberán transformar su marco horario en uno saludable no más allá del curso 22-23". Ello significa que en todas las etapas deberá haber una franja saludable de 12.00 a 14.00 horas para comer (en casa o en el comedor) y descansar. En la orden, Educació recomienda que todos los alumnos salgan a la misma hora por la tarde (entre las 16.30 y las 17.00 horas).

De los 97 institutos escuela que hay actualmente en Catalunya, 27 no realizan ninguna actividad lectiva por la tarde o solo una o dos tardes. A partir de septiembre deberán realizar jornada partida un mínimo de tres tardes a la semana. Ello supondrá cambios organizativos en los centros y logísticos y económicos para las familias.

Los institutos escuelas surgidos de una fusión de centros que entren en funcionamiento este curso podrán mantener el horario, pero el curso 23-24 ya se tendrán que pasar a la jornada partida. Al resto de institutos, la orden les ofrece la posibilidad de adoptar el horario previsto para los institutos escuela.

Actualmente, el 80% de institutos hacen jornada intensiva. Mora niega que Educació quiera introducir la jornada partida en estos centros, como dan por hecho muchos docentes. Matiza que la idea del Departament es que alarguen horario para incluir servicio de comedor. "Por equidad, queremos que los institutos tengan comedores abiertos para que los alumnos puedan quedarse a comer", explica. No será para este curso porque se ha de ver cómo los institutos recuperan ese servicio.

Mora no considera un agravio que unos centros hagan jornada partida y otros no. "Institutos escuela e institutos son tipologías de centros diferentes", sostiene.

A estas alturas, los centros afectados no tienen muy claro cómo organizarán los horarios. Y las familias tampoco tienen mucha información oficial. La orden sí que obliga a las direcciones a comunicar al Departament los horarios no más tarde del próximo 29 de junio. También apunta que se estudiarán, en virtud de la casuística de cada centro, las solicitudes para mantener el horario de jornada continuada. Si se autorizan, serán "a modo excepcional" y deberán estar "muy justificadas", apunta Mora.

Jornada continua y desigualdades

Como en todo lo relativo a la educación, hay visiones contrapuestas. Una de las últimas aportaciones desde la pedagogía ha venido de la mano de Marta Ferrero, Lucas Gortazar y Ángel Martínez Jorge, que han publicado un estudio que concluye que la jornada continua (matinal, intensiva o compactada también se le llama) es un modelo social y educativo regresivo. El estudio señala que la pandemia ha acelerado en España la implantación de la jornada continua en primaria y augura que es "muy probable" que esta sea la tendencia durante los próximos años. Según los autores, en estos momentos hay un 44,5% de centros en España que hacen jornada partida (o completa) que se están planteando el cambio a la continua.

Los autores subrayan que la jornada continua es una "rareza a nivel internacional" y apuntan que este modelo es una fuente de desigualdades entre el alumnado. "Cuando la escuela se reduce o se suprime, se amplifican las desigualdades entre alumnos de distinto origen social. Y a pesar de las buenas intenciones iniciales, la realidad es que la jornada matinal está asociada a una rotunda menor participación en actividades extraescolares dentro del colegio en los centros con jornada continua en comparación con los de jornada partida".

El debate tiene tres actores diferenciados; el alumnado, las familias y el profesorado. A nivel pedagógico, Ferrero, Gortazar y Martínez señalan que "no existe evidencia rigurosa sobre el efecto de la modalidad de jornada sobre el rendimiento académico, aunque algunos estudios correlacionales apuntan a que la jornada completa (o partida) está asociada a mejores resultados". De lo que sí hay evidencia "abundante" es de que "el tiempo (lectivo y no lectivo) en la escuela supone un impacto positivo en los alumnos en términos académicos y socioemocionales". Añaden que también hay evidencias de que la jornada partida, con un almuerzo temprano y una pausa después, se adapta mejor a los biorritmos de los alumnos y mejora su salud, ciclos de sueño y bienestar.

También se han fijado en la atención del alumnado. "Los estudios que analizan los ritmos de atención de los niños y adolescentes muestran que estos se ajustan mejor a los de la jornada partida (o completa). La atención de los alumnos aumenta hasta media mañana, disminuye hacia el mediodía y vuelve a mejorar en mayor o menor medida a lo largo de la tarde".

