La evolución de la pandemia

Malestar de los hosteleros por el certificado covid: "Si antes ya era difícil, ahora más"

Bares y restaurantes muestran su desacuerdo frente a la nueva normativa del pasaporte

Muchos declaran que esto supone un doble trabajo para un sector que ya ha estado muy machacado

Bares de Barcelona piden el pasaporte covid a sus clientes

Bares de Barcelona piden el pasaporte covid a sus clientes. /

Kelsey Álvarez Fonseca

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"Yo no soy policía, soy hostelero y sé que voy a tener problemas con algunos clientes. Es un tema que pertenece a la privacidad de cada persona... La ley de protección de datos, ¿dónde está?", protesta Juan, de 65 años, dueño del bar La Cabaña, situado en las calles del Raval de Barcelona. Y como Juan, son muchos los hosteleros que muestran su desacuerdo ante la medida que obliga a los clientes a enseñar el certificado covid-19 antes de entrar a cualquier bar, restaurante, gimnasio o residencia. "Es un proceso que nos hace perder a muchísimos clientes porque muchos de los que vienen o no están vacunados o no tienen el pasaporte. A ninguno de ellos los dejo entrar porque sino tendré que pagar una multa. La gente entra, les pido el certificado y sale directamente. Siempre está lleno a esta hora y mira ahora, está vacío. Si antes ya era difícil, ahora más", comenta Abdul, dueño del restaurante Al Baraka, que explica la complicada situación a la que muchos establecimientos de hostelería se van a tener que enfrentar a partir de este viernes en Catalunya.

Guardia Urbana y Mossos d'Esquadra ya han dio advirtiendo a los hosteleros que llevarán a cabo un control regular para asegurarse de que los locales están cumpliendo la normativa y no dejan entrar a ningún cliente sin el certificado. Las sanciones que se aplicarán van desde los 30 a los 600.000 euros y se multaría a los respectivos dueños del local y no a los clientes. "Es un rollo, nos ha caído faena extra, tenemos que vigilar constantemente que la gente nos lo enseñe, se forman muchas colas y se nos acumula el trabajo. Además nos han pedido que tengamos a un encargado en la puerta como un segurata pidiendo el certificado, pero vamos a ser realistas, no podemos pagarlo. Llevamos arrastrando toda la pandemia y ahora que podíamos respirar un poco nos vuelven a ahogar", se queja Juana, dueña de la panadería Els Àngels.

El pasaporte covid de una clienta de un bar y la aplicación para validarlo, en un local del Eixample de Barcelona.

El pasaporte covid de una clienta de un bar y la aplicación para validarlo, en un local del Eixample de Barcelona. / MANU MITRU

"Yo estoy trabajando, no estoy aquí para pedir el certificado. Estoy en la cocina y tengo que salir corriendo a pedirle a los clientes el certificado covid porque sinó nos multan y mi jefe me despide. Todos los clientes que han venido hoy tienen el pasaporte covid, a muchos les he tenido que descargar yo el certificado, ya que es gente mayor que no sabe ni cómo hacerlo. Escaneo el QR y me dice si el pasaporte es válido o no", explica Hassan, que trabaja en un pequeño bar esquinero llamado O'Courel. Para mucha gente mayor el certificado digital supone un verdadero reto, ya que no saben cómo descargarlo ni dónde obtenerlo, 'sí, me han pedido el certificado en el bar, pero claro a mi me cuesta mucho porque no sé cómo funciona el pasaporte para descargártelo en el móvil, así que yo solo lo enseño a través de una foto que tengo, es lo único que puedo hacer', declara Gonzalo de 72 años, un cliente habitual del bar O'Courel.

"Hay que ser flexible"

Algunos hosteleros han aceptado sin problema la obligatoriedad del certificado covid y muestran su apoyo al punto de vista sanitario "para entrar a mi cafetería es obligatorio entrar con el certificado", anota Abdul, propietario del Miniatura Café. "Si nos hacen pedírselo a la gente, hay que respetarlo. Hay que confiar en la sanidad"', agrega. Sin embargo, la tristeza y la rabia son los sentimientos protagonistas de muchos hosteleros que temen que con la entrada en vigor de la nueva norma, sus locales se enfrenten a un cierre definitivo.

"Entiendo el punto de vista sanitario, pero hay que ser flexible, cada uno tiene que dar, los clientes deben entender que no es culpa nuestra que se les obligue a entrar solo con el pasaporte y nosotros debemos ajustarnos a la normativa, ya sea por obligación, porque al final si lo pido es porque no quiero que me pongan una multa de 3.000 euros. Hace poco que abrimos el restaurante y nos da miedo tener que cerrarlo", exclama Cristian, dueño del restaurante BiancoNoir Bistrot.

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