Plantación clandestina, peligro de incendio
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA
Una plantación de marihuana necesita mucha electricidad. Un suministro ininterrumpido durante de 18 horas de cada día de la semana. La demanda energética proviene principalmente de las lámparas de sodio. Un productor contactado por este diario -que quiere mantener su anonimato- detalla que con una bombilla de 400 watts pudo iluminar un metro cuadrado en el que crecieron 12 plantas. La factura de la luz subió unos 60 euros durante aquellos meses.
Cuando las plantaciones son mucho más extensas, y a menudo lo son, implican una carga excesiva para circuitos con plomos que saltan cuando coinciden la lavadora, la secadora y la televisión. Porque los viveros clandestinos casi siempre están dentro de domicilios particulares, abandonados o no.
LA LUZ PINCHADA
Los delincuentes que lo son a pleno rendimiento tampoco pagan la factura de la luz. Y menos la que envía Endesa si se acaban de cultivar 100, 200 o 300 plantas de marihuana. Optan por pincharla. Al hacerlo, puentean los interruptores magnetotérmicos, que protegen la instalación contra sobrecargas y cortocircuitos. Dicho de otro modo, entra toda la electricidad que necesitan las lámparas pero no toda la que está dispuesta a aguantar la instalación. El incendio es cuestión de tiempo.
La policía se ha percatado asimismo de que, a veces, aunque no se pinche la instalación sí se manipulan los plomos con un cable de cobre para evitar que salten. La factura de Endesa llegará de todas formas pero el riesgo de incendios es el mismo que cuando se roba la luz. Porque el circuito recibirá idéntica sobrecarga.
EXPLOSIÓN DE GAS
En Youtube hay diversos vídeos que muestran cómo hacer resina de marihuana. El proceso incluye el uso de un aerosol para aislar el THC -el principio activo de la marihuana- que concentra la resina. El riesgo principal que entraña es que el gas es altamente inflamable. Cuando se lleva a cabo en espacios mal ventilados, una mínima chispa, como la que produce el interruptor de la luz, puede provocar la deflagración.
Los Mossos han registrado tres incidentes -dos de ellos recientes- provocados por personas que estaba manipulando marihuana con un aerosol y han terminado en explosión.
Por varios motivos, cultivar marihuana incrementa el riesgo de incendio.
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