Este punto lo rechazan desde Aspepc. Este sindicato de profesores de secundaria fue el que en 2010 convenció a la entonces 'consellera' Irene Rigau de introducir la jornada continua en la ESO. Xavier Massó, secretario general de Aspepc, asegura que por las tardes decae la atención y la disciplina entre el alumnado de secundaria, especialmente en el de 3º y 4º de la ESO. Y destaca que la jornada continua ha supuesto una mejora de la convivencia en secundaria.

Cuestiona el argumento de la 'vida saludable' que comporta la jornada partida. "Es al revés. Con la jornada intensiva, el alumnado tiene más tiempo para las extraescolares. Puede llegar antes a casa, cenar antes e irse a dormir más pronto. Esto es racionalizar el tiempo", argumenta.

"La jornada continua tiene un efecto negativo en los ingresos de las familias y agrava la brecha de género", concluye un estudio de Esade

Empleo y conciliación

En cuanto a las familias, donde hay diversidad de casuísticas relacionadas con la estructura familiar, el empleo y la conciliación, el estudio subraya que "cuando la escuela es a tiempo parcial (jornada continua), el empleo de las familias se resiente, pues dificulta que sus jornadas laborales puedan superar las 25 o 28 horas semanales". Con datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), los autores subrayan que "la jornada escolar continua tiene un efecto negativo y significativo en los ingresos y el empleo de las familias, especialmente grande para las madres, que son quienes concentran el 66,4% del impacto, lo cual contribuye a agravar las brechas de género existentes. Esto supone, además, cada año, una pérdida de 8.048 millones de euros de ingresos para las familias".

Y en cuanto al profesorado, este es el colectivo que a priori más se beneficia de una jornada continua. Los docentes se muestran mayoritariamente a favor de la jornada matinal; y, paradójicamente, subrayan los beneficios para el alumnado y las familias (y no tanto para el profesorado mismo) como las razones principales para justificar dicha modalidad.

Para Ferrero, Gortazar y Martínez, partiendo de que el alumnado debe ser el objetivo central de la política educativa, no se debe reducir el tiempo en la escuela, sino ampliarlo. Defienden buscar alternativas a la jornada continua que permitan compensar al profesorado por el fuerte deterioro que ha experimentado su situación laboral durante la última década.

Ismael Palacín: "Cerrar la escuela o el instituto a las 14.30 o las 15.00 es un problema. Convierte la escuela en una academia matinal y se privatizan las tardes"

El problema de fondo: la reforma horaria

En 2019, la Fundación Bofill presentó otro informe, 'Educació a l'hora. Uns altres horaris són possibles', en la misma línea. El estudio de la Bofill iba un poco más allá y pretendía superar el debate partida-continuada para ir hacia un modelo de "educación a tiempo completo" en el que la actividad escolar quedara vinculada a la extraescolar. Este jueves, en el marco de un debate de Barcelona Futur sobre educación, el presidente de la Bofill, Ismael Palacín, rechazaba el debate "simplificado y pobre" de 'continuada o partida' y lo resituaba vinculado a tres problemáticas: por un lado, la reforma horaria. "Tenemos horarios imposibles como sociedad. Comemos tarde, salimos tarde, las extraescolares acaban tardísimo. Cenamos tarde y dormimos poco", resumía.

El otro problema es el del mercado laboral, con "horarios insostenibles". "La jornada intensiva que se está aplicando en España es disfuncional porque no hay familias que trabajen cinco horas. Y si las hay, es a costa de las mujeres". Y el tercer problema es el de la jornada lectiva en las escuelas. Palacín defiende que las escuelas "tienen" que ofrecer "actividad educativa" (que no lectiva) hasta las 16.30. "Cerrar la escuela o el instituto a las 14.30 o las 15.00 es un problema. Convierte la escuela en una academia matinal, en la que desaparece el servicio de comedor y se privatizan las tardes. Las familias con recursos pagarán extraescolares, mientras que las familias vulnerables tendrán tardes de sedentarismo, internet y niños llave", sostiene.

El modelo que propone la Bofill es el de un centro educativo que garantice un horario escolar hasta las 16.30 o 17.00, sin que ello suponga más horas de clase, con una hora de comer más temprana y en la franja de tarde ofrecer actividades educativas, no lectivas, que estén vinculadas con el proyecto de centro. Y, en un escenario ideal, comedor y extraescolares deberían ser gratuitas. "Como sociedad, padres y niños deberíamos estar en casa a las 18.00 con todo hecho, dispuestos a convivir, a cenar pronto y a dormir pronto. Es posible. No se necesitan tantos recursos", defiende Palacín.

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